Ransom
Stoddard (James Stewart), joven abogado del este, se dirige en diligencia a
Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la
ley.
Shinbone es
un pueblo en el que la violencia es la única ley que impera, y nadie cree que
las cosas vayan a cambiar: existe demasiado temor y faltan referentes morales,
con una conducta que inspire una verdadera voluntad de cambio.
El único
capaz de mantener a raya al villano local, Liberty Valence, en este aterrado
pueblo es Tom Doniphon (John Wayne), un tipo aún más duro que él... y más diestro
en el manejo de las armas.
Frente al
poder de los puños y las pistolas, la llegada de Ransom Stoddard a Shinbone
representa un soplo de aire renovado, que puede marcar el declive del antiguo
modo de vida del Oeste norteamericano y la llegada de los nuevos tiempos; sin
embargo, para poder establecerse este nuevo modelo de sociedad, hace falta
acabar con el antiguo 'way of life'... por las buenas o por las malas.
Estupendo
western, con una visión alejada de los típicos estereotipos del género: aquí no
se idealiza ni el tipo de sociedad ni a sus personajes, simplemente se recrea
un momento de la historia de los EE.UU.
La llegada del ferrocarril, implica la asimilación del sometimiento a las leyes, la protección de la propiedad privada, la participación en los comicios electorales... y el final del terror impuesto por las pistolas, el pillaje y el caciquismo.
James Stewart es el protagonista absoluto, pero John Wayne le roba el protagonismo con una soberbia y atípica, e incluso yo calificaría como sombría su interpretación.
Es el claro perdedor de la historia, queda a la sombra frente al cobarde Ransom Stoddard (Stewart), que no es valeroso, pero si humilde y trabajador.
Los malos son
de capa baja (Lee Marvin sobre todo y Lee Van Cleef), nada nuevo que aportar al
género, pero se ve que ya las armas tienen poco que aportar al oeste, es la
palabra lo que mueve el mundo.
El experto
director de westerns John Ford, consolidó con esta película un testamento
inmejorable. Sorprende con un relato crepuscular acerca de la caída del salvaje
oeste, con todo lo bueno y todo lo malo, frente a la imparable civilización.
La película
es ante todo, una defensa (simple pero efectiva) de los hombres buenos frente a
los dictadores, de los pobres frente a los ricos, de la democracia frente a la
dictadura. Nos ofrece sencillas clases de democracia. Un western adelantado a
su tiempo, con algo de demagogia perdonable.
Sería
pretencioso, intentar añadir algo más a todo lo que se ha escrito ya sobre esta
película.
Así que intentaré terminar de forma escueta; para mí estamos ante un western "enciclopédico", en el sentido de todo lo que enseña acerca de la vida, el honor, el amor, la ley, la libertad de prensa, la historia y más cosas.
Así que intentaré terminar de forma escueta; para mí estamos ante un western "enciclopédico", en el sentido de todo lo que enseña acerca de la vida, el honor, el amor, la ley, la libertad de prensa, la historia y más cosas.
Suele decirse
que el western como tal murió con esta película, que transgrede los propios
códigos del género.
Realmente se puede decir que John Ford reinventó este género, otros directores siguieron sus pasos y sus reglas establecidas (Raoul Walsh, Hawks y Mann).
Realmente se puede decir que John Ford reinventó este género, otros directores siguieron sus pasos y sus reglas establecidas (Raoul Walsh, Hawks y Mann).
Otros a
partir de su legado, ofrecieron otros puntos de vista (Leone, Arthur Penn y
Pekinpah) y modernizaron el género. Pero él no dejó de reinventarse y a finales
de su carrera, ciertas obras ofrecieron nuevos ideas y más frescura al género.
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