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L.A. Confidential (1997): La ciudad del pecado




Años 50. Tres policías de Los Ángeles se ven envueltos en una intriga criminal que destapa los trapos sucios del Departamento. Para recuperar el prestigio perdido, los tres mejores agentes se hacen cargo de la investigación del caso. 

Históricamente la policía de Los Ángeles, durante las décadas de los 40s,50s y 60s fue la más corrupta y criminal jamás existida en los EEUU, todavía hoy guarda indicios de aquella época, aunque sea solamente una sombra.

Hollywood no se quedado atrás sobre el tema y existen numerosos filmes acerca del tema y de paso muchos de ellos llevados a la pantalla. 

Prostitución, corrupción, prensa sensacionalista, crimen organizado, alcohol, drogas, malos tratos, mentiras y engaños, sensación de que no te puedes fiar de nadie y todo el mundo está comprado…L.A. Confidential”, es el fiel reflejo de la sociedad de Los Ángeles, en los años 50.

Adaptación cinematográfica de la novela epónima sobre crímenes publicada en 1990 por el escritor y ensayista norteamericano, James Elllroy.

El título de la novela (L.A Confidential) hace referencia a una serie de infames escándalos en los que se vió inmersa la revista californiana de cotilleos "Confidential" en los años 50, ocultada aquí, en la ficción cinematográfica bajo el pseudonimo de la revista "Hus-Hush"...

Es complejo hacer una sinopsis de L.A. Confidential, hay multitud de tramas, subtramas, personajes y giros que hacen de la película un embrollo que sería difícil de seguir si no fuese porque todo está explicado con precisión, con un guión inteligente que no deja cabos sueltos y que trata con mimo cada personaje y acción que se realiza.

Por ello a mi entender, la narración es sólida -acompañada de una interesante recreación de época- y va logrando crecer en intensidad, hasta un desenlace que me encantó, tanto a nivel argumental y emocional.

No obstante, creo que no siento el favoritismo que la mayoría siente por este filme. Como entretenimiento resulta efectiva a grandes rasgos, pero no puedo decir que la cinta mantenga la intensidad durante todo su metraje.

Guy Pearce, tiene aquí su salto a la fama, como el oficial que desea emular (y vengar) a su padre, otro policía inmolado en el servicio. 

Kim Basinger es Lynn Bracken, el equivalente rubio de Veronica Lake (en homenaje a esta gran femme fatale del cine), que, como toda mujer anhela sentirse amada. 

De Kim Basinger, decir que sin merecerse el Oscar que obtuvo, se ganó el respeto de aquellos que se burlaban de la modelo que quería ser actriz sin saber actuar.

Kevin Spacey se gusta inundando la pantalla en cada una de sus apariciones y formando un increíble duo con un siempre cumplidor Danny DeVito.

Russell Crowe también da un paso adelante en su fructífera carrera como el hombre marcado por un amargo pasado. Y, entre otros, James Cromwell es el capitán Dudley Smith, el hombre de cuya autoridad depende la vida de muchas personas.








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Tallo de Hierro (1987): Vagabundos



Son los años de la Gran Depresión. Tras sufrir un trágico accidente, Francis Phelan, un antiguo jugador de béisbol, abandona a su familia y se convierte en un borracho errante. Tanto él como su novia y compañera de borracheras, intentan escapar del doloroso recuerdo de un pasado que los persigue a cada uno.

La historia está basada en “Ironweed”, la novela de William Kennedy, que gozaba de un gran prestigio (con Pulitzer incluído).

El mundo de Tallo de hierro no es bonito, aunque está rodeado de cierta magia, de amistad y amor distintos a como los conocemos. Inmersos en calles sucias, malviviendo de los exiguos sueldos, conviviendo con locos y prostitutas, y perseguidos por espíritus de recuerdos pasados.

Phelan y su particular grupo ahogan sus penas en el alcohol, tratando de combatir al frío y huyendo de la policía y de las palizas de los grupos de vigilantes de ferrocarriles.

Tallo de hierro va más allá de la Depresión y de las culturas, pues en las calles de las grandes ciudades hay también esquizofrénicos, vagabundos, borrachos, y otras gentes que parecen pertenecer a otro plano distinto, a otro mundo que se entremezcla con el nuestro. Cada persona tiene su historia, y en la calle esa realidad es más verdadera que nunca.

Seguro que en más de una ocasión nos hemos cruzado con algún Francis Phelan que hablaba a algún fantasma que nosotros no podíamos ver.

Tallo de hierro es una película incómoda, triste, por momentos desgarradora, pero no exenta de belleza y cierta esperanza, en forma de esos conceptos que comúnmente llamamos amor y amistad.

Los dos actores principales, tanto Jack Nicholson como Meryl streep, bordan sus papeles y nos entregan unas interpretaciones notables que elevan la película a un nivel superior.

Sobre Jack Nicholson se ha dicho y escrito mucho, y se ha hablado de su sobreactuación y sus gestos.

Pero algo innegable es que posee el carisma de las viejas estrellas, y que su sola presencia basta para llenar toda una pantalla. 

No me cabe duda de que Francis Phelan es uno de sus más emocionantes papeles. Merecida nominación al oscar para el versátil Jack.

Por otra parte, Meryl Streep nos regala una triste y perdida Helen Archer, en la línea dramática a la que nos tiene acostumbrados esta espectacular actriz. Otra merecida nominación al oscar para la "demasiado perfecta" Meryl.

En conclusión, no es una película para ver en días depresivos, pero contiene una historia que aunque triste engancha al espectador por su pequeño toque de realismo mágico que resulta delicioso, y esa pequeña bella historia de amor entre Francis y Helen que ayuda a sobrellevar los momentos más duros del film.

Tallo de hierro, un buen drama de los que ya no abundan. Una película que habla de la culpa, la humanidad en un entorno inhumano.






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Paseando a Miss Daisy (1989): La Vejez y la Amistad



Miss Daisy (Jessica Tandy) es una antipática y autoritaria profesora jubilada de 72 años. Tras sufrir un accidente conduciendo su coche, su hijo (Dan Aykroyd), temiendo por la vida de su madre, contrata a un chófer negro (Morgan Freeman) para que la lleve de paseo. Al principio, la desconfianza de la anciana respecto al tranquilo conductor es absoluta. 

Estamos ante un drama que toma como base la amistad y la vejez. 
Dirigida con un ritmo tranquilo, es propia e íntima en el modo de plasmarla con sencillez y naturalidad, y por estar realizada de modo impecable y magistral a la hora de calar con sinceridad en el espectador, definiéndola con esplendor y emotividad.

Daisy Dwerthan, una señora viuda judía, que planta cara a las inseguridades y temores de su vejez con obstinación y terquedad, acaba entablando la mayor amistad de su vida con su chófer negro, contratado por el hijo de la señora en contra de los deseos de ésta.

Hawk, el chófer, al principio tendrá que soportar los desplantes de la señora Daisy, y opondrá a la terquedad de ella su propio carácter amable y tranquilo. Con el tiempo, se convertirán en excelentes amigos y compartirán el día a día.

Se nos hace referencia al trasfondo sociocultural que se desarrollaba en Estados Unidos a mediados del siglo pasado. En el estado sureño de Georgia, donde aún pervivían los fuertes y arraigados prejuicios contra las personas de raza negra y contra los judíos. En este caso la señora Daisy, judía, y Hawk, negro, consiguen elevarse por encima de todos los prejuicios. 

El filme elude los tópicos y la sensiblería propia de este tipo de productos, contando la historia de buena forma, con un buen ritmo en la trama, algo lento pero sin aburrir.

Al mismo tiempo me sorprende que una película tan poco pretenciosa y sin un gran presupuesto como esta no pasase desapercibida para las masas en los cines allá por el 1989.

Ganar un Oscar y que tuviera un gran éxito de taquilla, pues es prueba de que el público americano, también sabe apreciar los dramas sencillos pero complejos 

En lo referente a las interpretaciones, Morgan Freeman interpreta a un personaje tierno, bondadoso y carismático de los que solo él podría y a los que ya nos tiene muy acostumbrados, pues casi toda su filmografía se reduce a semejantes. Así mismo, el actor hace una gran interpretación, a un buen nivel como es habitual en él y digna de reconocimiento.

Bien respaldado se ve por la veteranía de Jessica Tandy que brinda otra gran interpretación para el recuerdo en su papel de anciana desagradable y malhumorada pero con un gran corazón que espera ser abierto.

Mención especial para Dan Aykroyd que se encuentra apartado de sus típicos papeles de comedia y que se muestra también muy correcto e idóneo en el drama. 

Una película bonita, especial, sencilla con cierta moralina en determinadas ocasiones digna de oscar, como así ocurrió en 1989, sin bien es cierto que su inicio poco alentador y su paso del tiempo, la reducen a la actualidad una buena peli sin más a priori, pero elevada a notable gracias a las fenomenales interpretaciones de sus protagónicos.







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La Tapadera (1976): El Testaferro Guionista



Howard Prince (Woody Allen), individuo poco recomendable por su falta de seriedad y su afición al juego, se ofrecerá como tapadera para que su antiguo compañero de colegio pueda, durante la caza de brujas del cejijunto senador McCarthy, seguir cociendo guiones televisivos y comiendo; todo a cambio de una pequeña comisión por entrega firmada.

Alfred Miller, el escritor, es rojete y su amigo de infancia, ahora empleado en un bar, daltónico convencido; pero las relaciones, las novias y, porqué no, ese gen de conciencia que generalmente no se desarrolla, harán que nuestro mediático, prolífico y triunfador "creador sin pluma" vaya cambiando su visión de las cosas.

La tapadera. La coartada. Lo políticamente correcto. El mirar por la mirilla con curiosidad al vecino. Toda sociedad pasa por momentos así a lo largo de su Historia, humillantes, instantes donde hay denigración en todas las esquinas.

Aunque terrible para denunciante y denunciado, no se puede condenar a un ser humano por admitir alguna complicidad tras haber sido sometido o amenazado con tortura u otros métodos de coacción. Pero, ¿qué lleva a una persona por su propio pie a levantarse y dar una lista de nombres?

Recreación de uno de los periodos políticos más oscuros de los Estados Unidos, la era MacCarthy (en la que se vieron envueltos tanto el director como el guionista del film), "La tapadera" es una evocación irónica y amarga de la famosa Caza de Brujas (centrada aquí en el mundo de la televisión) en la que miles de artistas, intelectuales, pensadores y sindicalistas de izquierdas sufrieron la persecución y el ostracismo.

Persecución bajo la acusación de ser o apoyar a comunistas y grupos subversivos, con el estudiado propósito de descubrir y eliminar a quienes criticaran el establishment o pudieran tener la capacidad de despertar la conciencia en la población.

La caza de brujas comunistas fue uno de los fenómenos más denunciados por lo mejor de la intelectualidad estadounidense. Obras teatrales como "Las brujas de Salem" ponían el dedo en la llaga, mientras que algunos de los pilares artísticos de una tierra que se proclamaba de libertades, quedaban señalados como parias y elementos subversivos. 

Martin Ritt coge un guión de Walter Bernstein para mirar con una dosis de tranquilidad uno de esos casos, usando el talento interpretativo de Woody Allen para hacer de testaferro. 

Lo cierto es que es alucinante la capacidad de Allen de hacer un personaje menos de quiebre de los que suele hacer, pero lo borda.

Aunque no parece acabar de encontrarse del todo cómodo teniendo tanta responsabilidad en una obra que no es suya. El resto del reparto raya a gran altura. 

Producida con muy bajo presupuesto y una visible escasez de medios, su autor, el director Martin Ritt, ejerció en ella una especie de venganza personal, que por extensión fue la venganza de toda una generación de hombres y mujeres de Hollywood: la venganza contra el Maccarthysmo.

No es que aquel tenebroso periodo de la historia americana, afectara tan solo a los estudios de cine y a los que trabajaban en la industria cinematográfica, pero sin duda fue en Hollywood donde cobró mas relieve aquella ola de intransigencia y de fascismo que durante unos años batió en el pecho de la sociedad norteamericana.





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Papillón (1973): La Celda de Castigo



Henri “Papillon” Charriere (Steve McQueen) es un preso francés condenado en la isla del Diablo en la Guayana francesa por un crimen que él alega no cometió. Allí conocerá al miope Louis Dega (Dustin Hoffman) un falsificador de los bonos del gobierno francés. Papillon intentara fugarse en más de una vez, pero será victima de los ejemplares castigos del penal.

Había un cine de aventuras, en donde primaban la interpretación de los actores y la destreza en el guión, habitualmente realizado a partir de un “Best Seller”, como en este caso.

Si el argumento provocaba la empatía, mejor que mejor. 
Y qué mejor empatía que la que se crea desde la gran pantalla cuando el protagonista se quiere escapar de un sitio, en donde está injustamente retenido.

Dentro del género de aventuras nace una especie de subgénero, en el mejor sentido de la palabra, en el que la fuga, la evasión o la escapatoria se convierte en un deseo compartido.

No es un cine profundo, pero es un magnífico cine. No se profundiza en las causas políticas, ni en las leyes injustas, ni en la arbitrariedad manifiesta de su aplicación, ni en las secuelas irreversibles que estas situaciones provocan. Pero es un cine apasionante, especialmente si hay sabiduría detrás de la cámara.

Parece incluso que se evita explícitamente entrar en los territorios del análisis para no perder espectadores por el camino, pero esta castración deseada consigue masificar la propuesta ideológica que inevitablemente encierra: la libertad es tan necesaria como la vida misma. Papillón es uno de sus ejemplos más relevantes.

La amistad y solidaridad entre estos dos hombres es el nudo central de la trama, en donde el director Franklin Schaffner adapta la novela de Charriere, para denunciar los tratos vejatorios de muchos complejos penitenciarios.

La película muestra como era el sistema penitenciario francés de la Tercera República francesa, hasta que finalmente fue erradicado. 

Presos en estado de semi-esclavitud en la Guyana Francesa, en mitad de la nada y sometidos a condiciones inhumanas.

Lugares donde en vez de reeducar a la persona con idea de reinsertarla posteriormente en la sociedad, se atentaba contra su dignidad. Que sí, habría criminales que tal vez mereciesen semejante trato (incluso hoy en día), pero ¿y los inocentes?. 

Steve McQueen y Dustin Hoffman dieron una cátedra de actuación, sus personajes los desarrollaron al máximo de sus posibilidades sin tener que sobreactuar. Aclaro que el nombre de Papillon, proviene de un tatuaje de mariposa en el pecho del protagonista; por lo que Papillón quiere decir mariposa en francés.


Una gran película sobre la amistad y la supervivencia del hombre ante situaciones límite.





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