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La Cosa (1982): Miedo y Asco en la Antártida




En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño venido del espacio, que según todos los indicios ha permanecido enterrado en la nieve durante más de 100.000 años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis sorprendente…

Uno de las películas más famosas del director John Carpente, y uno de los títulos imprescindibles tanto del género de terror como del de la ciencia ficción. "La cosa" es un festival de entretenimiento y horror gracias a una dirección con pulso pleno y unos efectos especiales impresionantes que a día de hoy dan mil vueltas a los digitales. 

Carpenter acierta de pleno con esta revisión entre gore y filosófica de "El enigma de otro mundo (1951)", y explota sin rubor nuestros miedos más profundos: el terror hacia lo diferente, el miedo a la mutilación, la paranoia de no saber si el que tenemos delante es una persona normal o una masa de tentáculos.

Emplea un estilo seco, conciso, sin apenas relajo ni humor, pero que se agradece: va a lo que interesa. 

Y redondea la apuesta optando por un final que ya no es ambiguo sino simplemente desolador.

A lo largo de la historia, la cosa muta a los diferentes cuerpos que habita y adopta su apariencia, transformándolo en un ser maligno y a su vez se propaga a otros cuerpos.

El no saber quién esta infectado será una lucha constante por salvar sus vidas, provocando desconfianza y paranoia entre ellos y por consiguiente, no dejándonos ni un segundo de respiro durante el film.

La historia nunca decae, a pesar de que ese ente aparece en contadas ocasiones, el director sabe como dosificarlas y cómo conforme van informándose más sobre ella, ir aumentando la tensión consiguiendo un desarrollo atractivo y progresivo.

En cuanto al reparto, vemos al actor Kurt Russell, con la mirada más fría de lo habitual y defendiendo uno de los mejores personajes que ha hecho en su carrera. También destacamos a Wilford Brimley como el inquietante Dr. Blair. 

Los ya veteranos Richard Dysart y, sobre todo, Donald Moffat, son de aprobado raspadillo, en cuanto a su actuación.

Una vez más la ciencia ficción sirve para hablar de una realidad: El miedo hacia lo que no vemos, pero que sabemos que está ahí y amenaza nuestras vidas (las enfermedades y los virus). 

La película de 1982 coincidió con la época de la paranoia y la salida a la luz de la enfermedad del SIDA, no siendo pocos los críticos, que vincularon a la inclasificable criatura alienígena, con la enfermedad más virulenta del siglo XX. 

Tal vez por ello, el film no fue debidamente apreciado en su época, pero el tiempo le dio la razón para erigirse como una de las mejores películas de 'Carpenter' que tendría una maravillosa acogida en los videoclubs y en sus exitosas reposiciones televisivas.

Película de culto, verla es toda una aventura de supervivencia, angustia y el gusto por introducirte en una historia claustrofóbica e imaginativa.







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