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Sombras y Niebla (1991): Dios, Magia, Muerte y Tinieblas



Woody Allen es un director con una gran trayectoria y evolución a lo largo de tantos años; rodando películas de todo tipo, tocando diferentes estilos, géneros, actores, actrices y nacionalidades. 


Como una de esas películas de los años treinta, en blanco y negro con una ambientación muy expresionista (y lo consigue, pues si hay algo que destacar de esta película es su fotografía y luz, a ello se debe el título); estamos ante un entusiasta homenaje al expresionismo alemán y también al mundo del circo, en el que todo es posible. 
Destaca la combinación que logra establecer entre lo siniestro y lo humorístico sin necesidad de recursos artificiosos o gestos forzados.


En las nubladas y solitarias calles de una pequeña ciudad de Centro-Europa, embotada en la oscuridad de la noche, un estrangulador siembra el pánico. Hasta esa noche poco se sabe sobre el asesino, sólo que usa una cuerda de piano para asesinar, y que asalta a sus víctimas aprovechando el silencio y la niebla. 


Como ya han caído varias víctimas en manos del perturbado, los vecinos han decidido que hay que hacer algo para atraparlo, y para ello se han organizado por su cuenta para patrullar las calles y poner en práctica su propio plan.


Lo único que hace falta para ponerlo en marcha es la colaboración de Kleinman (Woody Allen), un oficinista pacifico y asustadizo debilucho, que se ve obligado a interrumpir su apacible sueño, para participar como parte activa e imprescindible de dicho plan. 


El único inconveniente es que... ¡Nadie le ha explicado lo que tiene que hacer!. Así que ahí tienen al temeroso Kleinman, recién levantado de su cama, en medio de unas tenebrosas calles en una noche de mal agüero, preguntándose cuál es su cometido. 


Sus temerosos pasos por las calles desiertas se cruzarán con los de Irmy (Mia Farrow), la tragasables de un circo instalado en la ciudad, que acaba de abandonar a su pareja (uno de los payasos), tras una discusión. Los asesinatos se suceden y la gente empieza a desconfiar unos en otros, llegando a un punto en que todos temen de todos.


De nuevo, como norma habitual en toda su filmografía; Allen volverá a indagar en las relaciones sentimentales de las parejas, los celos, la infidelidad o la lujuria.


Como detalle a destacar; resaltar lo bien recreado de los miedos de la sociedad. Ante una amenaza desconocida, actúa con violencia y dejándose manipular por aquellos que indican que pueden acabar con el miedo, por muy absurdos que sean dichos planes.


Pese a que podía haber dado para mucho esta comedia de intriga, la verdad es que a mi gusto, se queda a medias. Además de que el final resulta un tanto inconcluso y precipitado.


Eso si, son correctas y buenas las actuaciones de todos los actores (aunque el elenco podía haber sido mejor aprovechado, ya que los personajes aparecen y desaparecen en varios cameos). El propio Woody Allen encarna de nuevo el papel de personaje débil, miedoso e inseguro de todo lo que va ocurriendo a su alrededor.


A pesar de sus fallos, la considero desenfadada y bastante certera, en especial por la aproximación que Allen hace de algunos prototipos sociales: las prostitutas, y su impagable servicio al frente de la liga contra el frío y la soledad; la Iglesia, sus ministros y su sentido de la caridad; la inexplicable magia bajo las carpas circenses; las jaurías humanas descerebradas por el olor de la sangre....., y en medio de todo un diminuto personaje judío, como un barquito de papel en medio del océano.



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