En un circo
lleno de seres deformes, tullidos y personas con diversas amputaciones, Hans,
uno de los enanos, hereda una fortuna. A partir de ese momento, Cleopatra, una
bella contorsionista, intentará seducirlo para hacerse con su dinero. Para
lograr su objetivo, traza un plan contando con la complicidad de Hércules, el
forzudo del circo...
Por lo que he
podido ver, los monstruos -reales o imaginarios-, han suscitado principalmente
dos tipos de miradas en el cine. Una que explota el elemento terrorífico que de
ellos se deriva y los convierte en asesinos sanguinarios, y otra de vertiente
melodramática encaminada a la comprensión y compasión por la desgraciada vida
de estos individuos.
"La parada
de los monstruos" es de las pocas películas que combinan esas dos miradas,
entregándonos un espectáculo onírico y cruel donde los monstruos tan pronto nos
inspiran piedad como miedo.
Ochenta años
desde su estreno ha cambiado mucho el cine como para valorarla por sus virtudes
técnicas y artísticas, pues juega con una gran desventaja con el cine que vino
después, con más medios. Sin embargo, tiene algo que no se ve en el cine de hoy
día, mucho atrevimiento (tanto como el sistema cinematográfico de la época al
permitir un rodaje como este).
Tratando el controvertido tema que trata y teniendo en cuenta que el reparto lo integra gente que produce cierto rechazo a la vista, se podía caer con facilidad en el morbo o en el malrollismo para llamar la atención del público. En cambio Browning coge derroteros distintos y enfoca la película hacía la cotidianidad que trata de llevar esa gente “diferente”.
Cuesta pensar,
en lo que pasaría por la cabeza de quienes vieron esta película en el año de su
estreno, ya que de un director tan exitoso en aquel momento como Tod Browning,
lo que menos esperarían era encontrarse con esto.
A Tod Browning
se le recuerda tanto por esta obra como por el Drácula de 1931 con Bela Lugosi.
Para realizarla
contó con un reparto con los nombres de Wallace Ford (El Invisible Harvey),
Leila Hyams, Olga Baclanova, Henry Victor (La Momia) y el principal reclamo del
largometraje, los monstruos, interpretados por gente con deformaciones físicas
y/o falta de miembros, entre los que encontramos enanos, hermanas siamesas,
gente sin brazos y piernas, hermafroditas, retrasados mentales...
La historia que
cuenta, si no fuera por los particulares personajes que la protagonizan, no
pasaría de un melodrama de lo más obvio. En general, es poco sofisticada,
aunque hay ciertos momentos con cierta tensión dramática.
En la película
se hace evidente que se enfrenta a dos mundos: el mundo de los
"freaks", monstruos deformes que han sido repudiados de la sociedad y
actúan como una sola entidad, como una sola mente.
Y por otro lado,
está el mundo de los humanos corrientes, que desprecian a los primeros y su
individualidad puede llevarles a cometer actos atroces.
Lo mejor que
tiene es la eficacia de su director para mostrarnos a estos supuestos
monstruos, como lo que son en realidad, humanos, personas como cualquier otra,
ya que tampoco cae en la discriminación positiva, en mostrarlos de forma
condescendiente y como si todos ellos fueran buenos, porque no.
Vale la pena
resaltar el hecho de que todos los actores son reales, con sus verdaderas
anomalías físicas, lo que añade realismo al largometraje. Además, la película
fue durante años víctima de la censura y el boicoteo.
Supongo que sería un
guantazo bestial a la "espartana" sociedad de entonces; motivo por el
cual se convirtió en algo indigno de ser visto, en algo repulsivo.
"La parada
de los monstruos": un relato desgarrador sobre la soledad de los
marginados, sobre el egoísmo de los "hermosos"; hábil alegoría acerca
de oprimidos y opresores. ¿Quiénes
son los verdaderos monstruos, los que lo aparentan o los que no?
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