El fotógrafo Sam Hendrix conoce en un avión a una modelo. La joven lleva consigo una muñeca llena de droga y la cambia por una muñeca de regalo que lleva Sam sin que éste se dé cuenta.
Más tarde, en Greenwich Village, dos delincuentes que
tratan de recuperar la droga se encuentran en el apartamento del fotógrafo con
Roat (Alan Arkin), un despiadado criminal que ha asesinado a la modelo porque
intentaba traicionarlo.
Su conversación se ve interrumpida por la llegada de
Susy (Audrey Hepburn), la esposa de Sam, que es ciega.
Interesante historia con un guión que podría haber sido
firmado por el mismísimo Hitchcock, porque se desarrolla, casi en su totalidad
en un pequeño apartamento de Nueva York, y tiene 5-6 personajes y una trama muy
sencilla.
La diferencia está, claro es, en la trama en sí: el malo,
malísimo, intenta recuperar una muñeca con droga (para los ojos de esta época,
en mi opinión, se ve una cantidad de droga muy ridícula para tanta historia),
que tiene, circunstancialmente, la mujer ciega de un fotógrafo que se ha ido de
viaje.
Suzy es un personaje astuto, a pesar de su discapacidad
visual. Ella aprovechará sus otros sentidos, para desatarse en las situaciones
que se le presentan, y conseguirá engañar en varias ocasiones a sus atacantes.
Siendo Audrey Hepburn una de las actrices más reconocidas
en la historia del cine, no se puede esperar menos que una actuación
espléndida. Sorprende gratamente la capacidad de deducción de su personaje, que
presenta un sexto sentido a la hora de obtener información a través de los
aromas, sonidos, las conversaciones y la intuición propia.
Con respecto al resto de actuaciones, Richard Crenna está
irreprochable en su labor y Alan Arkin frío y destacable en su tarea. El
resto de secundarios están simplemente correctos y no restan calidad a la
película.
Como curiosidad, decir que la historia está basada en la
obra de teatro homónima de Frederick Kont, autor de "Crimen perfecto"
y otros éxitos policíacos.
En la original representación teatral de ‘Sola en la
oscuridad’: en el momento de mayor tensión, apagaron las luces de toda la sala
y los espectadores se quedaron completamente a oscuras.
El director Terence Young
,volvió a repetir para la gran pantalla este mismo experimento. Y le funcionó a
la perfección.
Una pequeña gran película que logra camuflar bastante
bien el origen teatral de su argumento, manteniendo estupendamente la tensión
en el ánimo del espectador, que quiera degustar una producción tan asfixiante
como bien elaborada.
0 comentarios:
Publicar un comentario