El profesor Bennet es un
científico que ha creado una fórmula que permitiría reducir el cuerpo humano a
un tamaño microscópico durante un tiempo ilimitado. Cuando se dispone a
entregarla al Pentágono, unos espías provocan un accidente de tráfico que deja
al profesor incapacitado para toda labor científica.
Pero las Fuerzas
Disuasorias de Miniaturas Combinadas ponen en marcha un plan para operarlo
desde el interior.
Hubo un tiempo en el que los
guionistas de Hollywood vieron en la ciencia un aliciente magnífico para crear
thrillers trepidantes o aventuras inimaginables. De aquí salieron joyas tan
ingeniosas y entretenidas como Ultimátum a la tierra, La invasión de los
ladrones de cuerpos o El hombre con rayos X en los ojos.
La
posibilidad de plasmar universos que existen dentro de nuestra cabeza
(imaginarios o reales) era un campo inagotable de ideas, unas más
brillantemente plasmadas y otras menos.
Realizada por Richard
Fleischer, y basada en la novela homónima de Isaac Asimov, "Viaje
alucinante" es una película que puede continuar siendo vista con interés,
pese a los avances de la medicina.
Seguro que más de un cirujano encontró su
vocación al ver esta cinta en su infancia. No es para menos.
La idea argumental de viajar
por el interior del cuerpo humano, verdaderamente es alucinante. Las
posibilidades que da atravesar con una nave acuática el plasma sanguíneo y los
distintos órganos que todos llevamos dentro, son muchas.
Richard Fleischer, veterano
director con títulos interesantes en su haber ya por entonces, crea una
atmósfera de tensión continua entre los peligros del sistema inmunológico a los
que se enfrenta el “Proteus”, y la cuenta atrás del final de la
miniaturización, mostrado en un reloj de grandes números en la sala de control.
Los elementos de aventura
clásica se ven reforzados con el exótico escenario en el que se desarrolla la
película, un cuerpo humano cuyos vericuetos simulan un planeta extraño en medio
del espacio.
A pesar de la caducidad de
algunos efectos especiales (recordemos que estamos en la era pre-Star Wars y
2001, una odisea en el espacio), los decorados y la ambientación están hechos
con mimo, buen gusto y una gozada para la visión.
Los
actores, por fortuna, no pertenecen al elenco de estrellas o divas, lo que da
más credibilidad al producto final. Contar con Stephen Boyd, la belleza de
Raquel Welch, el gran Donald Pleasance y, sobre todo, Arthur O'Connell, es
asegurarse una calidad interpretativa altísima.
Comentar también, que es un film
realizado durante la guerra fría, en el momento de las continuas tensiones entre los grandes bloques.
Este ambiente de tensión mundial queda reflejado en la película en el hecho de
que, aunque el peligro inmediato con que se enfrentan los micronautas sean las
propias defensas del cuerpo humano en que son introducidos; la amenaza mayor
sean los sabotajes ocasionados por un enemigo infiltrado.
Incluso el hematoma en el
cerebro del científico, que tienen que extirpar, ha sido originado por un
atentado.
0 comentarios:
Publicar un comentario