Segunda Guerra Mundial. Varsovia, durante la ocupación
alemana. El profesor Siletsky, un espía al servicio de la Gestapo, está a punto
de entregar una lista con el nombre de los colaboradores de la Resistencia.
Joseph Tura, actor polaco, intérprete de Hamlet y esposo
de María Tura, también conocida actriz, intentará evitarlo. Con la ayuda de los
actores de su compañía, se hará pasar por el cruel coronel Erhardt y por
Siletsky, para entrar en el cuartel general de las SS.
La
historia tiene su desarrollo en el seno de una compañía teatral que se
encuentra en Varsovia durante el verano de 1939. Los actores pretenden
representar la obra "Gestapo", claramente antinazi, pero las
presiones políticas obligarán a que finalmente se lleve a escena Hamlet.
El
estallido de la guerra obliga a suspender todas las funciones teatrales,
mientras el grupo de actores queda bajo control alemán.
Con un perspicaz y creativo guión, el director Ernst Lubitsch, consigue una
comedia negra de fuerte solvencia y enorme soltura que, pese al rechazo del
público que, en su momento, no consintió que se mostrara a los nazis con tanta
benevolencia, hoy día “SER O NO SER” es ya un clásico del cine que luce más
como un cálido homenaje, al compromiso asumido por los artistas en los
conflictos bélicos.
Al ser realizada por un director alemán de fuerte y controvertida personalidad
como Ernst Lubitsch, “SER O NO SER” (frase extraída de “Hamlet” que tendrá un
efectivo significado en la historia), resulta apenas justa esa visión matizada
del nazismo, sin dejar de reconocer el derecho de la Resistencia polaca que,
unida a los países aliados, contribuyó a su derrota con marcada brillantez.
En el filme del director berlines tienen cabida las
infidelidades, las tramas de asesinato y los engaños. Los personajes,
cuidadosamente tratados, también tienen que hacer frente a la duda en sus
acciones.
Cualquier aficionado al teatro también debería ver esta
película ya que hace muchos guiños al mundo de la escena: Shakespeare, la
relación entre la ficción y la realidad, los dobles juegos de personajes, las
escenografías que aparentan más de lo que son.
Hay que destacar la interpretación de todos los actores y
actrices que, guiados por la sabia dirección de Lubistch, caminan con soltura a
ambos lados de la línea que hay entre el realismo dramático y la parodia.
Fue el último trabajo de la actriz Carole Lombard, antes de su muerte en
accidente de aviación. Junto a Jack Benny, en su mejor papel, y el resto de
actores, formaron uno de los repartos de química más contagiosa que ha dado el
cine.
Curiosamente, la crítica de la
época no supo valorar su humor negro tachándolo de banal e insensible.
Esta es otra de esas películas antiguas que entretienen
si te entregas, que logra sacarle partido al otro lado de la moneda, del drama
histórico a la comedia de enredo. No provocará grandes, carcajadas pero su
humor es tan inteligente que no se puede dejar de ver sin una sonrisa.
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