Son los años de
la Gran Depresión. Tras sufrir un trágico accidente, Francis Phelan, un antiguo
jugador de béisbol, abandona a su familia y se convierte en un borracho
errante. Tanto él como su novia y compañera de borracheras, intentan escapar
del doloroso recuerdo de un pasado que los persigue a cada uno.
La historia está basada en “Ironweed”, la novela de William Kennedy, que gozaba de un gran
prestigio (con Pulitzer incluído).
El mundo de
Tallo de hierro no es bonito, aunque está rodeado de cierta magia, de amistad y
amor distintos a como los conocemos. Inmersos en calles sucias, malviviendo de
los exiguos sueldos, conviviendo con locos y prostitutas, y perseguidos por
espíritus de recuerdos pasados.
Phelan y su particular
grupo ahogan sus penas en el alcohol, tratando de combatir al frío y huyendo de
la policía y de las palizas de los grupos de vigilantes de ferrocarriles.
Tallo de hierro va más allá de la Depresión y de las culturas, pues en las calles de las grandes ciudades hay también esquizofrénicos, vagabundos, borrachos, y otras gentes que parecen pertenecer a otro plano distinto, a otro mundo que se entremezcla con el nuestro. Cada persona tiene su historia, y en la calle esa realidad es más verdadera que nunca.
Tallo de hierro va más allá de la Depresión y de las culturas, pues en las calles de las grandes ciudades hay también esquizofrénicos, vagabundos, borrachos, y otras gentes que parecen pertenecer a otro plano distinto, a otro mundo que se entremezcla con el nuestro. Cada persona tiene su historia, y en la calle esa realidad es más verdadera que nunca.
Seguro que en
más de una ocasión nos hemos cruzado con algún Francis Phelan que hablaba a
algún fantasma que nosotros no podíamos ver.
Tallo de hierro
es una película incómoda, triste, por momentos desgarradora, pero no exenta de
belleza y cierta esperanza, en forma de esos conceptos que comúnmente llamamos
amor y amistad.
Los dos actores principales, tanto Jack Nicholson como Meryl streep, bordan sus papeles y nos entregan unas interpretaciones notables que elevan la película a un nivel superior.
Sobre Jack Nicholson se ha dicho y escrito mucho, y se ha hablado de su sobreactuación y sus gestos.
Pero algo innegable es que posee el carisma de las
viejas estrellas, y que su sola presencia basta para llenar toda una pantalla.
No me cabe duda de que Francis Phelan es uno de sus más emocionantes papeles.
Merecida nominación al oscar para el versátil Jack.
Por otra parte, Meryl Streep nos regala una triste y perdida Helen Archer, en la línea dramática a la que nos tiene acostumbrados esta espectacular actriz. Otra merecida nominación al oscar para la "demasiado perfecta" Meryl.
En conclusión, no es una película para ver en días depresivos, pero contiene una historia que aunque triste engancha al espectador por su pequeño toque de realismo mágico que resulta delicioso, y esa pequeña bella historia de amor entre Francis y Helen que ayuda a sobrellevar los momentos más duros del film.
Por otra parte, Meryl Streep nos regala una triste y perdida Helen Archer, en la línea dramática a la que nos tiene acostumbrados esta espectacular actriz. Otra merecida nominación al oscar para la "demasiado perfecta" Meryl.
En conclusión, no es una película para ver en días depresivos, pero contiene una historia que aunque triste engancha al espectador por su pequeño toque de realismo mágico que resulta delicioso, y esa pequeña bella historia de amor entre Francis y Helen que ayuda a sobrellevar los momentos más duros del film.
Tallo de hierro,
un buen drama de los que ya no abundan. Una película que habla de la culpa, la
humanidad en un entorno inhumano.
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