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El mensajero del miedo (1962): Lavados de Cerebro



En el año 1952 durante la Guerra de Corea, el sargento Raymond Shaw (Laurence Harvey) ordena a sus hombres que se preparen para una ofensiva. Durante la operación, que es una encerrona, son sometidos a un lavado de cerebro, entre ellos también está el Mayor Benneth Marco (Frank Sinatra).

A su vuelta en Estados Unidos, Shaw es condecorado y eso le puede repercutir una ganancia de votos a su padrastro, el senador republicano John Iselin (James Gregory) así como posesiva admiración de su posesiva madre Eleanor (Angela Lansbury).

Durante un interrogatorio, después de la condecoración de Shaw, el Mayor Marco empieza a indagar en la extraña actitud del Sargento, mientras el Senador empieza a escalar en el poder, en su camino hacia la Presidencia de los Estados Unidos.

Elaborado thriller de espionaje psicológico basado en una novela de Richard Condon (que también participó en el guión) que consolidó a John Frankenheimer como uno de los mejores especialistas del género en intrigas políticas y espionaje.

En la película no faltan elementos de suspense, tensión y drama sobre una historia de veteranos de guerra, que a su regreso son víctimas de una manipulación mental.

Esa manipulación se realiza, con el fin de que el Bloque Comunista pueda manejar a sus anchas las ambiciones de un agresivo senador republicano, cuyo fin es desmantelar los activistas contrarios a sus ideales políticos. 

La trama se ciñe en el ya recordado e inquietante prólogo en que los soldados son sometidos a un lavado de cerebro por parte de sus enemigos en una fría estancia pero que les hacen (y aquí la cámara juega, desde el punto de vista de los prisioneros, un papel importante en que les hacen creer que están en una conferencia de la Sociedad de Damas Horticultoras de New Jersey).

Con respecto a las actuaciones, destaca sobre todo la actriz inglesa Angela Lansbury. Demostró que no solo el Norman Bates de “Psicosis” podía hacer suya la frase de “El Mejor amigo de un hijo es su Madre”, consiguiendo la nominación al Óscar a la mejor actriz de reparto.

Una obra magistral no exenta de polémica en su momento, cuando Estados Unidos quedaba agitado por la Crisis de los Misiles en Cuba y, posteriormente, por el asesinato de Kennedy. 

Precisamente por su asesinato en 1963, y por las referencias tan estrechas entre realidad y ficción, “The Manchurian Candidate” tuvo que postergar su estreno hasta 1965. 

A destacar el terror intravenoso que inyecta a quienes no quieren creer que en las llamadas democracias también existen manos negras, ocultos intereses y operaciones maquiavélicas que convierten a las personas en seres más próximos al cuerno y la pezuña.


Si bien pudiera parecer un poco ambigua ideológicamente, y justificar en cierta medida las cazas de brujas de la década anterior, hay que tener en cuenta el contexto en el que se rodó (principios de los 60 en lo más crudo de la guerra fría). Aunque hoy el enemigo no es el comunismo, la historia no pierde vigencia... 






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El hombre del brazo de oro (1955): El horror de las drogas




Frankie Machine (Frank Sinatra), un hombre con talento musical, sale de la cárcel y, además, consigue dejar la heroína. Su principal problema será encontrar un medio de vida honrado, evitando las drogas y el juego. 

Lo bueno del film, es que nos narra la vida de un hombre cuya vida siempre ha estado condicionada por todos aquellos que estaban a su alrededor, que usaban su talento para su propio beneficio sin importarle las consecuencias como si de vampiros se trataran.

Frankie Machine es explotado por su habilidad en el juego de póquer, pagándosele una comisión por las ganancias. 

Es explotado por su propia mujer Sofía Zosh (Eleanor Parker) que le hace creer que está paralítica para que no la abandone, y por el personaje que le vende y le inyecta la droga (heroína)

Por otro lado, tenemos la benevolencia del personaje, que también le jugaría malas pasadas al ser víctima de gente con un egoísmo incontenible.

El director Otto Preminger se atreve a tratar en esta película un tema siempre espinoso, y más aún en la época. La droga como sustento de los largos días de su protagonista y como martirio de sus esperanzas.
El director profundiza detenida y apropiadamente en la dependencia del protagonista, que le lleva a la más extrema desesperación y locura.

La película, que podría entrar en la categoría de lo que se dio en llamar “film noir” da una importancia decisiva al contexto, al entorno hostil (social, económico y familiar), el chantaje (mafioso y amoroso) y las propias pasiones amorosas, que son, en esencia, el tema de fondo de la película.

Alejándose a su vez, de cualquier postura moralista sobre el uso, abuso, o pesadilla de la adicción a la heroína, postura que desafortunadamente sí hemos visto en otras películas mucho más recientes y "llamativas".

A pesar de ciertos aspectos poco creíbles del guión, éste presenta una historia interesante y nos embarca en un crescendo dramático bien interpretado por sus tres actores principales. 

Tanto Eleanor Parker como Kim Novak siempre regalan buenas actuaciones, y su presencia esta vez bien que lo corrobora. Confieso que no me esperaba a un Frank Sinatra tan solvente y metido en su papel.

Aun que me da que, con otro actor de más facultades que el señor Sinatra, esta película en vez de quedarse en buena hubiese derivado en una obra sobresaliente. Aún así, son dos horas de cine que nadie debería perderse. Muy recomendable para cualquier cinéfilo.







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El Invisible Harvey (1950): Todos han visto a Harvey



Elwood P. Dowd (James Stewart) es un hombre afable, cariñoso y siempre dispuesto a ayudar a los demás. Su único problema, es que va a todas partes acompañado por un imaginario conejo gigante al que llama Harvey. La familia de Elwood no sabe qué hacer y opta por llevarlo a un psiquiátrico. 

La vida puede ser maravillosa, aunque tal y como nos lo plantea la historia original del ganador del Pulitzer Mary Chase, llegar a ser completamente feliz es francamente desesperanzador.

Para ello se tendrían que cumplir una serie de requisitos, como por ejemplo mantenerse aislado de cualquier problema, ignorar noticias que vengan ocultas en misteriosos sobres; frecuentar tabernas y entablar amistad con los parroquianos del lugar.

Y por supuesto lo más importante, tener siempre un gran amigo a nuestro lado, un amigo que nos repita continuamente lo importante que somos, que coincida siempre con nosotros, aunque mida 2 metros y sea un conejo blanco. 

Se trata de una película divertida, que es además muy poética. Nos habla de un hombre que ha decidido ser bondadoso antes que listo, que hace años que ha huido de la realidad. 
El mundo de las personas "normales" es desagradable, falso, egoísta.

El mundo del personaje de James Stewart, es un mundo gobernado por la inocencia, por la amabilidad, por la bondad. Un personaje así es lógico que sea tildado de loco en este absurdo mundo de personas "normales". Vive en su propio mundo, sólo, con su inseparable Harvey, pero es feliz y hace felices a los demás.

Leído de un modo menos radical y más adecuado al tono del film, el subtexto de “El invisible Harvey” evidencia que todos estamos algo neuróticos, algo ansiosos, algo paranoicos, y que somos más ingratos, más problemáticos y más indeseables que un loco bondadoso e inofensivo.

Porque lo más importante, lo imprescindible debería ser la empatía, la amabilidad sincera, la bondad, hacer el bien, prestar atención a quienes nos rodean.

Si observamos al personaje de Elwood desde una perspectiva esencial, representa él mismo a una idea, a un concepto invisible que, sin embargo, existe: es alto, benigno y busca la amistad y el beneficio de todos los chiflados que poblamos el mundo; aunque a nosotros a menudo, sólo nos parezca una excéntrica inconveniencia.

La película, basada en una obra teatral, además de ser una brillante reflexión sobre aspectos tan trascendentes como la cordura y la felicidad, resulta realmente tan fresca y divertida como hace 50 años.

Y además, nos permite disfrutar de una lección de interpretación de James Stewart en uno de sus papeles menos conocidos.
Que nadie juzgue a la locura inofensiva, cuando esta es así, o se representa así. Cortázar por ejemplo veía sus cronopios y claro, como es un gran artista, nadie le dijo nada.

Por eso si alguien tiene a una persona cercana que ve cosas o mejor dicho personajes, den un segundo vistazo y a lo mejor ustedes también lo verán.

Es una de esas películas de las que a primera vista no se espera mucho, y termina dejándolo a uno con una sonrisa franca y esperanza en el corazón.






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Sed de Mal (1958: Corrupción en la Frontera



Un agente de la policía de narcóticos, Miguel Vargas (Charlton Heston) llega a la frontera mexicana con su esposa justo en el momento en que explota una bomba.

Inmediatamente se hace cargo de la investigación contando con la colaboración de Hank Quinlan (Welles), el jefe de la policía local, muy conocido en la zona por sus métodos expeditivos y poco ortodoxos.

Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tiene pruebas contra el otro. 

Tenía muchas ganas de ver esta película, por su extraordinaria fama, pero la genialidad se la deja Orson Welles en una magistral primera escena, muy bien elaborada, un sensacional plano-secuencia.

No nos engañemos, "Sed de Mal" es una sobrevalorada película, con un inicio legendario, pero que fue (y es) sobredimensionada por los críticos, por el simple hecho de llevar la firma del señor Welles.

Muchos podrían decir que la culpa no es del director, pues el género en que se había circunscrito obligaba a cumplir con los cánones del cine negro y de la época. Esto no es cierto. Desde un principio, se había apostado por una clase de película con la que Welles ya había estado familiarizado, por lo que su travesía en el mundo de asesinatos, detectives, femmes fatales y miseria humana no eran ninguna novedad.

Así pues, no siendo requisito primordial cumplir con todos los requisitos del género, se podría haber permitido el lujo de prescindir de gran parte de ellos y prestar atención a la historia. 

De todas maneras, que el cine negro mantenga ciertos elementos disonantes con la sociedad actual y posea ese carácter simplista, no es motivo de incredulidad.

Orson Welles erró en su propuesta. El filme no mantiene en vilo por predecible y la dimensión real se traspapela entre el guión como por arte divina. Todo carece de la profundidad necesaria para emocionarnos.

Mirándola con ojos objetivos, es una película de mero entretenimiento que funciona mejor que muchos thrillers actuales sin la necesidad de grandes apartados técnicos. 

Se puede decir que ha envejecido bien pero nada de eso tapa los defectos que tiene; con bastantes más defectos que aciertos, aunque éstos últimos, hay que decirlo, son bastante buenos.

Por otra parte destacar unas buenas actuaciones, Charlton Heston haciendo del duro, Orson Welles y un personaje mítico que obviamente escribió para si mismo. Janet Leigh haciendo un poco de mujer florero, y por supuesto los geniales cameos de Marlene Dietrich haciendo de "madame".

Como digo, aunque sea una de las mejores películas de Orson Welles, tanto de actor como director, no es un peliculón desde mi punto de vista. 

Y es que los polis listos hacen trampa, igual que los cineastas listos construyen algunas como "Rosebud", y esta es la forma de Welles de homenajear a los tramposos, porque la verdadera justicia no parece poder valerse siempre de lo justo.






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Primavera en Otoño (1973): Amor sin barreras.



Historia de amor entre una joven hippie de espíritu libre y un hombre maduro cuyo corazón se ha ido endureciendo con el paso de los años.

¿Hay edad para el amor? ¿Nos condicionan las opiniones de los demás en nuestras decisiones personales? La respuesta a la primera pregunta es no y a la segunda cuestión es sí.

Primera película dirigida por Clint Eastwood, donde por primera vez no aparecería en pantalla. Analicemos la historia; un promotor inmobiliario conservador y solitario de apariencia fría y hostil, se cruza en su camino con una jovencita hippie de espíritu alocado que por edad bien podía ser su hija. 

Entre los dos hay un mundo de diferencias, que poco a poco irán dejando de lado para que aparezca el amor.

La cinta es un agradable relato que se desarrolla linealmente sin sobresaltos, todo muy previsible, una cinta deudora de su tiempo, donde la contracultura hippy crecía, donde el amor libre campaba a sus anchas.

Los protagonistas demuestran una gran química, William Holden demuestra una solvencia y carisma fascinantes y Kay Lenz transmite una candidez, ternura y encanto que enamoran. 

Entre los dos brotan chispas de amor que supera las barreras tanto sociales como de edad.

Es un film con un buen ritmo, una puesta en escena sobria muy de los setenta, donde la historia de amor nos llega sin alardes, sin caer en sensiblerías, 

Desgraciadamente, fue un gran fracaso comercial cuando se estrenó y desde entonces casi no se ha exhibido, pero si uno tiene la suerte de verla descubre que lo que en su momento se consideró como una novedad en la carrera de Eastwood como director, "Los puentes de Madison", en realidad ya tenía un clarísimo antecedente.

También aquí se nos ofrece una muy romántica historia, marcada en este caso por dos diferencias complementarias, la generacional y la ideológica: ella es una jovencita hippy, y él un maduro hombre de negocios. 






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Un Viaje Alucinante (1966): Viaje al interior del Cuerpo Humano



El profesor Bennet es un científico que ha creado una fórmula que permitiría reducir el cuerpo humano a un tamaño microscópico durante un tiempo ilimitado. Cuando se dispone a entregarla al Pentágono, unos espías provocan un accidente de tráfico que deja al profesor incapacitado para toda labor científica. 

Pero las Fuerzas Disuasorias de Miniaturas Combinadas ponen en marcha un plan para operarlo desde el interior.

Hubo un tiempo en el que los guionistas de Hollywood vieron en la ciencia un aliciente magnífico para crear thrillers trepidantes o aventuras inimaginables. De aquí salieron joyas tan ingeniosas y entretenidas como Ultimátum a la tierra, La invasión de los ladrones de cuerpos o El hombre con rayos X en los ojos.

Si bien había mucha más ficción que ciencia, una cosa hacía únicas a estas películas: El encanto. 

La posibilidad de plasmar universos que existen dentro de nuestra cabeza (imaginarios o reales) era un campo inagotable de ideas, unas más brillantemente plasmadas y otras menos.

Realizada por Richard Fleischer, y basada en la novela homónima de Isaac Asimov, "Viaje alucinante" es una película que puede continuar siendo vista con interés, pese a los avances de la medicina. 

Seguro que más de un cirujano encontró su vocación al ver esta cinta en su infancia. No es para menos. 

La idea argumental de viajar por el interior del cuerpo humano, verdaderamente es alucinante. Las posibilidades que da atravesar con una nave acuática el plasma sanguíneo y los distintos órganos que todos llevamos dentro, son muchas.

Richard Fleischer, veterano director con títulos interesantes en su haber ya por entonces, crea una atmósfera de tensión continua entre los peligros del sistema inmunológico a los que se enfrenta el “Proteus”, y la cuenta atrás del final de la miniaturización, mostrado en un reloj de grandes números en la sala de control.

Los elementos de aventura clásica se ven reforzados con el exótico escenario en el que se desarrolla la película, un cuerpo humano cuyos vericuetos simulan un planeta extraño en medio del espacio.

A pesar de la caducidad de algunos efectos especiales (recordemos que estamos en la era pre-Star Wars y 2001, una odisea en el espacio), los decorados y la ambientación están hechos con mimo, buen gusto y una gozada para la visión.

Los actores, por fortuna, no pertenecen al elenco de estrellas o divas, lo que da más credibilidad al producto final. Contar con Stephen Boyd, la belleza de Raquel Welch, el gran Donald Pleasance y, sobre todo, Arthur O'Connell, es asegurarse una calidad interpretativa altísima.

Comentar también, que es un film realizado durante la guerra fría, en el momento de las  continuas tensiones entre los grandes bloques. 

Este ambiente de tensión mundial queda reflejado en la película en el hecho de que, aunque el peligro inmediato con que se enfrentan los micronautas sean las propias defensas del cuerpo humano en que son introducidos; la amenaza mayor sean los sabotajes ocasionados por un enemigo infiltrado.


Incluso el hematoma en el cerebro del científico, que tienen que extirpar, ha sido originado por un atentado.





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