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Tomates Verdes Fritos (1991): Los Prejuicios del pasado



Evelyn (Kathy Bates), una mujer madura que vive frustrada por su gordura y por la insensibilidad y simpleza de su marido, conoce casualmente en un asilo a Ninny (Jessica Tandy), una anciana que le va contando poco a poco una dramática historia ocurrida en un pequeño pueblo de Alabama.

El relato se hace cada vez más fascinante: gira en torno a la gran amistad entre dos mujeres (Mary Stuart Masterson y Mary-Louise Parker) y al misterioso asesinato del marido de una de ellas.

Tomates verdes fritos adapta la novela de Fannie Flagg y consiguió convertirse en una película muy popular gracias a que la voz corrió deprisa, llevando a la gente al cine. 

A pesar de eso, los admiradores del libro, aunque admiten que es fiel como adaptación, acusan a la película de ser cobarde a la hora de abordar algunos temas, como el racismo o la homosexualidad.

Contada como una sucesión de flash backs, la historia derivará en una alegoría a la rebeldía y la libertad frente a una sociedad opresiva y autoritaria.

Una rebelión contra los prejuicios de un pasado que se ata a la tradición como pretexto para ejercer el control en un entorno cambiante, una sociedad en el que ser o hacer algo diferente es un peligro.

El reparto es un auténtico escándalo. Tenemos tres protagonistas: Kathy Bates, comodísima en el papel de mujer chapada a la antigua que experimenta un cambio impresionante; Jessica Tandy, actriz clásica que sigue conservando el magnetismo de su juventud, convertido ahora en un encanto bárbaro.

Por último Mary Stuart Masterson, icono ochentero que alcanza en “Tomates verdes fritos” el punto más alto en su trabajo, con una labor tan cuidada, que parece estar mostrándonos a una persona real. Lo que ayuda a la película ya que nos encontramos con un relato dentro de otro, y ahí el realismo juega un papel clave.

Mary-Louise Parker está muy correcta en otro de los personajes clave en la "insinuación" de la homosexualidad y del costumbrismo, del sur de los Estados Unidos.

No voy a decir que "Tomates verdes fritos" no sea lo que esperaba que iba a ser. 

Lo siento, pero aparte de sus virtudes sí me parece moralista, un poco manipuladora emocionalmente en algunas escenas, sentimentalista a ratos y un poco edulcoradita. 

Si negase esto me estaría mintiendo y estaría dando una opinión falsa. Me lo parece.

No obstante -y esto es lo que me sorprende-, al cabo de las más de 2 horas que dura el metraje acabo con un extraño y agradable buen sabor de boca. Así que me pregunto por qué.

Quizá sea porque el sentimentalismo, se mezcla con toques de humor encantadores, no sé. Quizá es porque el relato moralista no es recalcitrante -el racismo se toca, pero no se insiste en dar una enseñanza, es bastante realista el retrato que se hace; el machismo se nombra, pero sólo afecta claramente a un personaje; el poder de la amistad es el eje, pero no aburre-.

Quizá lo que ocurre es que el edulcorante tiene partes más naturales que artificiales, hay buen rollo, hay buen ambiente, hay emotividad, y se nota. 

El mérito, lo que valoro y aplaudo, es que, incluso teniendo trazas de todas esas cosas, el buen recuerdo que tendré, el buen sabor que me deja y el buen rato que he pasado no me lo quita nadie. Y eso tengo que decirlo.


Una historia alegre, una historia triste, una historia fuerte.







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