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Belle de Jour (1967): Apariencia y realidad




Sévérine, una joven casada con un atractivo cirujano, descubre la existencia de la prostitución diurna. Impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista.

Belle de jour, es una de las películas más conocida y más aclamadas de Luis Buñuel, se trata de una obra erótica, considerada la primera en explotar el erotismo femenino. Es considerada como la obra más accesible de Buñuel, a pesar de su mezcla de realidad y fantasía que hace un tratamiento complejo y ambiguo sobre el deseo.

La protagonista central es una mujer que se enfrenta a un dilema, (debe elegir entre el deseo y el estatus en la sociedad, ya sea a renunciar a su vida de desenfreno o bien a renunciar a su puesto en la sociedad).

Cuando conocemos a Séverine en su vida normal, ella es fría e inexpresiva como un maniquí, pero todo cambia cuando da rienda suelta a su otra vida llena de erotismo, mostrando los primeros destellos de emoción.

Las imágenes son eróticas, no por lo que muestran, sino por lo que significan. Probablemente, si se hubiese filmado ahora la estética sería muchos más “hard”. De lo que se trata es de contar el mundo de las apariencias, la hipocresía de una burguesía que se funda en las apariencias.

Vida “normal”, fantasías sexuales y prostitución se mezclan con naturalidad. Por ejemplo, en el burdel de Anais, los clientes hablan y ejecutan sus caprichos sexuales con desparpajo, como si fuese la cosa más normal del mundo; a la vez, entra la hija de la empleada doméstica, que vuelve del colegio y saluda a las trabajadoras sin más. No hay mirada reprobatoria.

Poco a poco, a medida que va viviendo su erotismo, Sévérine se va soltando, sonríe y ríe a veces. Esa doble vida le permite llevarse mejor con su esposo. Incluso en su look hay cambios; vamos, se ha emancipado. 

Con respecto a las actuaciones, tenemos a Catherine Deneuve correcta y convincente, aunque algo fría y apática en su personaje. Francisco Rabal, natural y remarcable, a su estilo propio de actuar, tan conocido por todos. 

Finalmente Pierre Clémenti resulta insustancial y vacío, sobreactuando en todo momento.

Ciertamente la historia llama la atención y hasta genera intriga pero al mismo tiempo es extravagante, falsamente transgresora y decadente sin más sentido que serlo.
Una película fría, distante y con un final confuso con tanto sueño, imaginación, deseo y no sé qué más, que uno no sabe qué sucede realmente. 

Nos muestra esa lucha entre la persona que supuestamente uno es y la que en realidad se desea ser. En definitiva, la lucha por ser uno mismo.


Séverine convive con la culpa igual que todo el mundo, pero al dejarse llevar por sus verdaderos deseos vemos un cambio en ella, es mejor persona y realmente feliz. Tal vez lo que nos pasaría a muchos de nosotros, si nos dejáramos llevar por lo que sentimos y deseamos...





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1 comentarios:

Unknown dijo...

No conocía esta película de Buñuel, es definitivamente una propuesta muy muy buena que me recuerda a la serie O negocio cuya temática aborda el tema de las prostitución pero desde una perspectiva muy interesante, se las recomiendo.

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