Cuatro amigos
que viven en la ciudad deciden pasar un fin de semana en los Montes Apalaches.
Quieren bajar en canoa un río que atraviesa un bosque que pronto será inundado
para la construcción de una presa.
Tras un encuentro traumático con dos
lugareños, su travesía idílica se convertirá en una tragedia a medida que vayan
descendiendo por los rápidos del río.
En lo setenta
dio comienzo la explosión de exponer la violencia explícitamente, sin tapujos,
películas como "Perros de paja" y "La ultima casa a la izquierda", abrieron un
camino, en la que se presentaba el lado oscuro del ser humano a través de
situaciones de una violencia contundente y opresiva.
Defensa de
John Boorman, se puede colocar en esa categoría, donde presenta una trama
sencilla, en un principio idílica, que se convierte en una autentica pesadilla.
La película es
entretenida pero queda lejos de ser una obra maestra, si uno ha visto mucho
cine el argumento no tiene porque resultarle muy original.
El intento de
reflejar esa dualidad entre la civilización y la naturaleza o la cultura y el
instinto lo hemos visto centenares de veces y no sólo precisamente en obras tan
alabadas como "Perros de Paja".
Boorman
propone un acercamiento entre ser humano y entorno natural, y también expone a
la claridad la bestialidad, las lacras de nuestra especie, y nuestra tendencia
a la destrucción.
A pesar de su
lentitud, y su falta de ritmo, lo mejor de la historia es la atmósfera un poco
extraña e incómoda que tiene desde un primer instante, que acompaña a los protagonistas
por todo el camino; rodeados de la belleza de la naturaleza y de los extraños
habitantes de la zona.
Es interesante
el retrato que hace Boorman sobre los lugareños, tratándolos como un elemento
más del paisaje, tan salvaje y agreste como lo puedan ser los propios rápidos
del río.
Para esto Boorman utilizó actores no profesionales de la misma zona
donde se desarrolla la acción, lo que le da un realismo necesario según está
planteada la película.
La forma de
hablar, de vestir y las malformaciones físicas que sufren algunos de ellos,
quizás por una cierta endogamia en las costumbres, son elementos indispensables
para dar sentido a todo ese estallido de violencia.
Con respecto al
trabajo de un reparto, del que sobresale sin ninguna duda Ned Beatty, el más
implicado y creíble de todos. Le siguen Ronny Cox y Burt Reynolds, que dejan
fuera del podio a un John Voight algo
ausente e inexpresivo.
En conclusión,
“Defensa” deja un sabor agridulce, por un lado se disfruta de dos de las
escenas más brutales e intensas de los 70, pero por otra parte si se hubieran
reducido 15 o 20 minutos la película hubiera ganado muchísimos enteros.
En cualquier caso, una de las películas más incómodas y curiosas del cine.
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