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Fuga de Alcatraz (1979): Todo por la libertad.



San Francisco, 18 de enero de 1960. Frank Lee Morris (Eastwood), un preso muy inteligente especializado en fugas, es trasladado a Alcatraz, cárcel de máxima seguridad situada en una isla rocosa en medio de la Bahía de San Francisco. 

A pesar de que nadie ha conseguido nunca evadirse de allí, Frank y otros reclusos empiezan a preparar minuciosamente un plan de fuga.

Una recreación contada con bastante similitud de una fuga ocurrida en la cárcel de Alcatraz la noche del 11 de junio de 1962. Una prisión prácticamente inaccesible, en una isla (toda roca) de la bahía de San Francisco rodeada de tiburones, o eso se decía. La temperatura media de la bahía era de 10º.

En ella coincidieron cuatro presos que se creían capaces de conseguir lo imposible, o al menos lo que hasta ese momento nadie había conseguido, escapar de "La Roca" con vida. Para ello organizaron un plan sumamente ingenioso y elaborado.

En la última noche, uno de los cuatro (Charlie Butts en la película) se echa para atrás y decide no escapar, nadie sabe por qué. 

Los otros tres, nunca se supo de ellos, hay decenas de teorías cada cual más inverosímil, aunque en casi todas ellas coincide algo, uno de los presos murió ahogado.

 Va al grano, no se entretiene en más detalles, por ejemplo el motivo de por qué algunos están allí encerrados, indicándonos el director que no importa el motivo, allí todos son tratados como delincuentes comunes y simples números.


Nos remontamos directamente, a cuando Morris es llevado a Alcatraz y a partir de ahí se nos narran todos los acontecimientos que llevaron a su posterior fuga. Se trata todo de forma meticulosa y bien detallada, las conversaciones, las acciones, los planes llevados a cabo, la misión de cada uno de los componentes del equipo.

No hay posibilidad de escapatoria ni de ser alguien dentro de la cárcel. Eso de la reinserción les suena a chino. Hasta que llega el personaje de Frank, y pondrá en duda la inquebrantabilidad de Alcatraz. 

Como en casi todos los dramas carcelarios el director nos crea una empatía hacia los reclusos (bien a través de un pequeño roedor, unas flores de crisantemos, unos cuadros o una cojera), dotándolos de cierta ternura, y una antipatía hacia el alcaide (presentándolo como un ser cruel y sin sentimientos).

Clint Eastwood hace de lo que mejor sabe, de tipo frío, inteligente, impasible, de frases cortantes, quizás una de las taras de su rol es que no se le da fondo, no se sabe ni tan siquiera por que está en prisión, en este sentido queda superficial, aunque siempre aporta el carisma que al personaje lo hace magnético y empatizable.

Patrick McGoohan realiza una gran actuación como el sibilino alcaide. Fred Ward en su debut en cine cumple con creces, con momentos de gran energía.

Paul Benjamin como el líder negro dota a su rol de gran personalidad y fondo. Larry Hankin hace muy bien del patético vecino de Frank. Roberts Blossom borda su recluso pintor. 

Frank Ronzio da un gran registro como el preso con un ratón, y finalmente, Bruce M. Fischer encarna con virulencia y realismo al pérfido “Lobo”.


Un film imperecedero, que gustará a los amantes del cine de prisiones y especialmente, a los admiradores del gran Clint Eastwood.




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