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Rompenieves (2013): El tren a ninguna parte




Un fallido experimento para solucionar el problema del calentamiento global, casi acabó destruyendo la vida sobre la Tierra. Los únicos supervivientes son los pasajeros del Snowpiercer, un tren que recorre el mundo impulsado por un motor de movimiento eterno.

La película está basada en un cómic que se enmarca en la ciencia ficción, y como no podía ser de otra manera, utilizando el futuro de manera distópica.

Rompenieves nos presenta un mundo veinte años adelantados al nuestro, donde ha sucedido una especie de segunda hibernación y el mundo tal y como lo conocemos ha desaparecido bajo el frío.

Sin embargo, un pequeño grupo de población ha sobrevivido. 

Se trata de un conglomerado de gente que convive en un tren totalmente autónomo que se dedica a dar vueltas al mundo.

Dentro de este propio tren, se han establecido una serie de reglas que no dejan de ser un espejo de la realidad que encontrábamos en nuestro propio mundo. 

Por tanto, en nuestro tren, encontramos clases trabajadoras y también otras superiores que viven de estos, esclavizándolos totalmente.

Creo que es la película con la temática política más atrevida que posiblemente ha salido en décadas de los USA. Desde luego de manera leída el argumento puede resultar absurdo, y precisamente, el director juega con esta ambigüedad.

El director logra ofrecer una visión del mundo que existe en el interior del tren, presentando los diferentes niveles y habitantes de cada vagón.

Plasma en ellos de una forma, muy obvia, el estilo de vida capitalista del mundo actual, dejando claras las clases sociales y el lugar que les corresponde a cada una de ellas.

La lectura que se saca de la película es demasiado evidente y conocida por el espectador, donde el director sabe generar momentos de tensión, emoción e incluso introducir un rocambolesco humor negro que ayudan a llevar con facilidad la duración de la película.

Al frente de la historia, tenemos a un grupo de actores con caras conocidas y todos bastante bien porque, al fin y al cabo, hacen sus papeles tipo (Chris Evans el héroe, Tilda Swinton de mala, Jamie Bell de amigo del protagonista, John Hurt de sabio o Ed Harris de… da igual, es Ed Harris y uno se queda pegado a la pantalla cuando salga). Y elementos no le faltan para enganchar a la audiencia.


La película es un ejercicio fascinante, un paseo surrealista con momentos muy logrados, pero que se queda en ese terreno entre lo comercial y lo artístico en el que hay que ser un maestro para salir indemne. Y Joon-ho, el director, no lo consigue.





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Argo (2012): Rescate en Irán



Irán, año 1979. Cuando la embajada de los Estados Unidos en Teherán es ocupada por seguidores del Ayatolá Jomeini para pedir la extradición del Sha de Persia, la CIA y el gobierno canadiense organizaron una operación para rescatar a seis diplomáticos estadounidenses que se habían refugiado en la casa del embajador de Canadá.

Con este fin se recurrió a un experto en rescatar rehenes y se preparó el escenario para el rodaje de una película de ciencia-ficción, de título "Argo", en la que participaba un equipo de cazatalentos de Hollywood. 

La misión: ir a Teherán y hacer pasar a los diplomáticos por un equipo de filmación canadiense, para traerlos de vuelta a casa.

Tercer filme de Ben Affleck como director, demostrando que le va mejor tras las cámaras que frente a ellas, al menos para mi gusto, ya que lo considero un actor limitado. 

El Affleck director, sabe cómo contar una historia para captar la atención del público y dotar a la trama de interés.

El filme en su primera mitad introductoria, se encarga de informar al espectador sobre lo que ocurre en el entorno y en esos momentos, la situación política, comentarios de las persones comunes, etc.

Affleck cuenta con elementos propios de la época y utiliza bastantes imágenes, con noticias verdaderas de los hechos reales; son detalles que le dan gran veracidad al filme.

En la segunda mitad, inicia un ritmo que crece, se alimenta de intriga y tensión, que involucra al espectador con la acción del filme y con sus personajes.

Claro que, como cualquier película tiene sus defectos. Para empezar, hay algunas escenas que relantizan el ritmo de la película, y que en mi opinión sobran y a la vez falta algo en ellas. Son las pequeñas lagunas que deja el guión. La banda sonora no creo que sea muy acertada.

Siempre que sale Irán en pantalla aparece la música árabe, y cuando la acción se lleva a cabo en Estados Unidos sencillamente no hay música, salvo alguna excepción, como Dire Straits. 

Quizá se pudo haber hecho algún guiño a la música setentera.

Las actuaciones son buenas, sobre todo las de Alan Arkin y John Goodman, que trasmiten el humor en el filme, dando vida con garra a dos socarrones habitantes del mundo de la farándula.

Esa mezcla de thriller con humor no chirría y queda como un guante. Con respecto al resto de intérpretes, un correcto Affleck en el papel principal, y el resto bastante correcto.

En síntesis, un filme con muchos ingredientes, humor, drama, tensión, intriga, etc. Bien hilada y bien hecha. Percibí cierto tufillo propagandístico y es que en Argo se opera una predisposición al espectadoruna dosis de ese inevitable patriotismo americano, del que son inmunes este tipo de filmes sobre política; pero que no le quita nada de sus virtudes, a pesar de todo.





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La Cortina de Humo (1997): Manipulación al poder



Tras ser pillado in fraganti en una situación escandalosa unos días antes de su reelección, el presidente de los Estados Unidos decide inventarse un conflicto que desvíe la atención de la prensa de su affaire. 

Uno de sus consejeros se pone en contacto con un productor de Hollywood para crear una cortina de humo: una guerra en Albania a la que el presidente pueda poner fin heroicamente ante las cámaras de televisión.


El término "cortina de humo" es un término que define aquella situación en la que para desviar la atención ante un hecho de cierta importancia, se monta una parafernaria alrededor de otro hecho no tan importante o inventado. 

Esto, que es una práctica bastante habitual en el mundo de la política, le sirve al director Barry Levinson para mostrarnos una pretendida ácida crítica, ante el papel de que tienen los medios de comunicación, en el mundo de la política. 

Manipulando al ser humano, consiguen desviar la atención del foco de interés real. El director le da el tono de comedia que le quita seriedad al asunto

Tal vez en esa época (1997) todo tuviera un halo algo más que irreal, pero en los tiempos que vivimos y con las cosas que sabemos, podemos afirmar que el guión de esta película no es para tomárselo a broma, aunque en forma de semi-comedia se nos presente. 

Lo cierto es que la película arranca de forma espectacular, pero también es una realidad, que las exageraciones de la segunda parte lastran el conjunto. 

No creo que el objetivo de esta película fuera el de extraer conclusiones profundas, su tono cómico la convierten en un buen entretenimiento, pero poco más. 
Ojala hubieran arriesgado mucho más aún.

Gran pareja de actores principales (Robert De Niro y Dustin Hoffman) bien ayudados por Anne Heche. Además de ellos, en breves apariciones tenemos a Woody Harrelson, Willian H. Macy o una joven Kirsten Dunst.

Gran producción que hace pensar a aquel que la vea en que quizá las cosas no son como uno las ve, y que casi nunca son como nos las cuentan. 

Lo preocupante es que, en personajes cínicos y maquiavélicos, como los que aparecen aquí; seguro que reconocemos a sujetos reales de nuestro entorno público.








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Maridos y Mujeres (1992): Crisis Matrimoniales




Justo antes de salir a cenar los dos matrimonios, Jack y Sally comunican a Gabe y a Judy, su mujer, que van a separarse de mutuo acuerdo, de tomarse un tiempo para vivir de forma independiente. 

La noticia de que sus mejores amigos desde hace muchos años no tenían un matrimonio tan perfecto hacen dudar a Gabe y a Judy sobre el suyo propio. 

Una de las películas más intimistas de Allen. Lejos de sus habituales personajes histriónicos, llenos de absurda y genial mordacidad, Allen trata el tema de las inseguridades de la pareja, y las diferentes visiones del matrimonio

Allen pone el énfasis en la convivencia directa, y en las experiencias conjuntas de un grupo de parejas.

Con unos vertiginosos movimientos de cámara, subrayando el carácter documentalista, que Allen quiere imprimir a la película, y ayudado por los comentarios de un narrador- entrevistador que va interrogando a cada uno de los protagonistas sobre sus diferentes experiencias en la vida, Allen ofrece este drama costumbrista.

Porque esta película habla precisamente, de algo tan importante y común en nuestras vidas como la visión de pareja que anhelamos. Nuestras expectativas de encontrar una pareja, que comparta con nosotros algo más que media hora de pasión y desenfreno.

Todos los personajes, interpretados por un grupo de seis magistrales actores (el propio Allen, Mia Farrow en su última colaboración con el director, Sidney Pollack, Judy Davis, Juliette Lewis, y Liam Neeson), manejan y muestran sus emociones de manera dolorosa; pues el amor aquí no da la felicidad, sino que se presenta como un arrebato de furia difícil de controlar.

La película acierta a la hora de retratar el hastío producido por años y años de convivencia y el inconformismo propio de las personas. 

Sin embargo, Woody Allen tiene una concepción muy negativa de nuestra sociedad y otorga a sus películas de un carácter pesimista, que pienso que no se ajusta en absoluto, al todo de nuestra realidad.

Woody Allen es un tipo que vive constantemente obsesionado por los psiquiatras y por el lado negativo de la vida. 


Eso que en pequeñas dosis puede parecer gracioso, en las dosis en las que nos lo es suministrado, puede terminar por cansar. Aunque eso, obviamente, depende del espectador. 

Por ello es comprensible que películas como ésta que nos ocupa, no sean para todos los públicos, y haya público que prefiera al Woody más divertido. Aquí desde luego, no aparece apenas.

Podría decirse, que “Maridos y mujeres” es una de sus películas más serias y profundas. Y quizás, por eso mismo, más de uno podrá considerarla decepcionante si la comparamos con otras obras maestras de su autor como “Annie Hall” o “Hannah y sus hermanas”.

Pero si alguno de los lectores de esta crítica está casado y/o mantiene una relación estable desde hace muchos años, creo que podría descubrir que la disección matrimonial de Allen -para lo bueno y para lo malo- puede ser tan real como la vida misma.










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Nueve semanas y Media (1986): Los límites del amor.





Elizabeth, una bella galerista de arte, entabla relación con John, un broker de Wall Street. Tras unos inicios apasionados, la pareja se embarcará, por deseo de él, en una serie de juegos eróticos cada vez más extraños que confundirán a Elizabeth, pues ella le ama pero desconoce los verdaderos sentimientos de John.

Sin ser una película maravillosa, sí que es relevante y digna de mencionar si hablamos de una década tan puritana como fueron los 80. Las aventuras de una casta, seria y romántica Elisabeth, con un especulador de bolsa como John, mucho más analítico y realista, a la par que frío y manipulador.

Aventuras que se convierten en una relación puramente sexual, donde a él sólo le interesa ella para el sexo y ella termina adoptando un papel de entregada sumisa-light, que se va enamorando de él. 

Ella accede a realizar todas sus fantasías, pero llega un momento en que el amor y el deseo se vuelven desconfianza y temor hacia la otra persona. 

Lo que hay entre los protagonistas no es amor, es un juego peligroso que, esperando ella que se convierta en una verdadera relación, se le termina escapando de las manos.

Basinger y Mickey Rourke triunfaron con esta historia. La película fue un arma de doble filo para ambos, puesto que si bien los lanzó como dos de los actores más importantes y atractivos del momento; esa fama y encasillamiento les sigue persiguiendo a día de hoy y por momentos estuvo cerca de terminar con sus carreras.

Kim Basinger, con su gran atractivo, es perfecta para un papel que destila sexualidad, debilidad e incoherencia a partes iguales y su trabajo, casi por lógica, es una maravilla. Mickey Rourke está aceptable, haciendo perfecto todo lo que se pide de él. Pero es Kim, la que mejor actuación representa.

El problema, en ambos casos, es la inexistente evolución y vacío de sus personajes, de los que apenas sabemos nada al principio y al final, casi que tampoco.

Creo que a pesar de su disfraz de película erótica, “9 semanas y media” se mete con el tema de las fantasías sexuales y esa conducta ambigua del ser humano, que lo hace oscilar mentalmente entre llevarlas a cabo o no. Un verdadero dilema para la mayoría de las personas. 

El espectador asiste al enfrentamiento con sus propios límites, al observar los de la protagonista. 

Es por lo que creo que muestra una realidad, una categoría de personas que existe realmente y que busca en sus parejas el límite, saber hasta dónde las pueden llevar.

Es en este sentido, en la mirada sobre este tipo de personas, que la película me resultó interesante. 

Es cierto que el tema daba para una película más cruda, explícita y mucho mejor. Lo que en aquel entonces resultó provocativo y polémico, actualmente resulta infantil y ampliamente superado en el cine; además de ser una película, donde se sugiere mucho más que se muestra.

Aunque sólo sea por el carisma y feeling de ambos protagonistas, la película se mereció, ser una de las referencias cinéfilas eróticas de toda una generación.





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