Sévérine, una joven casada
con un atractivo cirujano, descubre la existencia de la prostitución diurna.
Impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina
acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente
que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista.
Belle de jour, es una de las
películas más conocida y más aclamadas de Luis Buñuel, se trata de una obra erótica, considerada la primera en explotar el erotismo
femenino. Es considerada como la obra más accesible de Buñuel, a pesar de su mezcla
de realidad y fantasía que hace un tratamiento complejo y ambiguo sobre el
deseo.
La protagonista central es
una mujer que se enfrenta a un dilema, (debe elegir entre el deseo y el estatus
en la sociedad, ya sea a renunciar a su vida de desenfreno o bien a renunciar a
su puesto en la sociedad).
Cuando conocemos a Séverine
en su vida normal, ella es fría e inexpresiva como un maniquí, pero todo cambia
cuando da rienda suelta a su otra vida llena de erotismo, mostrando los
primeros destellos de emoción.
Las imágenes son eróticas,
no por lo que muestran, sino por lo que significan. Probablemente, si se
hubiese filmado ahora la estética sería muchos más “hard”. De lo que se trata es de contar el mundo de las
apariencias, la hipocresía de una burguesía que se funda en las apariencias.
Vida “normal”, fantasías sexuales y prostitución se mezclan con naturalidad. Por ejemplo, en el burdel de Anais, los clientes hablan y ejecutan sus caprichos sexuales con desparpajo, como si fuese la cosa más normal del mundo; a la vez, entra la hija de la empleada doméstica, que vuelve del colegio y saluda a las trabajadoras sin más. No hay mirada reprobatoria.
Poco a poco, a medida que va viviendo su erotismo, Sévérine se va soltando, sonríe y ríe a veces. Esa doble vida le permite llevarse mejor con su esposo. Incluso en su look hay cambios; vamos, se ha emancipado.
Vida “normal”, fantasías sexuales y prostitución se mezclan con naturalidad. Por ejemplo, en el burdel de Anais, los clientes hablan y ejecutan sus caprichos sexuales con desparpajo, como si fuese la cosa más normal del mundo; a la vez, entra la hija de la empleada doméstica, que vuelve del colegio y saluda a las trabajadoras sin más. No hay mirada reprobatoria.
Poco a poco, a medida que va viviendo su erotismo, Sévérine se va soltando, sonríe y ríe a veces. Esa doble vida le permite llevarse mejor con su esposo. Incluso en su look hay cambios; vamos, se ha emancipado.
Con respecto a las
actuaciones, tenemos a Catherine Deneuve correcta y convincente, aunque algo
fría y apática en su personaje. Francisco Rabal, natural y remarcable, a su
estilo propio de actuar, tan conocido por todos.
Finalmente Pierre Clémenti resulta insustancial y vacío, sobreactuando en todo momento.
Ciertamente la historia
llama la atención y hasta genera intriga pero al mismo tiempo es extravagante,
falsamente transgresora y decadente sin más sentido que serlo.
Una película fría, distante
y con un final confuso con tanto sueño, imaginación, deseo y no sé qué más, que
uno no sabe qué sucede realmente.
Nos muestra esa lucha entre la persona
que supuestamente uno es y la que en realidad se desea ser. En definitiva, la
lucha por ser uno mismo.
Séverine convive con la
culpa igual que todo el mundo, pero al dejarse llevar por sus verdaderos deseos
vemos un cambio en ella, es mejor persona y realmente feliz. Tal vez lo
que nos pasaría a muchos de nosotros, si nos dejáramos llevar por lo que sentimos
y deseamos...
1 comentarios:
No conocía esta película de Buñuel, es definitivamente una propuesta muy muy buena que me recuerda a la serie O negocio cuya temática aborda el tema de las prostitución pero desde una perspectiva muy interesante, se las recomiendo.
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