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Regreso al futuro (1985): Recuerdos del Delorean del tiempo



Robert Zemeckis dirigió en los años 80 una de las trilogías más famosas de la historia del cine, y Michael J. Fox se convirtió en estrella en un abrir y cerrar de ojos. 

La trilogía está rodada desde el principio con el concepto de tres films; y no como es habitual de rodar una película y si tiene éxito siguen rodando nuevas partes. De ahí los famosos "to be continued" al final de las dos primeras entregas.

En esta primera parte conocemos a Marty McFly, un joven de instituto normal y corriente con su novia, su familia perdedora y su monopatín...
Su amigo, el "científico loco" de pelo blanco y desaliñado Doc, le hará viajar en el tiempo con su nuevo invento, una máquina del tiempo instalada en un coche Delorean.

Marti entonces hará un heroico viaje al pasado (20 años antes) alterando los acontecimientos para evitar muertes futuras e incluso para hacer de celestina de sus padres.

La verdad es que lo de "Regreso al futuro" tiene mérito, ya que es difícil conseguir que un tipo de película como esta (futurista, de ambientación alegre, inmadura y que no se toma muy en serio) sea considerada con respeto y además triunfe entre todo el público... pero lo logra.

“Regreso al Futuro" nos ofrece una aventura para todo tipo de público con muchas buenas dosis de desvergüenza y humor donde todo es un absurdo: la máquina del tiempo es un deportivo viejo, la madre se enamora de su propio hijo en el pasado, la amistad entre Marty y Doc es tan improbable como curiosa...


Aparte de su magnífico y elaborado guión, hay que añadirle unas buenas actuaciones (destacando en primer lugar a Christopher Lloyd como recordado inventor chiflado y desarreglado, con su pelo blanco electrizado, y esos prontos en los que de repente está emocionado y gritón y de repente pone la mirada perdida).


Michael J. Fox está o adorable o divertido según lo demande la historia. 
Además la química entre el reparto funciona, y hace que la absurda amistad entre Doc y Marty, resulte mítica.

Pese a ser ficticia, no fuerza la historia para que sea fácil, sino que la hace fluir con naturalidad tanto para lo bueno como para lo malo. La pelicula es divertida, tiene un ritmo vertiginoso y no tiene un segundo de tregua.

La parte en la que vuelven a 1955 es entrañable, cuando un Michael J. Fox en plena forma, Marty McFly, conoce a sus padres de jóvenes. ¡Cómo nos hubiera gustado a todos tener un coche como el "delorian", y un amigo cientifico chiflado como Doc Brown!

Y un punto muy importante, a pesar de ser un pelicula en principio destinada a publico familiar, etc, tienen muy en consideración las paradojas que se puedan generar por los viajes al futuro (y al pasado), en el hecho de que cualquier cambio que se produzca en el pasado tiene repercusiones en el futuro. Es decir, esta hecha con rigor.

A día de hoy sería difícil encontrar una cinta palomitera tan satisfactoria, emocionante, divertida y emotiva.



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El Nombre de la Rosa (1986): Misterios Religiosos





 Ambientada en el siglo XIV y basada en el libro de Umberto Eco, la historia nos habla de  una misteriosa muerte en una abadía (Roca Calasccio, en el centro de Italia) y un monje franciscano (Sean Connery), como el encargado de resolver el asunto junto a su aprendiz (Christian Slater) con el fondo de una discusión teológica sobre la pobreza de Jesús al que acude su orden.

Se producen más muertes en extrañas circunstancias que Guillermo de Baskerville investiga mientras intenta impregnarse del ambiente de la abadía para intentar comprender mejor, con las dificultades que su personalidad y falta de humildad acarrean. 

Ésta es la que hace desembocar la película en un final doble: por un lado la búsqueda de la verdad dejando de lado los dogmas de la Iglesia más estricta y por otro lado su enfrentamiento con un viejo "amigo" inquisidor (F. Murray Abraham) que le pondrá contra las cuerdas una vez más.
(El resto de la crítica puede contar partes de la película) Ver todo
La atmósfera de esta película es brutal. El enclave elegido, la continua presencia de elementos meteorológicos (niebla, nieve, etc...), una orden benedictina y su oscuridad en la vestimenta y las capuchas. 
Con todo esto la película consigue transmitir un misterio y suspense continuo, acentuado por los continuos asesinatos; además del clima tenebroso que envolvía los monasterios en la Europa medieval.
El reparto de actores es genial, hecho que junto al trabajo de maquillaje y vestuario consigue una magnífica caracterización de los personajes. 

Aunque creo que hay un contraste demasiado marcado entre la rebuscada fealdad de los demás monjes, y la buena presencia de Connery y Slater.
Difícil encontrar una película a la altura de un buen libro, pero no imposible: aquí está un ejemplo. La obra maestra de Umberto Eco encontró su traducción al Séptimo Arte bastante afortunada, con un Sean Connery inspirado. 
No creo que otro actor se haya adaptado mejor a la figura de Guillermo de Baskerville que Sean Connery, quien lo interpreta estupendamente.

Un dato interesante es que el nombre de este monje benedictino devenido en "detective" es una obvia alusión (¿homenaje?) a la novela de Arthur Conan Doyle "El sabueso de los Baskerville".

Eso sí, no sabía que los Monjes Franciscanos de la época, se dedicaban a emular a Sherlock Holmes o al mismísimo Colombo en las tareas de investigación del delito.

De trasfondo, el film plantea el antiguo debate a cerca de la ética de iglesia: los Franciscanos defendían los valores de la pobreza y la sencillez.

Por otro lado, los altos cargos de la Inquisición se afanan por eliminar a todo aquel que pueda poner en duda las tesis más conservadoras, donde el poder sobre el pueblo es lo primordial.

Y en cuanto al tema de la historia, lo que toca revisar es si los métodos ortodoxos de la iglesia hace 800 años o más han cambiado, en mi concepto no. 

Sigue siendo una verdad para pocos que engañan al pueblo con sus oraciones e historias, buscando un refugio en la misma iglesia. La misma historia de la película. 

No sé hasta qué punto pudo ser real la historia que nos cuentan, o relatos similares; pero se nota que el autor de la novela nos intenta mostrar una historia de denuncia respecto al pensamiento religioso de la Edad Media, de la Inquisición y de la ignorancia encastrada en el miedo de sus gentes.


Como punto negativo de la película, diría que los motivos de algunos de los asesinatos resultan algo confusos, acelerados y de pobre explicación. Supongo que en la novela quedarán mejor explicados.

Por lo demás, perfecta. Más allá del contenido histórico de la película, más que una crítica a las atrocidades cometidas durante siglos por la "santa inquisición", este film transmite mucho más. El amor, la amistad, el poder, el miedo, el odio...

Con este film se vuelve a demostrar que los efectos especiales hollywoodienses, se pueden remplazar con un poco de ingenio y astucia, jugando con la oscuridad, la soledad y otros factores importantes que el director Francés combina perfectamente dando lugar a esta brillante película. 

Pocas películas saben envejecer tan bien como ésta y seguir sorprendiendo aún hoy en día.


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Brazil (1985): Agobiante y absurda sociedad futura




Excelente metáfora de la sociedad actual, con grandes dosis (o más bien un tributo) del 1984 de George Orwell.

Brazil es una película onírica de ciencia-ficción que debería ser de obligada visión, por su claro mensaje de libertad de pensamiento y por el derroche imaginativo que representa.Es una película generacional pero consigue sobrevivir gracias a las virtudes de Gilliam, que se alzan sobre sus defectos, que los tiene.

Un chico de buena familia (Jonathan Pryce), que trabaja en el Ministerio de Información siendo esclavo de una vida cuadriculada, tiene sueños fantásticos en los que aparece una chica, que es su amor. Esa chica aparecerá en su vida real y querrá encontrarla y protegerla.

Por extrañas circunstancias y sin quererlo se implicará con un grupo guerrillero que lucha contra el sistema (atención al papel de Robert de Niro, en una aparición bastante cómica, como el líder de ese grupo terrorista).

Estamos ante un mundo impersonal, dominado por una burocracia tenebrosa que se apoya en una dudosa amenaza terrorista para tener un poder casi omnipotente con el que someter a sus ciudadanos.

Terror disfrazado de comedia absurda, con un poder del estado absolutamente opresor, donde se transcribe, literalmente, desde la conversación durante un polvo hasta los sonidos de los disparos en un asalto.

En este mundo o se está dentro del sistema o no se está, y el secuestro y la tortura por parte del Estado son comúnmente aceptados, lo mismo que la sucesión de diversos atentados terroristas que forman parte de la vida cotidiana.

La película es recargada en muchos sentidos (y como no podía ser de otra manera en el cine de Gilliam) especialmente en el aspecto visual, en la cual se sirve de los sueños del protagonista para dar rienda suelta a todos sus delirios.

Ahora bien todas estas ensoñaciones son fundamentales para el film, ya que el personaje protagonista utiliza todos esos sueños para huir de un mundo que le oprime y no le permite ser feliz, como una vía de escape.

Por otro lado las situaciones cómicas no son accesorias, sino que están ahí por ellas mismas.

Es un humor muy surrealista, de lo absurdo, de lo inesperado, que le da dinamismo al todo, movilidad.
Otro aspecto lo constituyen las críticas implicítas que Gilliam expresa en el film.

Por un lado se trata de una crítica a la sociedad en general: a la gran urbe, a las dichosas máquinas (parodiadas continuamente), y a los conceptos burgueses y burocráticos (donde se producen escenas kafkianas).

Es cierto que Terry Gilliam no consigue mantener el mismo ritmo e interés durante toda la película. La verdad sea dicha, llenar más de dos horas de momentos geniales no se podrá negar que es complicado. Brazil llega a convertirse en lo que critica, la burocracia hecha película.

Sin embargo, lo malo de la película es la historia que deciden contarnos, ya que si bien está inmersa en un mundo interesante, el argumento no termina de convencer y por momentos puede llegar a desconcertar.

¿Exageraciones? Pues si. ¿Que podrían haberse evitado ciertas escenas? Demasiado onirismo tal vez...

Pero reconozcamos que esto no es un film de cine negro, ni de aventuras, ni de ciencia ficción, ni Terminator. No es nada de eso, y a la vez es eso. Todo a la vez. Todo mezclado.

Entiendo perfectamente a la gente que odia las paranoias o los recursos visuales (incluyo también el vestuario) de Gilliam.

Es realmente una película en la que cuesta entrar, donde a veces prima más el “envoltorio”, que el contenido en sí.

Ahora bien la película no es un simple entretenimiento, intenta decirnos algo, otra cosa es que lo consiga o no (que en mi opinión si), por lo que todo aquel que quiera ver cine de evasión que no se equivoque que esta no es su película.

Recomendada para el que le interese el tema de las utopías o visiones sobre la sociedad futura (aunque por desgracia en algunos casos la película podría retratar el presente perfectamente).



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La Pequeña tienda de los Horrores (1986): Amor de Serie B y plantas carnívoras



Tengo la sensación de que esta película está infravalorada por sus aires modestos y su ausencia de pretensiones, pero es un gran error porque solo puede calificarse como una experiencia deliciosa.

Probablemente lo que más me haya gustado de ella es su colorida estética, su frescura y su originalidad. Además, en su interior guarda una leve crítica a la infravaloración de uno mismo y su potencial.

Un retraído dependiente de una ruinosa floristería (Rick Moranis en su papel simpático de siempre), enamorado de una despampanante compañera con pocas luces (Ellen Greene) y con un novio dentista que la trata como un trapo (Steve Martin, muy grande en este papel, en el que al sobreactuación le viene al pelo).

Este dependiente se encuentra con que una extraña planta le lanza a la fama. La cosa se complica cuando descubre que la planta se alimenta de sangre humana...

Esta versión del clásico de la serie B de ciencia ficción, "La tienda de los horrores", es una divertida comedia y un buen musical, especialmente recomendable para quienes les guste la música negra de los 60 y 70 (no en vano, el lider de los Four Tops (Levi Stubb), da voz a la planta alienígena, y si no recuerdo mal ganó el Oscar a la mejor canción del año).

Todo aderezado con una buena realización y un guión que si bien no pasará a la historia, si logra un buen ritmo y esa chispa suficiente para que tenga el suficiente encanto que necesita una producción de este tipo. La planta Audrey es todo un icono de la serie B, con una genial voz (tanto la original que canta como su doblaje en castellano).

Para el recuerdo siempre estará ese humor negro, negrísimo en los momentos que comparten Rick Moranis y la planta, las divertidas canciones de esta última.

Y, especialmente, todos los momentos en los que vemos en pantalla a un divertido Steve Martin, de chulo dentista.

Los actores cumplen a la perfección su cometido: Vincent Gardenia haciendo de auténtico jefe que se muestra muy paternal pero si puede te la clava por detrás cuando dejas de ser productivo.

Rick Moranis como ese empleaducho que siempre está callado, tímido con problemas de personalidad y que se siente más pequeño de lo que es.

El papel de Ellen Greene, que aunque le pongan esa voz ceceante, cuando empieza a cantar le sale ese chorro de voz que te pone los pelos de punta.

Finalmente, Steve Martin, en sus breves apariciones como rockabilly loco, machista y violento es de una comicidad de carcajada continua. Sus breves pero acertadas apariciones son lo mejor de toda la proyección.

Una historia bien contada sin desviaciones y donde todo encaja sin finales metidos con calzador.

Da lo que se espera de ella, diversión ya que te arranca más de una sonrisa, y que te muestra que hasta la gente convencional, podemos encontrar el amor de nuestra vida, si somos insistentes y luchamos por ello; aunque sea contra una planta carnívora de 2 metros de altura y con muy malas pulgas.

Por suerte no se convierte en un musical plomizo de canciones repetitivas y metidas a la fuerza, sin embargo, los decorados quitan realismo, ya que se nota con demasiado descarado que esta rodada íntegramente en un estudio.

¿Qué no tiene esta película?. Si me dices que es un musical, eso es obvio. Una comedia, por supuesto. Ciencia ficción, no se puede decir que no. Terror (del antiguo, del de serie B), pues claro que también. Romántica, ¿alguien lo duda?....

¿Cómo se pueden encontrar pues, tantos géneros en una sola cinta de una manera tan excepcional y sin que chirrie?. Pues con un gran trabajo como éste y buen material. Es una película que sabe reírse de sí misma, así que es una pena que la gente no se tome en serio este tipo de comedias porque, si no, se harían muchas más.




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Cuando el viento sopla (1985): Trágica denuncia contra la guerra nuclear



Durante la historia del cine, la animación ha acabado teniendo una importante relevancia. Esto es debido a todo un proceso de madurez que ha experimentado demostrando que puede abarcar todo tipo de temas, ya sean cómicos o dramáticos.

El film que nos ocupa, fue uno de los primeros en dar muestra de ellos, y de que los dibujos animados no son particularmente sólo para niños.

Estrenada el mismo año que ocurrió la catástrofe de Chernobyl, cuando la famosa nube radioactiva amenazó toda Europa por primera y esperemos que última vez, conviene ver esta obra en nuestros días para no olvidar.

Jimmy T. Murakami consigue llevar la novela “When the Wind Blows” de Raymond Briggs al cine, contando la historia de Jim y Hilda Bloggs, una pareja de jubilados que viven en una remota zona rural de Gran Bretaña poco antes del inicio de una guerra nuclear entre los soviéticos y los británicos/americanos.


Ante un inminente ataque ruso contra el país, en plena Guerra Fría, la pareja decide tomar toda una serie de medidas para protegerse.

Lo que en un principio parece algo puramente rutinario y por precaución, fruto de la experiencia bélica que ya tuvieron con la Segunda Guerra Mundial, se convierte en una cruenta odisea de supervivencia.

La pareja piensa ingenuamente que el estado lo tiene todo controlado, que siguiendo las instrucciones de unos folletos informativos, no tienen nada que temer.

Tras el ataque nuclear, la pareja intenta seguir su rutina entre las ruinas de la casa corriendo peor suerte que los demás, esperando la muerte de una forma mucho más horrible, mientras la supuesta ayuda llega.
La inocencia y una fe ciega en su gobierno les impide ser conscientes de las dramáticas consecuencias de la radioactividad con el paso de los días.

Todo esto, acompañado del amor que a pesar de los años aún profesan el uno por el otro, cuidándose de la misma forma día tras día, llevando la misma rutina, creyendo que todo saldrá bien...

Creo que la fuerza de esta historia está en la emotividad que despertaría en el espectador la empatía con el matrimonio de ancianos.


El hecho de estar contada con irreales personajes de animación, demasiado inexpresivos e infantiles, le dota de un ambiente de desolador teatro de títeres.


Más aún al estar filmada con una particular técnica, que mezcla la clásica animación a mano de los personajes con unos fondos hechos con maquetas reales a escala.

Cierto es que a veces puede resultar lenta y monótona. Si el objetivo era retratar la senilidad de una pareja de ancianos, el resultado es excelente; pero hay cierto aire de optimismo demasiado extremo, hasta un punto que resulta ridículo. 

Y es una pena porque las imágenes son de las que duelen; sobretodo por la ingenuidad de ellos ante todo lo que va sucediendo, una visión global de las cosas algo hipócrita. Llegan al punto de evocar con nostalgia su juventud durante la II Guerra Mundial, como si aquello hubiera sido una época digna de recordar con cariño.

Siento que es un film que necesita varios visionados para cavilar sobre los posibles planteamientos que nos propone el cuento. Una película que puede resultar atípica y arriesgada por el hecho de tratar un tema tan delicado como el de la guerra nuclear mediante una sencilla e inocente animación. 

Si a todo esto le añadimos una más que recomendable banda sonora (David Bowie, Roger Waters, Pink Floyd, Génesis), estamos ante una de esas películas que no deberíamos dejar de ver.

Una película que todos deben ver una vez adquirida la madurez suficiente, prácticamente olvidada, sencilla y honesta, dolorosamente humana.





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Los Cazafantasmas (1984): Ectoplasmática





Nueva York, tradicional emplazamiento para todo tipo de desgracias colectivas, sufre una masiva oleada de apariciones espectrales. Eso hace que un grupo de parasicólogos monten un chiringuito de caza y captura de seres del más allá. 


Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis y Ernie Hudson son los cuatro cazafantasmas que se dedican a limpiar Nueva York de una plaga de ectoplasmas. Su arriesgado negocio prospera por la multitud de desordenes que causan los fantasmas en toda la ciudad.

Sin embargo, sanidad no se fía y ante la sospecha de que su actividad pueda ser peligrosa, decide clausurarles la empresa desconectando las máquinas que encierran a los espectros. Esto provocará el caos.

 

Gran comedia de ciencia ficción, con todos los ingredientes para convertirse en lo que es más de 25 años después: una máquina de entretener y de hacer reír basándose en seres, que hasta el momento, habían llenado minutos y minutos de pantalla justamente para lo contrario: para dar miedo, consiguiéndolo en ocasiones y no tanto en otras.

Se trata de una película que, sin muchas pretensiones, cumple lo que promete: abundantes dosis de humor. La trama es demasiado simple pero se compensa con grandes escenas en ocasiones desternillantes.


La idea era original y su planteamiento encajaba a la perfección en aquella década donde el cine gozaba de una inocencia donde todo estaba permitido. 

Un trabajo muy bueno en FX (como olvidar la escena de Stay Puft, el muñequito de los Marshmallows) y en decoración artística, donde a pesar de estar presente el humor en todo momento también había ciertos momentos inquietantes.

Nadie ha sido capaz de descifrar por qué nos gustaba a todos, cuando la mitad de cosas que decían ni se les entendían (su lenguaje ectoplásmico era para crear un diccionario propio).

Tal vez por su pegadiza canción, porque el reparto reunía a los mejores cómicos de aquel entonces (las excentricidades de Bill Murray le venían perfectas a su papel) junto a Sigourney Weaver (radiante y sensual, entonces actriz de moda).


Reconozco que está la nostalgia de por medio pero que narices, la película se deja ver de principio a fin con una sonrisa en los labios hasta el final de los títulos de crédito.

Los cazafantasmas es, sencillamente, un producto obligado para los niños que teniendo ya pelos de más, necesitamos evocar una época en la que disfrutábamos viendo este tipo de películas al abrigo de los nuestros y sonreíamos sin querer.

Porque tras ver tantas películas de hoy en las que el director tan solo busca el morbo barato, la arcada gratuita y la mala leche edulcorada o bien la recaudación masiva de forma deleznable, mostrando básicamente a las caras bonitas del Hollywood actual; uno no puede sino agradecer una película así.

Donde las buenas intenciones y el amable concepto del entretenimiento emanaba por todos sus poros.



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