La música del grupo de rock Pink Floyd, siempre ha sido más que música: ha sido y es una brillante radiografía de la obsesión, de los traumas que nos marcan y de la locura cotidiana.

Adorado y despreciado a partes iguales.
Esta película
destaca por diferentes y provocativos aspectos: no es para nada convencional,
ya que se asemeja más a un vídeo musical extendido, que a una película
propiamente dicha.
Su idea
argumental se basa en el disco; no tiene diálogos, todo lo que se escucha son
las letras de las canciones, que se van sucediendo una tras otra.
A destacar también, las escenas animadas creadas por Gerald Scarfe, un ilustrador que ya había trabajado para el disco ‘The Wall’, dibujando su carátula.
A destacar también, las escenas animadas creadas por Gerald Scarfe, un ilustrador que ya había trabajado para el disco ‘The Wall’, dibujando su carátula.

La historia nos presenta a una estrella de rock llamada Pink, quién irá recordando los capítulos más significativos de su vida, que le han llevado hasta el punto de soledad y degradación en el que vive en ése momento.
The Wall
denuncia con fervor el papel de las instituciones en la formación del
individuo, y trata temas como la rabia, la frustración, el miedo al sufrimiento
y el aislamiento como solución al dolor.
Director y guionista dan
rienda suelta a su creatividad y nos zambullen en un mundo totalmente onírico,
donde la locura termina siendo compañera de nuestro antihéroe; el cual sólo al
final, será capaz de tomar las riendas y lograr su objetivo: derribar el muro.
Ese muro que
durante toda una vida ha estado impidiendo y vetando al protagonista a seguir
avanzando; no dejándole dar ni un solo paso, anulando toda iniciativa posible.

El error es verla esperando
encontrar en ella el concepto clásico de película: quien haga eso encontrará
sobrados motivos para ponerla a caer de un burro.
Pero si se hace el esfuerzo de verla con otros ojos, no se me ocurren razones para negar lo original que resulta elaborar un complemento visual de largo metraje, para un disco, ya de por sí con una fuerte carga emocional.
Pero si se hace el esfuerzo de verla con otros ojos, no se me ocurren razones para negar lo original que resulta elaborar un complemento visual de largo metraje, para un disco, ya de por sí con una fuerte carga emocional.
Alan Parker se
une a Pink Floyd en lanzar un mensaje en contra de la sociedad. Una sociedad
que nos crea un muro a nuestro alrededor desde que nacemos hasta que morimos.
Persona a persona, va poniendo su propio ladrillo para hacernos todos iguales y, que nadie salga de los parámetros marcados como ideales según la sociedad.
Persona a persona, va poniendo su propio ladrillo para hacernos todos iguales y, que nadie salga de los parámetros marcados como ideales según la sociedad.
Solo algunos individuos consiguen abrir una brecha en ese muro e intentar romperlo; individuos que serán considerados como locos.
Aunque en
algunos momentos resulte reiterativa e incluso algo lenta y sobre todo,
surrealista; The Wall es una película para dejarse llevar, para que los sentidos
gocen con un disco imprescindible, y una película sorprendentemente moderna.
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