Tras enviudar, Grace (Brenda Blethyn), hereda una mansión en la costa de Cornualles,
pero también las numerosas deudas contraídas por su marido. Agobiada por
insuperables dificultades económicas, decide transformar su invernadero de
orquídeas en una plantación de marihuana. Para ello, cuenta con la ayuda de su
jardinero.
Tenemos una premisa inicial
interesante y creíble, por disparatada que pueda parecer. Una señora “normal y
corriente” que decide cultivar marihuana para afrontar la hecatombe económica
que se le viene encima.
Todo esto, que es en
realidad un drama, se trata desde una perspectiva cómica; haciendo gala de un
imaginativo sentido del humor que logra arrancar la carcajada en más de una
ocasión.
Entre tanto, vemos aparecer
a unos personajes secundarios que ayudan a mostrar la normalidad ante las
drogas (un médico que fuma marihuana sin parar, o un estrafalario camello al
que le gusta jugar a la oca con su madre).
Todo esto mezclado con una
mujer que sólo quiere sobrevivir, hacen que estemos todo el rato como si
hubiéramos dado una calada a un “cigarrito” de la cosecha de Grace; con una
sonrisa en la boca y expectantes ante la reacción de los vecinos del pueblo
cuando descubran su negocio.
Quizá con un final poco esperado y algo flojo, fuera del nivel de la película.
Pero que nos ayuda a ver de cerca las
relaciones existentes entre los miembros del pueblo, que llegan a estar incluso
por encima de la ley, y sólo por volver a ver a esos personajes en acción, nos
lo tragamos.
Muchas personas no congenian
con este tipo de humor, y es comprensible. Los británicos tienen una forma de
buscar risas que es - cuanto menos – extraña y curiosa. Eso pasa por un lado
subjetivo, por lo que resulta inútil toda recomendación que yo pueda aportar
desde este blog.
Lo bueno de la película es que no tiene un mensaje moralista con respecto a las drogas. No hay una prohibición ni una trama tendenciosa. Y eso es muy rescatable.
Lo mejor de ella es su
singularidad y el rol diferente que hace tomar las circunstancias de la vida a
una viuda chapada a la antigua de un pueblecito. ¿Quién dice que el
dinero no crece en las plantas?
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