Tuvo que ser en Londres y no en Nueva York, y tuvo que ser en un drama con toques de thriller y no en una comedia, donde Woody Allen creara una de sus mejores últimas películas.
La
historia de un "trepa" dispuesto a todo por mejorar social y económicamente.
Hasta aquí nada nuevo, pero la forma de contarlo, los giros en la trama y las
buenas interpretaciones sí que hacen a ésta una película excepcional, dentro de
su filmografía.
Christopher Wilton (J.R
Meyers) es un joven irlandés de origen humilde, ex-jugador profesional de tenis
y que ahora se dedica a dar clases de tenis, en un prestigioso y exclusivista
Club de Londres.
Un día, su alumno Tom Hewet (Matthew Goode), un niño bien, hijo de un prestigioso empresario de las finanzas londinenses, le invita a pasar un rato en su lujosa casa en compañía de su familia.
Allí conoce a la hermana de Tom, Chloe (Emily Mortimer) con quien entablará una relación de pareja.
El problema es que la novia actual de su cuñado Tom, Nola Rice (S. Johansson), le inspira un arrasador sentimiento de deseo pasional.
Un día, su alumno Tom Hewet (Matthew Goode), un niño bien, hijo de un prestigioso empresario de las finanzas londinenses, le invita a pasar un rato en su lujosa casa en compañía de su familia.
Allí conoce a la hermana de Tom, Chloe (Emily Mortimer) con quien entablará una relación de pareja.
El problema es que la novia actual de su cuñado Tom, Nola Rice (S. Johansson), le inspira un arrasador sentimiento de deseo pasional.
Pasado un tiempo Tom rompe con Nola y Chris se decide a llevar una doble vida con Nola, ya que está casado con Chloe y esperando un hijo.
Chris es la suerte en estado puro. Sin embargo, se encuentra con un dilema: ¿Sacrificar su posición social a costa de la mujer a la que desea? Difícil elección, sobre todo si sólo la desea...
Allen
nos hace notar innumerables conductas humanas de hoy en día, manifestadas en Chris:
la ambición desmedida de todo tipo (económica, social y sexual) y la necesidad
de escalar alto; la importancia del dinero y el status y la inconformidad y la
hipocresía humana.
Se
agradece volver a ver ese otro lado oscuro del cinismo del director: lejos de
las bromas y los juegos de palabras inteligentes pero amables de sus otras
películas, encontramos su cinismo agrio y egoísta.
Muy
eficiente dirección de actores, como es habitual en todos los trabajos de
Allen, que hace que estos sobresalgan en sus papeles dando todo de lo que son
capaces.
Reconocimiento
especial merecen tanto la interpretación de Jonathan Rhys Meyer como la
magnífica sensualidad de Scarlett Johansson.
Aunque pienso que con respecto a ella, tal vez parece un poco sobreactuada en el tono de "femme fatale" que se le imprime a su personaje; creo que se le pudo haber dado más frescura y naturalidad, a su interpretación.
Aunque pienso que con respecto a ella, tal vez parece un poco sobreactuada en el tono de "femme fatale" que se le imprime a su personaje; creo que se le pudo haber dado más frescura y naturalidad, a su interpretación.
La banda sonora, toda basada en ópera, es sofisticada y muy adecuada para el tono del film, dándole un toque clásico y distinguido.
A pesar de ser una película de diálogo y no de acción, no se hace lenta y la duración de cada escena es la justa... ni más, ni menos.
Es una historia muy sencilla pero hay que saberla contar bien y Woody lo ha sabido hacer perfectamente.
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