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La Decisión de Sophie (1982): Los Fantasmas del Pasado



Verano de 1947. Stingo, un joven aspirante a escritor, se instala en una pensión familiar de Brooklyn. Su tranquilidad se verá pronto turbada por la terrible discusión de una pareja que vive en el piso de arriba.

Cuando conoce a los amantes queda cautivado por su encanto y simpatía: Sophie, una mujer intrigante; y Nathan, su pareja, que presenta inusuales y agresivos cambios de carácter. Sophie y Stingo empiezan a intimar y mientras se enamoran se descubrirá, mediante constantes retrospecciones, el drástico y terrible pasado de Sophie.
 
La decisión de Sophie fue, en su momento, una película casi pionera de una cierta visión del “Holocausto”. 

Treinta años después sigue siendo una gran película con tres ejes sobre los que se podrían edificar tres films diferentes a cual más interesante.

El primero la historia central: Una pareja locamente enamorada y tanto es así que ambos (Sophie y Nathan) están trastornados y viven en una “Bipolaridad” continua. En su vida entra el joven Stingo y forman un trio muy particular y en parte algo previsible.

El segundo eje es el personaje de Shopie , polaca exiliada y superviviente de Auschwitz y el tercero, la historia pasada de Shopie, los cambios de tono y color de esta parte refuerzan, si aún cabe, el miedo, el terror y una decisión que marca la vida de esta mujer, de sus relaciones, de su supervivencia y…del propio film

Lo que nadie discute es la portentosa interpretación de Meryl Streep, ganadora del Oscar, un reconocimiento unánime que supuso su consagración definitiva y un puesto de honor entre las mejores actrices, algo que ha sabido mantener durante más de 30 años.

No hay que desestimar tampoco a Kevin Kline. Para ser su debut, está genial. Su composición de hombre fuerte, pero terriblemente inestable, resulta estremecedora y compasiva y lo que es mejor, absolutamente convincente. 

Quizá el más flojo de los actores es Peter MacNicol, que no ha alcanzado notoriedad después en su carrera; al menos en el cine.

Igualmente la película en mi opinión posee algunos fallos. El guión podría haber sido mejor organizado, de manera que se hiciera énfasis en la historia pasada de Sophie. Vale que la interpretación de Meryl Streep es absolutamente impecable, pero eso no justifica que el guión sea lineal, aburrido y repetitivo.

Lo que hace distinta a “La decisión de Sophie” es que, lejos de contarnos historias de supervivencia, narra con sutileza y elegancia la forma en que los recuerdos pueden llegar a dominar una vida, manejarla a su antojo y finalmente, destruirla lentamente. Es una película sobre la resonancia del pasado en nuestro presente y futuro. 

No es un filme optimista. Aquí no veremos esperanzadoras escenas de redención y triunfo. Tan sólo seremos testigos de la lucha interna de una mujer atormentada por el dolor, la impotencia y la rabia.

Este relato nos hace emocionar con un mensaje para nada positivo ni menos aún esperanzador.





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Cocoon (1982): La fuente de la Juventud





Es curioso que viendo el éxito que ha tenido Cocoon, el género de drama mezclado con ciencia ficción no haya sido más explotado. Hemos tenido dramas "sobrenaturales", pero realmente pocos inspirados en algo tan directo como son los extraterrestres, que han inspirado tantas películas mostrándolos como seres crueles, la mayoría de veces con fines netamente invasores, más cerca del cine de terror que de cualquier otro.

Cocoon es una excepción, los alienígenas son bien buenos, y no tienen ninguna mala intención. Es curioso como ni siquiera se preocupan en demasía de ocultar su verdadera naturaleza.

"Cocoon" es una bella cinta que habla principalmente de la amistad, de las emociones y del "carpe diem" de unos ancianos con poco tiempo y muchas ganas de vivir. 

El cuerpo central de la trama versa sobre la misión de rescate de un grupo de extraterrestres que vienen a la Tierra para llevarse unos "capullos" o "cocoon", donde descansan desde hace miles de años algunos de sus congéneres.

La intensa energía revitalizadora de estos "cocoon", escondidos en la piscina de una casa abandonada, hará que tres amigos abueletes descubran sus propiedades rejuvenecedoras y se hagan dependientes de un baño diario en dicha piscina como si fueran yonkis necesitados de su dosis.

Es el descubrimiento del elixir de la vida a tan sólo unos pasos de la residencia donde viven.

Es una emotiva historia donde conviven tanto la vida como la muerte. El deseo de inmortalidad, algo siempre buscado por el ser humano, se ve aquí cuestionado y se abre un debate sobre lo que es ético y natural y sobre lo que no.

Nos plantea la pregunta de cúal sería nuestra decisión si nos dieran a elegir entre vivir eternamente bajo unas condiciones previas o dejar que el cuerpo se oxide siguiendo las leyes naturales. 

O lo que es lo mismo, entre dejar de lado lo que nos hace humanos o conservarlo.

El filme cuenta con unas grandes interpretaciones en las que sobresalen los papeles de los ancianos, los cuales consiguen hacer compartir con el espectador su felicidad, sus ganas de vivir y su dolor.

Así lo atestigua un muy merecido oscar para Don Ameche, un veterano actor estadounidense que sólo obtuvo el reconocimiento de la Academia 50 años después de su primera aparición en la gran pantalla.

El guión, original en su momento, y el argumento, consiguen mantener el entretenimiento gracias a los toques de humor en los diálogos del conocido Steve Guttenberg (loca academia de policía) y el carisma de las interpretaciones de Don Ameche, Hume Cronyn y Wilford Brimley en sus papeles de abuelos marchosos.

Las actuaciones del grupo de la residencia de ancianos es sobresaliente, pero lo que más llama la atención es la tranquilidad que genera el "drama" a la hora de verlo, ya que cuenta con diálogos lentos, momentos de silencios constantes etc..., gracias a la labor de los actores.

Con las vivencias en estos años, descubres que no es un título clave en la Ciencia-ficción, tampoco su realización es exquisita y no tiene ninguna partida destacable...pero el cúmulo de sensaciones y sensibilidad con las cuales está tratada la historia, hacen olvidar todas sus "carencias".


Es básicamente una película familiar, con moraleja y cierto mensaje conciliador, es, en definitiva de lo que trata nuestra vida y de como la orientamos...





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La Conversación (1974): Espionaje Paranoico




Harry Caul, un detective cuyo prestigio como especialista en vigilancia y sistemas de seguridad es reconocido por todos sus colegas, es contratado por un magnate para investigar a su joven esposa, que mantiene una relación con uno de sus empleados.

Deberá escuchar todas sus conversaciones. La misión, para un experto de su categoría, resulta a primera vista inexplicable, ya que la pareja no ofrece ningún interés fuera de lo común. 

Sin embargo, cuando Harry da por finalizado su trabajo, advierte que algo extraño se oculta tras la banalidad del caso, ya que su cliente se niega a identificarse, utilizando siempre intermediarios.

La obra se enmarca en lo que se conoció como New Hollywood, etiqueta que englobaría el cine iconoclasta hollywoodiense de los años 70, con obras como "Taxi Driver", "La noche se mueve", etc.

No hay duda de que Francis Ford Coppola se encontraba en lo más alto de su carrera cinematográfica, se podría decir que estaba en racha. Como así lo demuestran una serie de películas que van desde 1972 hasta 1979. 

El guión escrito por el propio director está muy bien atado, con un giro inesperado hacia el final de la película. Es una trama compleja de entender pero sencilla en sí, que te hace meterte en el claustrofóbico papel de protagonista y obsesionarte con esas escuchas.

Una fascinante película de suspense e intriga, olvidada por muchos, infravalorada por otros, que se trata de una de las cintas más importantes de la filmografía de Coppola.

La historia nos muestra a un detective parco y solitario, músico de jazz en sus ratos libres y católico recalcitrante, que mantiene una gran culpa por los daños colaterales causados por su profesión. 

El film está marcado por la personalidad del personaje, muy bien elaborado por Hackman. Es un hombre pusilánime y taciturno que trabaja colocando micros ocultos.

Una especie de espía moderno que lleva una vida discreta y marcada por el secretismo de su trabajo, hasta el punto de volverle paranoico y no distinguir la realidad de su imaginación. 

A los logrados aspectos técnicos consabidos y la interpretación de Hackman, añadir otros apreciables: la actuación del mítico John Cazale, breves papeles para Harrison Ford, Teri Garr y Robert Duvall, y sobre todo la música a piano de David Shire.

Nos vigilan, nos escuchan, oyen cuanto decimos o pensamos en voz alta. Esta película de Coppola le deja a uno incómodo y con una sensación de sombría reflexión ante lo que nos muestra. 

También es cine en estado puro, cine del bueno, hecho sobre una historia más que vigente después de más de treinta años.

Cómo después de desnudar nuestros más profundos secretos; conceder confidencias a alguien de nuestra entera confianza, éstas pueden pasearse por ahí como si nada y volverse en nuestra contra.


Y cómo existe un submundo o otro mundo que cuenta con todos los mayores adelantos, no conocidos por la mayoría de nosotros, cualquier soporte tecnológico o de otra índole, para penetrar en nuestras vidas y gobernarlas a su antojo o al capricho de quien lo pague, con la más que posible finalidad de perjudicarnos o de perjudicar a personas de nuestro entorno, queridas o conocidas. Quizás mejor ni pensar en ello.





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La Historia Interminable (1984): El triunfo de la imaginación sobre la razón




Escondido en el desván de su colegio, Bastian devora durante las horas de clase un libro enigmático, ”La historia interminable”, que relata la paulatina destrucción del Reino de Fantasía. Una especie de ”Nada” misteriosa destruye el país y a las criaturas que lo habitan. A medida que avanza en la lectura, Bastian se da cuenta de que la salvación de Fantasía depende de él; de que consiga entrar dentro del libro...

Se basa en la primera perte del famoso libro de Michael Ende, y aunque luego se llevaría al cine el resto del libro, sólo esta primera parte permanece realmente. 

Se trata de una película bonita, que cuenta una bonita historia, y con una moraleja que puede servir tanto a niños como adultos.

El problema, es que no ha envejecido bien (como pocas de su género); se puede decir que en montaje, efectos visuales y de sonido, maquillaje...cualquier película actual del género la supera, y eso se nota.

Por otra parte, da la sensación de que no nos han contado toda la historia. Ésta tiene mucha miga y sin embargo todo ocurre con demasiada rapidez. Ésto me parece un gran lastre para la película.

Pero decir que por supuesto que muchos, ahora desearían que se hubiesen esperado unos años mas, para realizar una adaptación del libro en manos de alguien como Peter Jackson.
Pero si nos dejamos de caldos mentales (sobrados, por cierto) y nos abstraemos un pelín, nos daremos cuenta que este filme está supeditado totalmente a su época, los ochentas.

El alivio de éste servidor es que nunca se leyó el libro y además vivió su infancia cerca de esos años. El triunfo de la imaginación sobre la razón es el “leit motiv” de todo el espectáculo. “

La Nada” no es más que la rutina, las obligaciones y las responsabilidades del día a día que, conforme crecemos, van minando nuestra capacidad de asombro y dejan poco espacio para la fantasía.

Se “come” literalmente los sueños dando paso a una realidad que nos absorbe y, sin darnos cuenta, desaparecen aquellas sensaciones que, siendo más pequeños, nos atraían sin apenas resistirnos.

Por eso, por culpa de la Nada, cualquier película, cómic u otro medio en el que de pequeños hemos disfrutado de aventuras en mundos imaginarios y personajes fantásticos, al volver a revisitarlo con más edad nos damos cuenta muchas veces de que no era para tanto. 

Según el filme, nuestra propia Nada ha conseguido destruir el mundo de Fantasía, que tan rico y próspero llegamos a crear siendo niños.

Combatirla es siempre posible, pero se hace tan difícil, casi como la travesía del pobre Atreyu. En retrospectiva, puedo decir que aprendí un par de cosas gracias a esta película; la principal es que cuando no hay sueños, ni imaginación, y pierdes la esperanza, entonces surge La Nada. Y me alegra que sean los buenos los que ganen. Rara vez pasa eso.

Me quedo con la versión doblada que disfruté de niño. La secuencia central del vuelo del dragón con su música inolvidable y la elocuente escena del fracaso del gigante de piedra me bastan para atesorarla para siempre.






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El mago de Oz (1939): Más allá del Arco Iris



Dorothy, que sueña con viajar "más allá del arco iris", ve su deseo hecho realidad cuando un tornado se la lleva con su perrito al mundo de Oz. Pero la aventura sólo acaba de comenzar: tras ofender a la Malvada Bruja del Oeste (Margaret Hamilton), aconsejada por la Bruja Buena del Norte (Billie Burke), la niña se dirige por el Camino Amarillo hacia la Ciudad Esmeralda, donde vive el todopoderoso Mago de Oz, que puede ayudarla a regresar a Kansas.

Durante el viaje, se hace amiga del Espantapájaros (Ray Bolger), el Hombre de Hojalata (Jack Haley) y el León Cobarde (Bert Lahr). 

El Espantapájaros desea un cerebro, el Hombre de Hojalata quiere un corazón, y el León, el coraje que le falta; convencidos de que el Mago también les puede ayudar a ellos, deciden unirse a Dorothy en su odisea hasta la Ciudad Esmeralda. 

Empezó siendo una gran producción infantil, ha sido adaptado con mucho éxito como musical y con el tiempo se ha convertido en un film de culto. 

“El mago de Oz” es, junto a “Lo que el viento se llevo”, una de las grandes obras maestras del director Víctor Fleming. 

Dirigida con originalidad y fantasía, es hoy día, considerada una de los musicales infantiles imprescindibles dentro del séptimo arte.

Es cierto que se requiere de primera entrada una mentalidad amable para ver el filme con ojos de niño, no solo por su antigüedad, sino además tomando en cuenta que es una película fundamentalmente infantil, y musical. Pero habría que ser muy cínico para valerse de esos elementos como descalificadores.

La verdad es que la película mantiene su encanto. 

Difícilmente su carácter de "cuento con moraleja" ha pasado de moda, y aún se puede apreciar que su realización contó con mucho entusiasmo e imaginación, llevando esa indeleble "magia de hacer películas" que tienen los clásicos.

El fondo humano es increíble, la amistad, el amor, la humildad, el valor...son valores que se sienten en la película. 

Sus personajes no solamente hablan de ello sino que los trasmiten, unos valores que dan un toque de esperanza a lo negativo que en la actualidad se puedan respirar.

Un cerebro para poder pensar pues hay gente que habla mucho y no tienen cerebro, un corazón para poder sentir y llorar y por lo tanto, poder sufrir y mucho valor para poder enfrentarse a los problemas que la vida nos proponga, mucho mucho valor.

Tres personajes que representan tres valores y todos ellos guiados por la humildad de la tierna  Judy Garland con su precioso y tierno perrito.

Con actuaciones carismáticas y remarcables de Judy Garland, Ray Bolger, Jack Haley y Bert Lahr, en lo que es, desde hace muchas décadas un clásico inolvidable, dirigido tanto a los más pequeños, como a los mayores.

Contiene en su interior la considera por muchos mejor banda sonora de la historia del cine "Over the Rainbow", que ayudó a convertir la cinta, en una película de culto.


Una película ideal para ver junto a los más pequeños, siempre expuestos a la frivolidad y mediocridad de la televisión actual.





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El mensajero del miedo (1962): Lavados de Cerebro



En el año 1952 durante la Guerra de Corea, el sargento Raymond Shaw (Laurence Harvey) ordena a sus hombres que se preparen para una ofensiva. Durante la operación, que es una encerrona, son sometidos a un lavado de cerebro, entre ellos también está el Mayor Benneth Marco (Frank Sinatra).

A su vuelta en Estados Unidos, Shaw es condecorado y eso le puede repercutir una ganancia de votos a su padrastro, el senador republicano John Iselin (James Gregory) así como posesiva admiración de su posesiva madre Eleanor (Angela Lansbury).

Durante un interrogatorio, después de la condecoración de Shaw, el Mayor Marco empieza a indagar en la extraña actitud del Sargento, mientras el Senador empieza a escalar en el poder, en su camino hacia la Presidencia de los Estados Unidos.

Elaborado thriller de espionaje psicológico basado en una novela de Richard Condon (que también participó en el guión) que consolidó a John Frankenheimer como uno de los mejores especialistas del género en intrigas políticas y espionaje.

En la película no faltan elementos de suspense, tensión y drama sobre una historia de veteranos de guerra, que a su regreso son víctimas de una manipulación mental.

Esa manipulación se realiza, con el fin de que el Bloque Comunista pueda manejar a sus anchas las ambiciones de un agresivo senador republicano, cuyo fin es desmantelar los activistas contrarios a sus ideales políticos. 

La trama se ciñe en el ya recordado e inquietante prólogo en que los soldados son sometidos a un lavado de cerebro por parte de sus enemigos en una fría estancia pero que les hacen (y aquí la cámara juega, desde el punto de vista de los prisioneros, un papel importante en que les hacen creer que están en una conferencia de la Sociedad de Damas Horticultoras de New Jersey).

Con respecto a las actuaciones, destaca sobre todo la actriz inglesa Angela Lansbury. Demostró que no solo el Norman Bates de “Psicosis” podía hacer suya la frase de “El Mejor amigo de un hijo es su Madre”, consiguiendo la nominación al Óscar a la mejor actriz de reparto.

Una obra magistral no exenta de polémica en su momento, cuando Estados Unidos quedaba agitado por la Crisis de los Misiles en Cuba y, posteriormente, por el asesinato de Kennedy. 

Precisamente por su asesinato en 1963, y por las referencias tan estrechas entre realidad y ficción, “The Manchurian Candidate” tuvo que postergar su estreno hasta 1965. 

A destacar el terror intravenoso que inyecta a quienes no quieren creer que en las llamadas democracias también existen manos negras, ocultos intereses y operaciones maquiavélicas que convierten a las personas en seres más próximos al cuerno y la pezuña.


Si bien pudiera parecer un poco ambigua ideológicamente, y justificar en cierta medida las cazas de brujas de la década anterior, hay que tener en cuenta el contexto en el que se rodó (principios de los 60 en lo más crudo de la guerra fría). Aunque hoy el enemigo no es el comunismo, la historia no pierde vigencia... 






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El hombre del brazo de oro (1955): El horror de las drogas




Frankie Machine (Frank Sinatra), un hombre con talento musical, sale de la cárcel y, además, consigue dejar la heroína. Su principal problema será encontrar un medio de vida honrado, evitando las drogas y el juego. 

Lo bueno del film, es que nos narra la vida de un hombre cuya vida siempre ha estado condicionada por todos aquellos que estaban a su alrededor, que usaban su talento para su propio beneficio sin importarle las consecuencias como si de vampiros se trataran.

Frankie Machine es explotado por su habilidad en el juego de póquer, pagándosele una comisión por las ganancias. 

Es explotado por su propia mujer Sofía Zosh (Eleanor Parker) que le hace creer que está paralítica para que no la abandone, y por el personaje que le vende y le inyecta la droga (heroína)

Por otro lado, tenemos la benevolencia del personaje, que también le jugaría malas pasadas al ser víctima de gente con un egoísmo incontenible.

El director Otto Preminger se atreve a tratar en esta película un tema siempre espinoso, y más aún en la época. La droga como sustento de los largos días de su protagonista y como martirio de sus esperanzas.
El director profundiza detenida y apropiadamente en la dependencia del protagonista, que le lleva a la más extrema desesperación y locura.

La película, que podría entrar en la categoría de lo que se dio en llamar “film noir” da una importancia decisiva al contexto, al entorno hostil (social, económico y familiar), el chantaje (mafioso y amoroso) y las propias pasiones amorosas, que son, en esencia, el tema de fondo de la película.

Alejándose a su vez, de cualquier postura moralista sobre el uso, abuso, o pesadilla de la adicción a la heroína, postura que desafortunadamente sí hemos visto en otras películas mucho más recientes y "llamativas".

A pesar de ciertos aspectos poco creíbles del guión, éste presenta una historia interesante y nos embarca en un crescendo dramático bien interpretado por sus tres actores principales. 

Tanto Eleanor Parker como Kim Novak siempre regalan buenas actuaciones, y su presencia esta vez bien que lo corrobora. Confieso que no me esperaba a un Frank Sinatra tan solvente y metido en su papel.

Aun que me da que, con otro actor de más facultades que el señor Sinatra, esta película en vez de quedarse en buena hubiese derivado en una obra sobresaliente. Aún así, son dos horas de cine que nadie debería perderse. Muy recomendable para cualquier cinéfilo.







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El Invisible Harvey (1950): Todos han visto a Harvey



Elwood P. Dowd (James Stewart) es un hombre afable, cariñoso y siempre dispuesto a ayudar a los demás. Su único problema, es que va a todas partes acompañado por un imaginario conejo gigante al que llama Harvey. La familia de Elwood no sabe qué hacer y opta por llevarlo a un psiquiátrico. 

La vida puede ser maravillosa, aunque tal y como nos lo plantea la historia original del ganador del Pulitzer Mary Chase, llegar a ser completamente feliz es francamente desesperanzador.

Para ello se tendrían que cumplir una serie de requisitos, como por ejemplo mantenerse aislado de cualquier problema, ignorar noticias que vengan ocultas en misteriosos sobres; frecuentar tabernas y entablar amistad con los parroquianos del lugar.

Y por supuesto lo más importante, tener siempre un gran amigo a nuestro lado, un amigo que nos repita continuamente lo importante que somos, que coincida siempre con nosotros, aunque mida 2 metros y sea un conejo blanco. 

Se trata de una película divertida, que es además muy poética. Nos habla de un hombre que ha decidido ser bondadoso antes que listo, que hace años que ha huido de la realidad. 
El mundo de las personas "normales" es desagradable, falso, egoísta.

El mundo del personaje de James Stewart, es un mundo gobernado por la inocencia, por la amabilidad, por la bondad. Un personaje así es lógico que sea tildado de loco en este absurdo mundo de personas "normales". Vive en su propio mundo, sólo, con su inseparable Harvey, pero es feliz y hace felices a los demás.

Leído de un modo menos radical y más adecuado al tono del film, el subtexto de “El invisible Harvey” evidencia que todos estamos algo neuróticos, algo ansiosos, algo paranoicos, y que somos más ingratos, más problemáticos y más indeseables que un loco bondadoso e inofensivo.

Porque lo más importante, lo imprescindible debería ser la empatía, la amabilidad sincera, la bondad, hacer el bien, prestar atención a quienes nos rodean.

Si observamos al personaje de Elwood desde una perspectiva esencial, representa él mismo a una idea, a un concepto invisible que, sin embargo, existe: es alto, benigno y busca la amistad y el beneficio de todos los chiflados que poblamos el mundo; aunque a nosotros a menudo, sólo nos parezca una excéntrica inconveniencia.

La película, basada en una obra teatral, además de ser una brillante reflexión sobre aspectos tan trascendentes como la cordura y la felicidad, resulta realmente tan fresca y divertida como hace 50 años.

Y además, nos permite disfrutar de una lección de interpretación de James Stewart en uno de sus papeles menos conocidos.
Que nadie juzgue a la locura inofensiva, cuando esta es así, o se representa así. Cortázar por ejemplo veía sus cronopios y claro, como es un gran artista, nadie le dijo nada.

Por eso si alguien tiene a una persona cercana que ve cosas o mejor dicho personajes, den un segundo vistazo y a lo mejor ustedes también lo verán.

Es una de esas películas de las que a primera vista no se espera mucho, y termina dejándolo a uno con una sonrisa franca y esperanza en el corazón.






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Sed de Mal (1958: Corrupción en la Frontera



Un agente de la policía de narcóticos, Miguel Vargas (Charlton Heston) llega a la frontera mexicana con su esposa justo en el momento en que explota una bomba.

Inmediatamente se hace cargo de la investigación contando con la colaboración de Hank Quinlan (Welles), el jefe de la policía local, muy conocido en la zona por sus métodos expeditivos y poco ortodoxos.

Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tiene pruebas contra el otro. 

Tenía muchas ganas de ver esta película, por su extraordinaria fama, pero la genialidad se la deja Orson Welles en una magistral primera escena, muy bien elaborada, un sensacional plano-secuencia.

No nos engañemos, "Sed de Mal" es una sobrevalorada película, con un inicio legendario, pero que fue (y es) sobredimensionada por los críticos, por el simple hecho de llevar la firma del señor Welles.

Muchos podrían decir que la culpa no es del director, pues el género en que se había circunscrito obligaba a cumplir con los cánones del cine negro y de la época. Esto no es cierto. Desde un principio, se había apostado por una clase de película con la que Welles ya había estado familiarizado, por lo que su travesía en el mundo de asesinatos, detectives, femmes fatales y miseria humana no eran ninguna novedad.

Así pues, no siendo requisito primordial cumplir con todos los requisitos del género, se podría haber permitido el lujo de prescindir de gran parte de ellos y prestar atención a la historia. 

De todas maneras, que el cine negro mantenga ciertos elementos disonantes con la sociedad actual y posea ese carácter simplista, no es motivo de incredulidad.

Orson Welles erró en su propuesta. El filme no mantiene en vilo por predecible y la dimensión real se traspapela entre el guión como por arte divina. Todo carece de la profundidad necesaria para emocionarnos.

Mirándola con ojos objetivos, es una película de mero entretenimiento que funciona mejor que muchos thrillers actuales sin la necesidad de grandes apartados técnicos. 

Se puede decir que ha envejecido bien pero nada de eso tapa los defectos que tiene; con bastantes más defectos que aciertos, aunque éstos últimos, hay que decirlo, son bastante buenos.

Por otra parte destacar unas buenas actuaciones, Charlton Heston haciendo del duro, Orson Welles y un personaje mítico que obviamente escribió para si mismo. Janet Leigh haciendo un poco de mujer florero, y por supuesto los geniales cameos de Marlene Dietrich haciendo de "madame".

Como digo, aunque sea una de las mejores películas de Orson Welles, tanto de actor como director, no es un peliculón desde mi punto de vista. 

Y es que los polis listos hacen trampa, igual que los cineastas listos construyen algunas como "Rosebud", y esta es la forma de Welles de homenajear a los tramposos, porque la verdadera justicia no parece poder valerse siempre de lo justo.






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Primavera en Otoño (1973): Amor sin barreras.



Historia de amor entre una joven hippie de espíritu libre y un hombre maduro cuyo corazón se ha ido endureciendo con el paso de los años.

¿Hay edad para el amor? ¿Nos condicionan las opiniones de los demás en nuestras decisiones personales? La respuesta a la primera pregunta es no y a la segunda cuestión es sí.

Primera película dirigida por Clint Eastwood, donde por primera vez no aparecería en pantalla. Analicemos la historia; un promotor inmobiliario conservador y solitario de apariencia fría y hostil, se cruza en su camino con una jovencita hippie de espíritu alocado que por edad bien podía ser su hija. 

Entre los dos hay un mundo de diferencias, que poco a poco irán dejando de lado para que aparezca el amor.

La cinta es un agradable relato que se desarrolla linealmente sin sobresaltos, todo muy previsible, una cinta deudora de su tiempo, donde la contracultura hippy crecía, donde el amor libre campaba a sus anchas.

Los protagonistas demuestran una gran química, William Holden demuestra una solvencia y carisma fascinantes y Kay Lenz transmite una candidez, ternura y encanto que enamoran. 

Entre los dos brotan chispas de amor que supera las barreras tanto sociales como de edad.

Es un film con un buen ritmo, una puesta en escena sobria muy de los setenta, donde la historia de amor nos llega sin alardes, sin caer en sensiblerías, 

Desgraciadamente, fue un gran fracaso comercial cuando se estrenó y desde entonces casi no se ha exhibido, pero si uno tiene la suerte de verla descubre que lo que en su momento se consideró como una novedad en la carrera de Eastwood como director, "Los puentes de Madison", en realidad ya tenía un clarísimo antecedente.

También aquí se nos ofrece una muy romántica historia, marcada en este caso por dos diferencias complementarias, la generacional y la ideológica: ella es una jovencita hippy, y él un maduro hombre de negocios. 






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Un Viaje Alucinante (1966): Viaje al interior del Cuerpo Humano



El profesor Bennet es un científico que ha creado una fórmula que permitiría reducir el cuerpo humano a un tamaño microscópico durante un tiempo ilimitado. Cuando se dispone a entregarla al Pentágono, unos espías provocan un accidente de tráfico que deja al profesor incapacitado para toda labor científica. 

Pero las Fuerzas Disuasorias de Miniaturas Combinadas ponen en marcha un plan para operarlo desde el interior.

Hubo un tiempo en el que los guionistas de Hollywood vieron en la ciencia un aliciente magnífico para crear thrillers trepidantes o aventuras inimaginables. De aquí salieron joyas tan ingeniosas y entretenidas como Ultimátum a la tierra, La invasión de los ladrones de cuerpos o El hombre con rayos X en los ojos.

Si bien había mucha más ficción que ciencia, una cosa hacía únicas a estas películas: El encanto. 

La posibilidad de plasmar universos que existen dentro de nuestra cabeza (imaginarios o reales) era un campo inagotable de ideas, unas más brillantemente plasmadas y otras menos.

Realizada por Richard Fleischer, y basada en la novela homónima de Isaac Asimov, "Viaje alucinante" es una película que puede continuar siendo vista con interés, pese a los avances de la medicina. 

Seguro que más de un cirujano encontró su vocación al ver esta cinta en su infancia. No es para menos. 

La idea argumental de viajar por el interior del cuerpo humano, verdaderamente es alucinante. Las posibilidades que da atravesar con una nave acuática el plasma sanguíneo y los distintos órganos que todos llevamos dentro, son muchas.

Richard Fleischer, veterano director con títulos interesantes en su haber ya por entonces, crea una atmósfera de tensión continua entre los peligros del sistema inmunológico a los que se enfrenta el “Proteus”, y la cuenta atrás del final de la miniaturización, mostrado en un reloj de grandes números en la sala de control.

Los elementos de aventura clásica se ven reforzados con el exótico escenario en el que se desarrolla la película, un cuerpo humano cuyos vericuetos simulan un planeta extraño en medio del espacio.

A pesar de la caducidad de algunos efectos especiales (recordemos que estamos en la era pre-Star Wars y 2001, una odisea en el espacio), los decorados y la ambientación están hechos con mimo, buen gusto y una gozada para la visión.

Los actores, por fortuna, no pertenecen al elenco de estrellas o divas, lo que da más credibilidad al producto final. Contar con Stephen Boyd, la belleza de Raquel Welch, el gran Donald Pleasance y, sobre todo, Arthur O'Connell, es asegurarse una calidad interpretativa altísima.

Comentar también, que es un film realizado durante la guerra fría, en el momento de las  continuas tensiones entre los grandes bloques. 

Este ambiente de tensión mundial queda reflejado en la película en el hecho de que, aunque el peligro inmediato con que se enfrentan los micronautas sean las propias defensas del cuerpo humano en que son introducidos; la amenaza mayor sean los sabotajes ocasionados por un enemigo infiltrado.


Incluso el hematoma en el cerebro del científico, que tienen que extirpar, ha sido originado por un atentado.





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Jurassic Park (1993): Cuando los Dinosaurios gobernaban el cine



El multimillonario John Hammond consigue hacer realidad su sueño de clonar dinosaurios del Jurásico y crear con ellos un parque temático en una isla remota. Antes de abrirlo al público, invita a una pareja de eminentes científicos y a un matemático para que comprueben la viabilidad del proyecto.

Pero las medidas de seguridad del parque no prevén el instinto de supervivencia de la madre naturaleza ni la codicia humana. 

Fue una de las primerísimas películas que recuerdo haber visto en cine; aunque por aquel entonces no entendí en su plenitud la totalidad del argumento (me bastó con ver que había dinosaurios y que se viviría una aventura), me gustó infinitamente. 

Spielberg nos ha demostrado a lo largo de su carrera, que es el maestro por excelencia, de los efectos especiales. No ocultaré mi admiración por este director.

La película, se hizo empleando efectos generados por ordenador y animatronics (muñecos mecánicos), en una combinación perfecta que hace que nos preguntemos si es real.

Qué niño no habrá soñado alguna vez con ser Paleontólogo o ver un dinosaurio vivo después de ver ésta película?. Como ha ocurrido con “Tiburón”, Parque Jurásico no ha sido superada con los modernísimos y posteriores efectos digitales. Ni tan siquiera igualada. Es por excelencia, la película de los dinosaurios.

Si has visto Jurassic Park 2 y Jurassic Park 3 y  te han parecido demasiado fantasiosas, por eso de que los protagonistas evaden casi mágicamente a la muerte escena tras escena, ésta es tu película sobre dinosaurios.

La primera es la más realista de las 3. Además, también es la que trata más el tema de la ingeniería genética y sus implicaciones éticas.

Al contrario que sus secuelas, aquí los dinosaurios constituyen un verdadero peligro mortal. Hay tensión. Aquí no se puede jugar con ellos.

En el aspecto positivo, creo que el reparto está bastante bien escogido. 

Sam Neill será recordado eternamente como el Dr. Alan Grant, de la misma forma que Christopher Reeve será siempre el Superman de carne y hueso. 

Lo mismo se puede decir de Richard Attenborough y el personaje de John Hammond. 

La banda sonora también ha pasado a los anales de la historia del cine, aunque para mí no es ni mucho menos el mejor trabajo de John Williams.

Para algunos fue un acierto y para otros una decepción. Incluso se dice que el propio Steven Spielberg delegó gran parte de la producción de esta película, porque el director estadounidense "Midas" de Hollywood se encontraba más interesado en supervisar el rodaje de "La lista de Schindler".

Sin embargo, el resultado de "Parque Jurásico" es una grata sorpresa, ya que contiene fragmentos muy fieles al bestseller de Michael Crichton y otros de una invención más libre en los que prima el suspense y la espectacularidad, como la primera aparición del Tiranosaurus Rex.

Además, esta película conllevó una auténtica fiebre que desató la pasión por recuperar todo lo que había quedado extinguido hace 65 millones de años. Por algo será.





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