Alvy
Singer (Woody Allen), un cuarentón bastante neurótico, trabaja como humorista en clubs
nocturnos. Tras romper con Annie (Diane keaton), reflexiona sobre su vida, rememorando sus
amores, sus matrimonios, pero sobre todo su relación con Annie.
Al final, llega a la conclusión de que son sus manías y obsesiones, las que siempre acaban arruinando su relación con las mujeres.
Al final, llega a la conclusión de que son sus manías y obsesiones, las que siempre acaban arruinando su relación con las mujeres.
Del
modo más simple y reduccionista que pudiera aplicarse a la descripción de esta
película, se diría que “Annie Hall” es una historia de amor y desamor. Superficialmente,
no tiene más.
Por
supuesto, lo brillante de la propuesta es el cómo y los elementos
enriquecedores, que aporta Woody Allen, para darle a la historia su toque
personal.
Podría decirse, que todo el repertorio de inquietudes que desplegará el director en sus películas posteriores, se encuentra ya, tratado en mayor o menor medida, en la que se ha venido a llamar “su primera obra seria”.
Podría decirse, que todo el repertorio de inquietudes que desplegará el director en sus películas posteriores, se encuentra ya, tratado en mayor o menor medida, en la que se ha venido a llamar “su primera obra seria”.
Casi todas sus
películas en adelante, consistirán en ahondar de forma más concreta, en alguno
de estas reflexiones concretas.
¿Por qué “Annie Hall” es brillante? Principalmente la sorpresa provocada, ya
que Allen pasó sin apenas una transición visible, de la locura de gags paródicos en sus primeras películas; a una obra madura, repleta de momentos para la reflexión, e innovadora en
cuanto al lenguaje cinematográfico desplegado.
Annie
Hall impresiona por su libertad de tono, esos diálogos mordaces, y su
estructura ligera, desde interpelaciones al espectador, rupturas en la
cronología, dibujos animados, etcétera.
Se huye de un planteamiento lineal,
combinando presente, pasado y futuro, integrando tanto las experiencias vividas
por ambos personajes, como las diferentes etapas de su propia relación.
El
resultado es una película con unos personajes complejos, llenos de matices, que
provocan humor, sin caer en el ridículo, sin que se dejen de tomar en serio.
Él mismo interpreta con corrección a
un atribulado y paranoico cómico (personaje común en sus trabajos) cuyo
pesimismo, dudas e irritantes manías le inducen a acudir, según declara él
mismo, durante los últimos quince años a terapia.
Por
su parte Keaton realiza un excelente trabajo como el amor de éste, Annie, una
aspirante a cantante, de personalidad alegre pero en el fondo insegura, que va
buscando su destino, y cuyo estilo de vida es potencialmente opuesto al de
Alvy.
Sus
personalidades opuestas chocan pero a la vez se complementan, sin embargo, las
dudas de Alvy provocan que la relación se vaya deteriorando; por lo que tendrá
que cambiar de actitud si no quiere perder al amor de su vida.
La
interpretación de Diane Keaton es fantásticamente natural y adorable; se ve perfectamente
la evolución del personaje, de una chica insegura a una mujer madura (pero que
conserva su frescor). Y es cuando Alvy/Allen se da cuenta de lo maravillosa que
es.
Los
personajes secundarios no están tan bien definidos o están directamente
desaprovechados. Buena muestra de lo primero sería Rob (Tony Roberts), el mejor
amigo de Alvy, que pasa por pantalla sin pena ni gloria, o Duane (Christopher
Walken), hermano de Annie y cuya hilarante secuencia sabe a poco.
Aunque en el cine de Allen, la fotografía y la música sean elementos fundamentales y destacados, incluso protagonistas, no es en “Annie Hall” donde se haga hincapié en estos elementos, ya que la fotografía ha quedado algo desfasada y la música apenas cobra protagonismo.
Aunque en el cine de Allen, la fotografía y la música sean elementos fundamentales y destacados, incluso protagonistas, no es en “Annie Hall” donde se haga hincapié en estos elementos, ya que la fotografía ha quedado algo desfasada y la música apenas cobra protagonismo.
Divertida,
con ese humor inteligente propio de Woody Allen, esta vez con un punto
nostálgico que te deja un sabor amargo al final.
Trata sobre las relaciones en pareja, la evolución de los sentimientos, el pseudointelectualismo y el psicoanálisis, la mezquindad y la estupidez, el placer y el dolor.
Trata sobre las relaciones en pareja, la evolución de los sentimientos, el pseudointelectualismo y el psicoanálisis, la mezquindad y la estupidez, el placer y el dolor.
Cuando
acaba tienes la sensación de haber visto, ni más ni menos que una gran
película, con la que te sientes identificado porque, al fin y al cabo, Annie
Hall trata sobre el amor, sobre la vida.
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