Historia de amor entre una
joven hippie de espíritu libre y un hombre maduro cuyo corazón se ha ido
endureciendo con el paso de los años.
¿Hay edad para el amor? ¿Nos
condicionan las opiniones de los demás en nuestras decisiones personales? La
respuesta a la primera pregunta es no y a la segunda cuestión es sí.
Primera película dirigida
por Clint Eastwood, donde por primera vez no aparecería en pantalla. Analicemos
la historia; un promotor inmobiliario conservador y solitario de apariencia
fría y hostil, se cruza en su camino con una jovencita hippie de espíritu
alocado que por edad bien podía ser su hija.
Entre
los dos hay un mundo de diferencias, que poco a poco irán dejando de lado para
que aparezca el amor.
La cinta es un agradable
relato que se desarrolla linealmente sin sobresaltos, todo muy previsible, una
cinta deudora de su tiempo, donde la contracultura hippy crecía, donde el amor
libre campaba a sus anchas.
Los protagonistas demuestran
una gran química, William Holden demuestra una solvencia y carisma fascinantes
y Kay Lenz transmite una candidez, ternura y encanto que enamoran.
Entre los
dos brotan chispas de amor que supera las barreras tanto sociales como de edad.
Es un film con un buen
ritmo, una puesta en escena sobria muy de los setenta, donde la historia de
amor nos llega sin alardes, sin caer en sensiblerías,
Desgraciadamente, fue un
gran fracaso comercial cuando se estrenó y desde entonces casi no se ha
exhibido, pero si uno tiene la suerte de verla descubre que lo que en su
momento se consideró como una novedad en la carrera de Eastwood como director,
"Los puentes de Madison", en realidad ya tenía un clarísimo
antecedente.
También aquí se nos ofrece
una muy romántica historia, marcada en este caso por dos diferencias
complementarias, la generacional y la ideológica: ella es una jovencita hippy,
y él un maduro hombre de negocios.
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