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Una Noche en la Opera (1935): Divina Anarquía



En el recuerdo me quedan esas tardes de la infancia en las que me tragué todas las películas de los Hermanos Marx, entonces me reía, sobretodo con las cosas de Harpo, y me lo pasaba en grande.

Ahora de adulto las vuelvo a revisitar y mi mirada ha cambiado; pero no sería capaz de separar las tres figuras históricas de este grupo teatral que triunfó en la pantalla grande, de mis recuerdos.

Afirmo con rotundidad que las frases, bromas y expresiones de Groucho, Chico y Harpo forman parte de un humor inofensivo y blanco, pero muy elaborado, que en más de setenta años no se ha vuelto a conseguir.

Con ese aire característico de ingenua ligereza (que resulta no ser tan ingenuo), en su filmografía se colocan en el punto de mira grandes defectos sociales. Tales son: el poder desmesurado del dinero, los prejuicios de clases, las conveniencias, los “amores” interesados…

En este caso, la historia está ambientada en el mundo de la ópera y se burla incesantemente de las elevadas altas esferas de la sociedad estadounidense.

“A Night at the Opera” contiene las míticas escenas del camarote atestado de gente, el contrato recortado continuamente al son de “La parte contratante de la primera parte…”, los aviadores barbudos o los movimientos de las camas del hotel.

La simpática capacidad histriónica de los hermanos Marx y el carisma de los mismos, es fundamental para que la película funcione. Los instantes donde aparece Groucho, son obras de arte donde la risa está asegurada, gracias a su rapidez verbal. 

Chico protagoniza las escenas típicas suyas de aparente panoli que es más listo de lo que parece. Es el menos gracioso de los tres, tiene mucha chispa pero sólo funciona si está con alguno de los otros dos; por separado no tiene gracia. 

Y finalmente el mudo Harpo, mi preferido; un auténtico niño en un cuerpo de adulto; quizá el más surrealista, loco y destructivo de los tres; el equivalente a Groucho pero en versión muda.

Los personajes de los tres son liantes, mentirosos, timadores, descarados y vividores. Su comportamiento, que no tiene nada que ver con la sensatez y la cordura, provoca cataclismos colectivos imprevisibles. 

En la película no faltan actividades circenses o juegos malabares propios de las comedias norteamericanas de la época, pero la intención de abarcar a todo tipo de público -considerando que el cine todavía competía con el teatro, la ópera o el musical- le resta demasiado a lo que podría haber sido una comedia perfecta. 

Por ejemplo haber eliminado algunas escenas musicales. Y es que, los números musicales, acusan de su repetición y de su duración a interrumpir innecesariamente el ritmo ágil de la comedia; algo que sucedería a partir de esta película de los Marx y con todas las posteriores.

Los hermanos Marx se reían hasta de su sombra y revolucionaron el género de la comedia, llevándola hasta el extremo más delirante. 
Figuras del espectáculo, cómicos, faranduleros y reyes del absurdo y los juegos de palabras, convertían sus películas en una sucesión de gags que han quedado como verdaderas perlas del cine humorístico.

No os dejéis engañar por la ausencia de color de sus escenas, esta película tiene mucho mas colorido en contenido que muchas películas modernas. 

Es de aquellas películas que a su estilo, y por mucho tiempo que pase, poseen un humor que no envejece, que siempre estará en auge y que es apto para todas las edades.


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Johnny cogió su fusil (1971): Crueldad, Eutanasia y Guerra



Tras haber dado buenas muestras en este blog de ello, es indudable que en los años 70, el cine arriesgó como en ninguna otra época; y no sólo en la forma, sino sobre todo en el fondo, cosa que yo particularmente echo de menos en el cine actual.

El guionista Dalton Trumbo dirigió esta película, basada a su vez en la novela que él mismo publicó en 1939, sobre la historia de un soldado mutilado en la primera guerra mundial. 

Para cuando se estrenó la adaptación al cine en1971, en plena guerra fría y con una amenaza constante de guerra nuclear; se muestra como una película antibelicista que representa como pocas, las desgracias y consecuencias de la guerra. Además de ser pionera, como película que realiza una apología de la eutanasia.
  
Nos adentra en el drama estremecedor de Joe Bonham, un lisiado de la I Guerra mundial que, tras quedarse sin brazos, piernas ni rostro, es tomado por comatoso y encerrado de por vida en una oscura habitación de hospital. 

Tiene como único escenario de su vida, las ensoñaciones y delirios que su propia situación le delimita como válvula de escape.

Y es que a pesar de no tener y desarrollar batallas de ejércitos, disparos o bombas, entre otras cosas; nos muestra una parte mucho peor, que son las personas convalecientes de lo antes nombrado.

La película se divide en dos partes que se van alternando: una en blanco y negro, que narra el presente y la dura realidad de la enfermedad; y otra parte en color, que nos traslada hasta los sueños y recuerdos del protagonista.

Creando una atmósfera agobiante, logra transmitir la soledad y el patetismo del personaje, incapaz de comunicarse por culpa de una guerra. 

Una guerra a la que él va, por los valores de la "democracia" que, a través de la cinta, resultan tan absurdos. Vista desde la perspectiva del protagonista, la película te hace experimentar el dolor y la desesperación de no poder escapar de su propia tragedia.

Hay que tener en cuenta que para este director fue su primera y única película; por lo que la historia tiene errores lógicos de base y con alguna simpleza. Además, en ocasiones, los recuerdos del protagonista resultan confusos y surrealistas. Pero el mensaje de la historia es tan desgarrador, que se le perdonan estos defectos.

Si unas actuaciones no demasiado buenas y una dirección algo floja la lastrasen, estaríamos sin duda ante una de las grandes películas de la historia.

Demasiado dura quizás para mucha gente, no por las escenas sino por las reflexiones que se puedan sacar de ella. Esta película deja a mucha gente en su sitio y dice las verdades como puños, sin tapujos. 

Esta cinta es de las que hacen daño... Hace daño al que la ve porque sacude su compasión, porque desespera, porque hace que te preguntes hasta qué punto es digno vivir y hasta qué punto es digno morir. 
Y hace daño porque hace que te plantees hasta que punto es digno luchar por unos valores, o simplemente si es posible creer en Dios en medio de tanto sinsentido.

Ninguna causa justifica sacrificar la vida de alguien, hacerlo es un crimen. Las víctimas de la guerra no solo son los muertos, también lo son aquellos que su vida ha sido destruida. Tal es el caso de Johnny, a quien solo le quedan sus recuerdos y sueños. Sigue vivo, pero su vida se ha acabado.

A mi me impactó y me angustió mucho cuando la vi por primera vez. Es la critica más brutal que he visto nunca sobre la guerra.




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Doce Hombres Sin Piedad (1957): Sentido Común vs Prejuicios



Si hay un cine que es muy del gusto de los norteamericanos es precisamente el llamado cine judicial, en el que abogados, fiscales, jueces y jurado deciden sobre la vida (o la muerte) de una persona.


Y si hay un director que ha cultivado con bastante frecuencia este tipo de cine, es el director Sidney Lumet. 
En esta que fue su ópera prima, Lumet no nos ofrece un juicio completo, sino únicamente se centra en el jurado (los doce hombres del título). 


El film comienza justo en el momento en que termina la vista oral y se reúnen los doce componentes del jurado, para deliberar si un joven es culpable o no del asesinato de su padre.


Todos parecen dispuestos a acabar rápido ya que las pruebas en contra parecen bastante sólidas, sin embargo, tras la primera votación, hay un miembro del jurado que no parece tenerlo claro.



Poco a poco las deliberaciones irán subiendo de tono y las dudas razonables irán haciendo cambiar de parecer a algunos miembros del jurado.

Lumet encierra en una habitación a los 12 hombres, prácticamente el único decorado de la película ya que el 99 % de la película tiene lugar entre esas cuatro paredes, consiguiendo recrear perfectamente el clima asfixiante y en ocasiones tenso.


Esta película, al venir de una obra de teatro, no necesita de grandes necesidades técnicas. Sin embargo, eso no quita de que tanto el vestuario, como la iluminación, la fotografía y el sonido estén muy cuidados. Pero si desde luego hay algo cuidado al detalle, son las interpretaciones.


Una película de estas características precisa de un plantel de actores de relieve, capaces de interpretar desde una silla, con 30 metros cuadrados para compartir.


Y sobre todo, para hacernos creíble los estereotipos universales de los ciudadanos de los años cincuenta, que siguen siendo los mismos medio siglo después: clasistas, conservadores, acomplejados, dialogantes, ignorantes, racistas......


Los doce personajes son muy distintos entre ellos y el gran acierto del guión es reflejar el comportamiento de cada uno, a tenor de los diferentes sucesos; y del cansancio producido a raíz del agotamiento y del sofocante ambiente.


Empezando con un espectacular Henry Fonda en su papel de hombre corriente con muchas dudas sobre la culpabilidad, Lee J. Cobb una persona impulsiva y en ocasiones violenta. 


También destacar a Jack Warden, E.G. Marshall, Ed Begley, aunque lo justo sería citar a los 12 personajes ya que todos están metidos totalmente en su papel y realmente creíbles,


La película retrata la capacidad de liderazgo y de convicción de un hombre, usando la capacidad de argumentación y el sentido común. También es una crítica a los prejuicios que no te permiten ver con claridad la situación tal y como es.


Como si de un cuento se tratara, 12 Hombres sin Piedad nos deja la moraleja de que nunca hay que aceptar de primeras un hecho, por muy evidente que resulte.



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Un Tranvía Llamado Deseo (1951): Dramas Humanos



La historia nos habla de como una, ya madura, mujer venida a menos, Blanche Dubois (Vivien Leigh), se traslada a New Orleans a casa de su hermana Stella (Kim Hunter), para reconstruir su maltrecha existencia. Allí lo que se encuentra es a Stanley Kowalsky (Marlon Brando), su tosco y bruto cuñado.  

Los caracteres de Blanche y Stanley chocaran desde el principio, lo que hará de su existencia un infierno que terminará con la pobre Blanche en el manicomio.

La película escarba por una parte, en la disfuncionalidad de la pareja, mientras que desarrolla por otro lado un drama psicológico donde la conciencia y un crudo pasado, afecta la razón.

El filme se adentra en temáticas tales como el machismo y la rusticidad en el trato, contrapuestos con el refinamiento en los modales, el deseo prohibido, la falta de tacto, la mentira y la manipulación y la violencia de género entre otras cosas.


Además, por si fuera poco, el sexo es omnipresente a lo largo de toda la cinta. Atracciones e insinuaciones se suceden, pero en un cortejo malsano.

El film es un auténtico duelo interpretativo entre el brutal Stanley de Brando y la crispada Blanche de Leigh, sin duda una de las mejores interpretaciones de una pareja en un film.

Ella realiza perfectamente su papel de una mujer traumatizada, anticuada, obsesionada por la juventud y el físico, temerosa a la muerte, características que, desde un principio, se ve que la están llevando a la locura.

Destacan en su personaje la falsa manía por los modales, la educación, las ropas y joyas... Él encaja a la perfección como hombre violento, el líder familiar de la época, en un barrio pobre y sin clase.

Ama a su esposa, aunque es un hombre visceral y machista, que se deja llevar por el alcohol y su masculinidad; lo que le hace someter a su esposa Stella, continuamente.

Nunca había visto a un actor que, escena tras escena, saliera más atractivo y con mayor presencia, que en la anterior. Lo de Marlon Brando es increíble.

Lástima de la época y la censura que mutiló algunos considerables detalles de la obra original de teatro, que hubiesen permitido apreciar con más contundencia los aspectos que trata.

Es un filme muy dialogado, ya que tiene sus bases en una obra teatral, en este caso, la obra del mismo nombre de Tennesse Williams. Y debido a ello puede que haya momentos donde el filme se hace bastante denso y pareciera que la cinta se estancara.

Es una historia, a grandes rasgos, aceptable pero para mí le falta algo de fuerza. El argumento no llega a ser ni tan absorbente ni tan llamativo; pero al menos, las grandes actuaciones de los actores suplen todas estas carencias.

Como suele ocurrir con el cine clásico, puede gustar más o menos, pero rara vez se pierde el tiempo visionando una película así.




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Ben-Hur (1959): El Gran Espectáculo Histórico hecho cine




Hay grandes producciones cinematográficas que nos acompañan una y otra vez mientras llevamos a cabo la aventura de crecer. La responsable es la tele, que las emite año tras año, generalmente en fechas señaladas y apropiadas para cada tipo de clásico. En esas épocas del calendario, es inevitable encontrarse con películas tradicionales, a los que no volvemos a ver el pelo hasta el año siguiente.

Así, las Navidades y las Semanas Santas siempre han tenido el sabor y el color de “Ben-Hur”, “Qué bello es vivir”, “Quo vadis”, “Los diez mandamientos”, “Cleopatra”, por no mencionar las diversas producciones afortunadas o desafortunadas sobre Jesús de Nazaret…

Pero “Ben-Hur” se mantiene incólume pese a la machaconería de la costumbre, es un film del que todos hemos oído hablar y que está considerada una obra maestra del cine. No se ruedan muchas películas así. 

Los periplos monumentales de hombres castigados por la vida y redimidos ya no relucen como antaño.
La narración nos remonta a un relato ficticio enmarcado dentro de un contexto histórico como es la vida de Jesucristo. 
Pero en este caso, se recrea una vida paralela, la de otro judío llamado Judá Ben-Hur (Charlton Heston).

Él es un príncipe judío que ve traicionada su amistad con su compañero de la infancia Mesala, cuando éste, tribuno romano, le acuse injustamente de intentar asesinar al gobernador. 

Ben-Hur será condenado a ser remero en las galeras, mientras que su familia es hecha prisionera y encarcelada.
También se nos muestra el imperio Romano en todo su esplendor, arrasando pueblos y seres humanos para expandir su poder.

Charlton Heston nunca ha sido uno de mis actores favoritos, pero es inevitable reconocer que aquí hace una interpretación inolvidable, seguramente la mejor de su carrera junto con la de “El Planeta de los Simios”.

Tan sólo él podía ser Ben-Hur, el príncipe judío que tanto sufre para lograr sobrevivir y llegar a reunirse con su familia; su sed de venganza es lo que le da fuerzas para continuar.Por supuesto, los actores secundarios no extremadamente famosos, pero si con roles anteriores interesantes, completan aquí el reparto más que correcto.

Si bien el filme posee un matiz religioso, pienso que puede ser disfrutado por la mayoría, se sea religioso o no. 

La cinta posee una impresionante puesta en escena con secuencias cautivadoras (las cuadrigas o la de las galeras); por lo que se erige como un gran espectáculo visual y sonoro.

Si acaso, por poner algún defecto, decir que no es totalmente fiel a la novela; pues hay personajes y situaciones que no aparecen ni por asomo en la película. 

Además hay, como no podía ser menos en una producción de este estilo, ciertos bajones de ritmo y, cierta blandura (no sólo por los temas sino por la intermitente estructura narrativa)

Aún así, "Ben-Hur" es simplemente la mayor superproducción por lo menos de su época. Sorprende lo que era capaz de dar el cine antiguo, una historia épica y grandiosa de la antigua sociedad romana.
Uno disfruta con los magníficos decorados de tamaños descomunales (más de 300 en total), en los que no se utilizaban efectos especiales. Es impactante ver la cantidad de extras que utilizan como figurantes. Además, la película tiene todo tipo de ingredientes, como la amistad, la traición, el amor, la venganza y unas escenas de acción memorables, con diálogos casi poéticos.

Por mucho que la tele me la haya convertido en una tradición que está ahí como lo están las luces navideñas cuando salgo a la calle y las veo colgadas, no pierde su encanto, y por muchos años que pasen sigue impactando.



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La Naranja Mecánica (1971): El Arte de la Violencia a ritmo de Beethoven


Sin duda, un buen ejemplo de lo que era el cine de Kubrick: provocador, visceral, obsesivo. Esta gran película no te dejará indiferente; te hará pensar las cosas, las consecuencias de los actos; mira a la sociedad desde su lado más chabacano y sangriento, despierta a los indiferentes y sobre todo logra escandalizar a personas del mundo entero.


La naranja mecánica trata de una futurista Gran Bretaña, dónde Álex y sus drugos (una banda de jóvenes delincuentes), salen cada noche para disfrutar de la ultraviolencia y saciar su apetito sexual violando a indefensas mujeres.

Pero Álex va ser traicionado por sus drugos y dejado a merced de la policía, la cual lo lleva a una prisión de alta seguridad donde Álex tiene que pasar una larga temporada.

Pero un día se le presenta la oportunidad de acortar su estancia presentándose como voluntario a una nueva terapia, con la que después de dos semanas la maldad ya no existirá dentro de su ser. Y así es. 

Tras el duro tratamiento, Alex ha pasado a ser una persona pacífica, bondadosa, incapaz de hacer daño a nadie.

Pero también es incapaz de defenderse, además de estar inutilizado para escuchar a su compositor favorito (Beethoven), por que lo relacionaba con sus acciones violentas; una victima rehabilitada sin conciencia propia.

Es tal la terapia que el pobre Álex, al menor signo de violencia siente nauseas y unas ganas terribles de morirse. Pero la sociedad no ha olvidado, y los muchos crímenes que cometió, se cobrarán su venganza.

A través de Alex, vemos diferentes formas de ejercer la violencia, en un itinerario que parece seguir una forma circular. Posteriormente veremos, otro tipo de violencia, la institucional. 

Aquí también aprovecha Kubrick para cargar las tintas contra las instituciones, y sobretodo contra la incapacidad de las mismas por reeducar y reinsertar personas que están al margen de la sociedad.

Kubrick nos habla directamente sobre la forma en que la violencia está enquistada en la sociedad, y que se transmite de unos a otros, sin que el Estado pueda hacer nada para remediarlo. A lo largo de todo el metraje vemos a todo el mundo ejerciendo la violencia de una forma o de otra.

Es la propia sociedad la que "produce" tipos como Alex, los cuales, luego no sabe como controlarlos, si no es utilizándolos como policías o para sus propios ejércitos, o bien atajando de raíz esos instintos.

Si algo caracteriza a “La Naranja Mecánica”, es su peculiar estética psicodélica, sus atuendos de tendencias fascistas, y en general un histrionismo desmesurado en los personajes y situaciones. 

Todo esto hace de ella, una obra provocadora, probablemente no apta para todos los públicos, y más una fabula macabra sobre la inadaptación en la sociedad.

La actuación de Malcolm McDowell, con un estilo sátiro, cruel y algo demente; le permite dar vida al protagonista; uno de los personajes mas increíbles que haya dado el cine. Consigue que no puedas separar actor de personaje, ni quieras. Tan pronto llegas a odiarlo, como a identificarte con él.

Una gran película por la que Kubrick recibió amenazas de muerte, que fue censurada en muchos países hasta que él falleció; con un gran protagonista como uno de los mejores villanos del cine, y que ha dado a conocer el típico símbolo de la naranja en todo el mundo.

No es una película fácil, ya que muchos sólo se quedaran con las escenas desagradables e incómodas. Para poder entender este filme hay que tener un cierto grado de madurez, es un raro ejemplo de película que exige que el espectador realmente piense.





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