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La herencia del viento (1960): Darwin contra Dios




Película que narra un hecho real de la década de los años 20. En aquella época en el llamado "juicio del mono" se juzgó a un profesor de escuela (Dick York) de una pequeña ciudad del estado de Tennessee, por enseñar la teoría de la evolución de Darwin, prohibida en el Estado donde enseñaba. El profesor es apresado y encarcelado por ir en contra de los ideales de la creación del mismísimo Dios.

El profesor Cates encuentra la ayuda de un periódico de Chicago que mediante la ayuda del periodista E. K. Hornbeck (Gene Kelly) contratan al prestigioso y agnóstico abogado Henry Drummond (Spencer Tracy), que a su vez tendrá como oponente por la fiscalía a Matthew Harrison Brady (Frederic March), afamado estudioso de las santas escrituras, y varias veces candidato a la presidencia estadounidense.

Comprobaremos como no solo este profesor es rechazado por el pueblo donde vive, sino que consigue poner hasta a su prometida y a su futuro suegro en su contra, por su forma de pensar. 

Esta película, como todas las películas comprometidas, tiene un transfondo ideológico potente. Dependiendo de la posición que tome cada uno en el debate fe-razón puede sentirse más cómodo o no viendo este filme.

También hay que contextualizarla en la época en la que se realiza, pocos años después de la "caza de brujas".

Y es que en esta película, se resaltan de una manera magistral dos conceptos: La defensa del individuo y su libertad de expresión, y el peligro que la sociedad y sus estereotipos pueden suponer ante una idea "políticamente incorrecta" pero científicamente cierta.

El director, toma partido por la defensa del profesor joven, que se atreve a enfrentarse a los poderes establecidos (el clérigo, el alcalde...), para enseñar en libertad. Para ello utiliza los recursos que el cine le proporciona, para marcar sus tendencias en la pantalla.

El gran Spencer Tracy ejerce de abogado, un personaje que repite una vez más y donde su don de gente y sus dotes de sensacional actor, nos dejará una magnífica interpretación.

Por otro lado tenemos a Frederic March, con un poder mediático sobre la población de dicha zona y el cual domina el tema religioso del cual se vale para sacar partido.

Veremos la evolución de este personaje en la historia, donde se va auto destruyendo sin dar el brazo a torcer. Gene Kelly quizás no haga ni un solo baile, ni falta que le hace, pero nos dejará un personaje muy creíble en cuanto a la realidad se le supone y digno de recordar por años.

Dick York, actor más conocido por la serie de TV “Embrujada”, será quien se siente en el banquillo de los acusados por defender la enseñanza libre. 

"La herencia del viento" es una película que sigue siendo apreciable a pesar del paso del tiempo. Las soberbias actuaciones, los ingeniosos diálogos y la magnífica fotografía en blanco y negro la mantienen con jovialidad.

La película muestra respeto por el espíritu mismo de las enseñanzas de la Biblia. 

Nos dice que hemos de preocuparnos de ser justos con nuestros familiares y semejantes, antes que tratar de sentar cátedra sobre las creencias o las acciones de los demás.

Pero sobretodo queda como una de las muestras de hasta qué punto algunos aspectos de la humanidad siguen siendo polémicos según la cultura en la que te encuentres ubicado.





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El Señor de las Moscas (1963): El salvajismo del ser humano



Durante una guerra, un avión sin distintivo es derribado en el océano. A bordo se encuentran varias decenas de niños británicos de edades comprendidas entre los seis y los doce años, que estaban siendo evacuados. El aparato cae en una isla desierta, aislada de cualquier vestigio de civilización.

Ningún adulto sobrevive, de modo que los chicos se encuentran, de repente, solos y se verán obligados a agudizar su ingenio y a tomar decisiones si quieren sobrevivir. Su actitud y su percepción irán deteriorándose, hasta llegar a los límites del salvajismo.

Primera adaptación cinematográfica de la novela del mismo nombre de William Golding, y para mí, mucho más conseguida que la adaptación realizada en los años 90.

Estamos ante una radiografía sobre la salvaje condición humana; sin adulto alguno que los guíe, asistimos a como los protagonistas de esta historia, se organizan democráticamente, pero poco apoco la situación deriva en la ley del más fuerte, para llevarnos a una explosión de violencia desaforada, en una metáfora de cómo funcionan las dictaduras.

La fotografía en blanco y negro, ayuda a transmitir la evolución y degeneración de los personajes, para que nos llegue su nivel de asfixia anímica. La interpretación amateur de todos los niños, resulta muy convincente y creíble; un ingrediente esencial para que la historia alcance al espectador y a la vez le resulte más dramática.

Destacaré el papel de los protagonistas antagónicos; primero tenemos a Piggy algo rellenito y el más civilizado representa al humano aposentado en las costumbres occidentales que ha perdido todo su instinto animal, su símbolo son las gafas, un objeto civilizado sin el cual no puede sobrevivir en un medio inhóspito.

En el polo opuesto se encuentra Jack, líder nato y atlético a la par que cruel y salvaje representa los instintos animales latentes pero escondidos tras el velo de la sociedad, su cuchillo simboliza la fuerza bruta y el terror.

Ralph, media entre los dos, civilizado pero consciente de sus instintos salvajes representa el equilibrio perfecto entre los dos mundos enfrentados, valentía, dialogo y comprensión simbolizados en una caracola que sopla, para convocar las asambleas democráticas.

El joven Percival simboliza la ignorancia y el terror a lo desconocido, que termina degenerando en supersticiones y monstruos que dan luz verde para que el salvajismo y la fuerza se impongan al racionalismo y la democracia. 

Del mismo modo, es el personaje de Simón, callado pero reflexivo e inteligente, el que representa el conocimiento empírico y racional, no dejándose llevar nunca por los miedos y supersticiones del resto e intentando imponer siempre la lógica y la cordura. 

Como suele pasar a lo largo de la historia, su destino no es el más merecido. 

Como defecto marcaría que la degeneración de los niños me resulta forzada; es un retroceso a la prehistoria exagerado. En mi opinión, en el libro está mucho más definida la evolución de los chicos, ya que es más difícil de explicar en hora y media escasa de filme.

Una historia que plantea muchas preguntas y casi ninguna respuesta. Usa los niños como símbolo o metáfora de la inmadurez global del mundo y de los seres humanos que habitamos el planeta.

Viene a ser una especie de experimento de cómo evoluciona el carácter humano en situaciones límite: se pasa de la entretenida aventura inicial a una reorganización fundamentada en la necesidad de un líder, en la envidia, la avaricia, la falsa solidaridad y un instinto único para lograr la supervivencia.






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Hacia Rutas Salvajes (2007): Largo viaje hacia uno mismo




A principios de los años noventa, el joven universitario e idealista Christopher McCandless (Emile Hirsch), que en un momento crucial de su vida, a la espera de cursar un doctorado en alguna de las mejores universidades de los EE.UU, adopta el nombre de Alexander Supertramp, deja sus posesiones y sus ahorros a la beneficencia, y abandona el mundo civilizado con rumbo a la salvaje Alaska, para entrar en contacto con la Naturaleza y descubrir el verdadero sentido de la vida. 

¿Quien no ha sentido en alguna ocasión la necesidad de abandonarlo todo y huir o evadirse, dejar todo atrás y buscarse a uno mismo o simplemente viajar por el mero hecho de moverse y conocer experiencias nuevas?, creo que todos alguna vez, no?.

La película trata sobre eso, sobre esa rutina diaria y ese destino que parece que nos viene marcado desde que nacemos y contra el que nos revelamos, una vez alcanzado un nivel de inteligencia superior o de iluminación.

El planteamiento del argumento es muy interesante. Un buen hijo, con un excelente comportamiento y siendo un gran estudiante...con un futuro prometedor a simple vista. 

Llega su graduación y considera que su vida está vacía, que carece de significado. 
Los valores actuales del sistema le parecen hipócritas y decide vivir su propia aventura, viajando por el país con una sola meta...llegar a Alaska.

La historia narrada en voz en off por su propia hermana y a través de imágenes y su cuaderno de notas por él mismo, nos presenta una forma de ver la vida diferente, donde el dinero pierde su valor; donde la libertad no tiene precio, donde cada uno se impone sus propios códigos morales.

No todo será positivo en esta larga travesía, la lejanía de la familia, el hambre, las comodidades y muchas otras penalidades serán piedras de tropiezo en su caminar. 

Aprenderá a vivir de la naturaleza y en su camino conocerá a todo tipo de personas, (hippies, agricultores, nudistas, aventureros), de los cuales aprenderá nuevas cosas y lo ayudarán a llegar a su meta.

Estos personajes cuentan con las interpretaciones de Catherine Keener 8la mujer de la pareja de hippies), Vince Vaughn (el granjero de Oregón) y Hal Hoolbrok (el militar retirado). Emile Hirsch como el protagonista logra una interpretación convincente y conmovedora.

"Into de Wild", es una película para amantes de la naturaleza, de elogio de los pequeños momentos y de la importancia de las relaciones humanas y de las experiencias compartidas en la vida de las personas.

El actor (y en este caso solo director) Sean Penn, a través de una historia real, vuelve a apostar de forma valiente y documentada en grandes escritores del siglo XIX, por criticar la sociedad capitalista y materialista en la que vivimos hoy en día, la cual atraviesa la crisis económico-social y de identidad más fuerte de los últimos cincuenta años.


Una película diferente y filosófica, que nos muestra la necesidad de encontrarse a uno mismo en algún momento de la vida, para tomar el pulso a lo que somos, lo que queremos. Toda persona debería pasar por esto en algún momento para crecer, pero que difícil resulta a la vez…





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Eyes Wide Shut (1999): Sexo y Culpa



William Harford (Tom Cruise) es un respetable médico neoyorquino cuya vida parece ir muy bien: está casado con una preciosa mujer, tiene una hija y hace un trabajo que le gusta. Pero, al día siguiente de asistir a una fiesta, su esposa Alice (Nicole Kidman) le habla de unas fantasías eróticas y de cómo estuvo a punto de dejarlo por un desconocido.

Abrumado por esta confesión, acaba entrando en un local, donde un antiguo compañero le habla de una congregación secreta dedicada al hedonismo y al placer sin límites. A partir de entonces un mundo dominado por el sexo y el erotismo se abre ante él. 

El genial Stanley Kubrick dirigió su último film a los 70 años, aunque no lo vio estrenado al fallecer antes. Es un drama psicológico que radiografía el matrimonio; analiza las tentaciones sexuales a las que el ser humano está sujeto, de cómo las ansias lujuriosas nos llegan a deshumanizar. Todo ello, a través de una atmósfera enfermiza envolvente.

La historia adapta libremente la novela corta de 1926 ‘Trasumnovelle’ (‘Relato Soñado’) del austriaco Arthur Schnitzler. 

El relato refleja diferentes miradas sobre el sexo, a través de un matrimonio aparentemente feliz, donde tenemos la visión de un tipo casado que se debate entre la fidelidad, y el adulterio revanchista.

En el viaje nocturno de Bill, se topará con diferentes personas por las que será testigo de diferentes modos de tentaciones sexuales: el sexo y las drogas con Ziegler de por medio en una fiesta navideña, sexo con una prostituta, sexo con una menor, y por supuesto la bacanal hedonista de orgías enmascaradas, símbolo del sexo más despersonalizado y desprovisto de amor.

El director se siente a gusto criticando a la alta sociedad y su mundo de snobs que aparenta una cosa y por detrás son otra distinta. 

Como en toda la  obra de Kubrick, es un relato que nos hará reflexionar, nos hace pensar en nuestras obsesiones, en nuestras paranoias, en nuestros instintos básicos.

Nos plantea dilemas morales sobre qué haríamos nosotros en el lugar de los protagonistas;  asistimos a una turbia historia de celos, curiosidad sexual e incitaciones, en que la imaginación tiene un gran peso.

Al final nos queda una moraleja en la que se nos muestra políticamente correcto y por ello resulta extraño, nos habla del peligro de las tentaciones, del riesgo de poner en juego nuestra estabilidad, y al final se decante por el amor marital, previniéndonos del sexo sin amor.

Tom Cruise, (en la que yo diría que es su mejor actuación), nos muestra a un tipo seguro de sí mismo y hasta cierto punto quizá arrogante, que tras la confesión de su mujer, se vuelve tenso e inseguro, sufriendo una evolución que le va haciendo caer poco a poco. 

Con respecto a Nicole Kidman, se nos muestra correcta en su interpretación, si bien su rol secundario, la hace pasar mucho más desapercibida.

Aunque el planteamiento y la ambientación de la historia sean destacables, eso no libra a la película de resultar larga, lenta e incluso fría en exceso. Da la sensación de que la premisa inicial no fuera suficiente para llenar toda la historia, por lo que pienso que diversos episodios que ocurren a lo largo del metraje, podrían obviarse perfectamente.


Comparándola con otras obras míticas de su director, obviamente resulta pasable. No obstante para espectadores de películas tranquilas y reflexivas, resulta una buena opción, descubrir esta historia de sexo y culpa, que sirvió como punto y final a la obra de este director.





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Whiplash (2014): Pasión desmedida por el triunfo



El objetivo de Andrew Neiman (Miles Teller), un joven y ambicioso baterista de jazz, es triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este en el que estudia. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza.

Terence Fletcher (J.K. Simmons), un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio. Cuando Fletcher elige a Andrew para formar parte del conjunto musical que dirige, cambia para siempre la vida del joven. 

Whiplash es una película emocionante impregnada de jazz estadounidense, de música y de un drama distinto y más real.

Andrew conoce Terence Fletcher (J.K. Simmons), es un profesor a quien se le conoce por su gran talento y por sus rigurosos y duros métodos de enseñanza, él dirige al mejor grupo de jazz del Conservatorio.

Y es él también quien le enseñará a Neiman como se vive una verdadera pasión y entrega, cuando Fletcher lo elige para formar parte del conjunto musical que dirige, lo cual sorprende a Andrew.

Es aquí donde comienza ése proceso de alcanzar la grandeza, un camino doloroso y cruel que lo lleva a conocer la gloria, el éxito y el triunfo personal a ambos.

En esta cinta, el director Damien Chazelle nos cautiva con el sueño de la superación, y nos lo deja ver con el protagonista, quien lucha día a día por ser el mejor a base de mucho esfuerzo y sacrificio, por buscar su lugar y lograr cumplir su sueño.

El director también resalta la importancia de la disciplina en todos los ámbitos y la manera en que se forja el carácter de un buen músico, teniendo un tirano como profesor, cuyo único objetivo es alcanzar la grandeza propia y de los suyos; el fin justifica los medios.

La estupenda actuación de J.K. Simmons deja pasmado a cualquiera, consiguiendo interpretar a un verdadero tirano que humilla y ofende a sus estudiantes, con la intención de sacar a relucir al verdadero músico que llevan dentro, aunque tenga que humillarlos y degradarlos, hasta llegar al punto de quiebre. 

En este caso, podríamos decir que el nivel de dureza del profesor llega al punto de considerarse bullying, aunque todo depende de ocmo lo interprete el espectador...

La obsesión por la perfección de un profesor, la búsqueda de grandeza de un joven músico y lo que serán capaces de arriesgar uno y otro, los límites físicos y psicológicos que están dispuestos a sobrepasar y lo que ello conlleva. 

Todo eso se trata en la película y se transmite de tal manera que sientes esa presión en ti mismo.

La fuerza y energía que se desprende de la pantalla es desbordante, fruto de la asombrosa dirección de Chazelle sumado a las interpretaciones de unos espectaculares J. K. Simmons y Miles Teller. El guión es simple, pero tampoco necesita más, el poder audiovisual que tiene, supera y maquilla sus carencias.

"Whiplash" convierte lo difícil en sencillo. Con un par de personajes potentes levanta una película con una premisa dura y sencilla a la vez: El éxito como fruto de un esfuerzo más allá de cualquier límite físico y psicológico.





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