Con la tecnología de Blogger.
RSS

El Buscavidas (1961): Diario de un perdedor



Eddie Felson (Paul Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar.

Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón

El Buscavidas, es un clásico de los sesenta que reproduce con maestría el ambiente de esos billares que entremezclan decadencia y elegancia. Rodada en un siniestro Nueva York, en lúgubres tugurios, hoteles cochambrosos, salas oscuras de billar o estaciones de autobuses como refugio de miserias, todo ello bañado con alcohol y humo.

Desde la primera hasta la última partida de billar queda claro que ganar, es más que llevarse los billetes apilados en la mesa o alcanzar la mayor puntuación por bolas embolsadas o por carambolas hechas.

La película, dirigida por Robert Rossen, es una joya y lo es porque en dos o tres espacios - especialmente en la sala de billar - con unos diálogos contundentes y con unas actuaciones soberbias, se logra una radiografía deslumbrante del desvarío humano.

Felson dilapida su talento y se lleva por delante, destrozándolo, todo lo que se le atraviese: amistad, amor, dinero y, especialmente, a sí mismo. Su orgullo y afición a la bebida y al riesgo lo anulan por completo.

La película nos habla sobre el concepto del éxito en las sociedades modernas, que nos deja en claro que no siempre la felicidad y el triunfo van de la mano.

Destapa las hipocresías y las frivolidades dentro del mundillo del juego y las apuestas, que solidifica el mensaje de que quienes dicen ser amigos, pocas veces lo son en realidad si se quita el interés económico.

No es “El buscavidas” una película fácil; no es dinámica, sino que se toma su tiempo y en ello las lagunas pueden aburrir a algunos.

Sin embargo, a los amantes del cine no les importará su duración de más de dos horas y parlamentos a ratos exiguos para mantenerse en vilo acerca del desenlace de este jugador empedernido, en busca de su lección de vida.

Newman se encuentra cómodo en un papel que no suele ser habitual en él, encarnando a un perdedor con todas las letras de la palabra. 


Perdedor en la vida por ser ganador en el juego. Logra irradiar con maestría su satisfacción por vivir del día a día, sin mayores objetivos que mantener reluciente su orgullo.

Las aportaciones de George Scott (el manager sin escrupulos)y Jackie Gleason más Piper Laurie (la sufrida novia), hacen que este film sea un clásico de altura, aunque no recomendado para todo público, no por su naturaleza sino por el ritmo lento y meditado de sus movimientos.








  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

Network, un mundo implacable (1976): El otro lado de la TV



Howard Beale, veterano presentador de un informativo, es despedido cuando baja el nivel de audiencia de su popular programa. Sin embargo, antes de abandonar la cadena, en una reacción inesperada, y ante el asombro de todos, anuncia que antes de irse se suicidará ante las cámaras, pegándose un tiro en directo.

Este hecho sin precedentes provoca una gran expectación entre los televidentes y los propios compañeros de Howard. 

La historia de Howard Beale es la excusa para presentarnos como se mueven los hilos en las cadenas de televisión, a veces en busca de la máxima audiencia sin tener en cuenta lo que nos enseñan.

Tiene algunos buenos momentos como el discurso sobre la televisión, pero en otros pierde la fuerza del ritmo; la presentación de los personajes y las sub-tramas acompañan bien a la historia principal.

La información como negocio, la lucha por las audiencias, el sensacionalismo, la búsqueda del morbo hasta llegar a límites insospechados o el desprecio de cualquier normal moral aparecen aquí, quizá más como llamada de atención, que como descripción fidedigna de la realidad. 

No en vano aún no hemos llegado a esos niveles de abyección. Aunque la realidad supera a la ficción…

La televisión a pesar de que sea considerada como basura en ciertas ocasiones, es innegable que es un elemento democrático, porque decidimos lo que queremos ver sin que nadie nos obligue; o simplemente podemos elegir no verla.

El reparto, lleno de actores y actrices de renombre (William Holden, Robert Duvall, Faye Dunaway…), marca unos personajes coherentes, que enmarcan la diferencia de perspectivas frente a la televisión y los diferentes grados de ética (o falta de ésta) profesional; aunque la balance se decante más bien a la inexistencia de ésta

Aunque claramente visionaria y dura, la película arrastra un serio problema, que no es otro que la aburrida pedantería filosófica que arrastran muchos de sus diálogos. 

Así pues la historia que acaece fuera del mundillo televisivo propiamente dicho, no aporta casi nada, ralentizando el desarrollo de la trama.

Convertida en título de referencia por su profético mensaje (no por ello original), "Network" supone una lúcida denuncia de la codicia de quienes manejan el sistema, y su necesidad de embaucar a la población, con el fin de que asuma creencias y valores prediseñados, para mantenerse en la cumbre.

Como era de esperarse, la película recibió un amplio número de repulsas de unas cuantas cadenas y comunicadores de turno, lo que significa que dio en el blanco y que lastimó a más de una conciencia.


Casi medio siglo después, esta película conserva la vigencia de su alegato contra el poder, ahora más perfeccionado y globalizado, gracias al auge de Internet, las redes sociales y televisiones digitales.





  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

La Cosa (1982): Miedo y Asco en la Antártida




En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño venido del espacio, que según todos los indicios ha permanecido enterrado en la nieve durante más de 100.000 años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis sorprendente…

Uno de las películas más famosas del director John Carpente, y uno de los títulos imprescindibles tanto del género de terror como del de la ciencia ficción. "La cosa" es un festival de entretenimiento y horror gracias a una dirección con pulso pleno y unos efectos especiales impresionantes que a día de hoy dan mil vueltas a los digitales. 

Carpenter acierta de pleno con esta revisión entre gore y filosófica de "El enigma de otro mundo (1951)", y explota sin rubor nuestros miedos más profundos: el terror hacia lo diferente, el miedo a la mutilación, la paranoia de no saber si el que tenemos delante es una persona normal o una masa de tentáculos.

Emplea un estilo seco, conciso, sin apenas relajo ni humor, pero que se agradece: va a lo que interesa. 

Y redondea la apuesta optando por un final que ya no es ambiguo sino simplemente desolador.

A lo largo de la historia, la cosa muta a los diferentes cuerpos que habita y adopta su apariencia, transformándolo en un ser maligno y a su vez se propaga a otros cuerpos.

El no saber quién esta infectado será una lucha constante por salvar sus vidas, provocando desconfianza y paranoia entre ellos y por consiguiente, no dejándonos ni un segundo de respiro durante el film.

La historia nunca decae, a pesar de que ese ente aparece en contadas ocasiones, el director sabe como dosificarlas y cómo conforme van informándose más sobre ella, ir aumentando la tensión consiguiendo un desarrollo atractivo y progresivo.

En cuanto al reparto, vemos al actor Kurt Russell, con la mirada más fría de lo habitual y defendiendo uno de los mejores personajes que ha hecho en su carrera. También destacamos a Wilford Brimley como el inquietante Dr. Blair. 

Los ya veteranos Richard Dysart y, sobre todo, Donald Moffat, son de aprobado raspadillo, en cuanto a su actuación.

Una vez más la ciencia ficción sirve para hablar de una realidad: El miedo hacia lo que no vemos, pero que sabemos que está ahí y amenaza nuestras vidas (las enfermedades y los virus). 

La película de 1982 coincidió con la época de la paranoia y la salida a la luz de la enfermedad del SIDA, no siendo pocos los críticos, que vincularon a la inclasificable criatura alienígena, con la enfermedad más virulenta del siglo XX. 

Tal vez por ello, el film no fue debidamente apreciado en su época, pero el tiempo le dio la razón para erigirse como una de las mejores películas de 'Carpenter' que tendría una maravillosa acogida en los videoclubs y en sus exitosas reposiciones televisivas.

Película de culto, verla es toda una aventura de supervivencia, angustia y el gusto por introducirte en una historia claustrofóbica e imaginativa.







  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

Henry, retrato de un asesino (1986): Psicopatía cotidiana



Henry Lee Lucas tuvo una infancia muy desgraciada y acabó en la cárcel por acuchillar a su madre. Una vez en libertad, se convierte en un asesino que escoge a sus víctimas al azar, y cada vez utiliza un método distinto con el fin de no ser descubierto. Otis, un tipo que conoció en prisión, es su cómplice.

Un día llega Becky, la hermana de Otis, y se queda a vivir con ellos. La visita de Becky, huyendo de un fracaso sentimental enfrenta a Henry con algo con lo que no contaba.

Nos encontramos con la historia de un tipo aparentemente normal que sin ninguna causa y con la mayor frialdad comienza a hacer atrocidades. 

Asesina de una manera tan cotidiana, que no parece ni que le haga ilusión; eligiendo a sus víctimas de una manera totalmente aleatoria (los asesina porque pasaban por allí o porque estaban en el lugar equivocado).

Cualquiera puede ser víctima de Henry, y esto es lo que le da tanto realismo a la película y lo que hace sentir terror al espectador.

Otros grandes asesinos del cine acometen sus crímenes siempre movidos por algún tipo de obsesión (Norman Bates), o placer (Hannibal Lécter), o decantándose por algún tipo de víctima en concreto (Jack el destripador). Todo esto no se aprecia en Henry, un asesino que mata porque sí.

Tal vez el único precedente que encuentro esté en la magistral Naranja Mecánica de Stanley Kubrick, donde se acomete el mal de una forma totalmente gratuita y desenfadada, como si se tratase de ir a tomar unas copas.

A Henry le ayuda un amigo, al que considera tonto y al que realmente no necesita, pero les une ese gusto por el mal y eso parece suficiente. Este amigo está aparentemente más desequilibrado y no para de admirar a Henry por "sus ideas”.

Su novedad en su modo de tratar a los psicópatas no quita que sea una película monótona, inconexa, algo insulsa y aburrida a ratos, todo hay que decirlo.

La película rezuma una estética bizarra a medio camino entre el porno de los 80 y la serie b. 

A pesar de varias escenas de casquería barata, la verdadera fuerza de esta película, reside en la aparente cotidianeidad de los hechos que relata, lo que provoca una inquietante sensación de indefensión en el espectador.

Eso sí, si hay algo que no me gusta de esta película, son los típicos tópicos; me explico, parece que uno no puede ser un asesino en serie simplemente por tener mala baba o haber nacido con las neuronas justas. 

Para ser serial killer tienes que haber sufrido abusos sexuales y malos tratos en la infancia.

Sin entrar en justificaciones morales ni en análisis psicológicos, el director John McNaughton perfila uno de los aspectos más deleznables de la sociedad, el mal por el mal.


Sí, sí, aunque a algunos les cueste creerlo, hay individuos que son intrínsecamente malos, que disfrutan haciendo sufrir a los demás y que llegan a hacer de ello su motivación vital. Henry es un verdadero artista al respecto.





  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

Carrie (1974): La crueldad de la adolescencia




Brian De Palma se consagró como uno de los mejores directores gracias a esta magistral película basada en la obra de terror del escritor Stephen King. Además, fue el descubrimiento de una de las mejores actrices que ha dado el cine; Sissy Spacek.

La película narra la historia de una joven que vive intimidada por una madre extremadamente religiosa, llevando su fanatismo hasta puntos totalmente sectarios. 

Ella sufrirá constantes torturas psicólogicas debido a la enseñanza por parte de su madre de que todo es pecado. Mientras, en el instituto Carrie será el blanco de todas las bromas de sus compañeras; a la par de que surge el amor por un chico de su clase.

Algunas personas intentarán ayudarla integrándola todo lo posible, pero la herida hecha durante años es demasiado profunda y no es fácil confiar en la gente. 

Por otro lado, Carrie irá descubriendo que sufre telequinesia; un don que será crucial en la vida de toda la gente que le rodea.

Carrie es un film visualmente hermoso, perturbador y provocador, que posee una poderosa progresión narrativa que va in crescendo y una fabulosa estética setentera un tanto kitsch.

El director echa mano de sus recursos visuales habituales como la cámara lenta, la pantalla dividida y otros métodos con la única intención de provocar en el espectador sensaciones de inquietud y turbación, y lo consigue con un resultado maravilloso.

La película tiene subidones y bajones, alternando momentos insoportables con otros atrayentes y seductores. La historia está narrada de manera precisa y conecta con uno desde el principio. Uno siente una total compasión hacia ese personaje que sufre todo tipo de vejaciones.

Un sentimiento que es muy profundo debido a que Sissy Spacek está sublime en su papel, realizando una buena transformación de la Carrie frágil y retraída a posteriormente peligrosa. La historia la vamos conociendo a través de su punto de vista, lo que consigue que nos identifiquemos con ella y su sufrimiento.

Piper Laurie se decanta por un registro teatral y monstruoso al retratar un personaje indefendible, como es el de una madre fanática y enfermiza.

El libro de King es mucho más crudo que la película, pero es bastante fiel a lo que escribió el autor.

De Palma combina muy bien dos géneros, hace una mezcla entre una pequeña historia amorosa de lo más fresca y entrañable, donde además somos testigos de las experiencias de los jóvenes en el instituto, junto con momentos de terror realizados con gran maestría.

El cambio de género es brusco, algo que todavía lo hace más notorio y brutal, con sobresalientes resultados. 

No hay duda de que la historia es realmente novedosa, para la época, e intenta experimentar en el género. En un inicio puede resultar un tanto lenta, pero poco a poco va intensificando el ritmo de tal forma que llega a enganchar.


Carrie merece un puesto entre los clásicos pues, sin ser excelente, muestra una calidad altísima, cosa que hoy día no es fácil encontrar...!






  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS