Crítica
satírica al mundo de la televisión despiadada, donde los carroñeros
directivos son capaces de convertir en una estrella mediática a un
niño desde los inicios de su vida, sin su autorización, con el
simple propósito de generar audiencias millonarias y tener
enganchada a media población mundial.
Truman
es un hombre normal que lleva una vida aparentemente feliz. Está
casado, tiene una bonita casa con jardín en una tranquila ciudad y
tiene un buen trabajo. Sin embargo, Truman empieza a sentir la
necesidad de explorar nuevos horizontes. Quiere viajar a Fiji, pero
le resulta imposible.
Y es que la vida de Truman
lleva siendo vigilada por cámaras de tv día y noche, desde su
nacimiento, para un programa televisivo con su mismo nombre.
Los
telespectadores siguen su vida los 365 días del año.
Su
vida transcurre en su ciudad natal, que en realidad es un estudio
gigante de televisión y cuyo objetivo principal es que el show
continúe hasta el fallecimiento del propio Truman.
Nada es real,
todo el pueblo es un
enorme decorado, desde el agua, a las luces (la luz artificial del
sol) y todos
excepto Truman son actores. Su personaje debe enfrentarse solo a una
terrible verdad.
El
Show de Truman posee para mí uno de los guiones más originales y
curiosos que he visto nunca. Entretenida, inquietante en algunos
momentos, tramposa...
Dotado
de unas dotes para la comedia natas, aunque en ocasiones algo
cansinas y repetitivas, Jim Carrey decidió dar el salto al drama en
esta notable película.
Aunque no renuncia a sus partes cómicas,
Carrey muestra su lado más serio para interpretar a un hombre que
descubre que su vida ha sido una mentira, pero a su vez ha sido tan
real como la vida de cualquiera.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilOlBDkvceU1LgmglZxJq5UMLCF7Alh5gcCmmwLGNEEjluj8_juEuUleR68E4JbwEEr2M3-UoMxFvQ5bv9M30W7kVFAa5lDbs0NjGbei65NPU_LEnFbdC-caKF-9BsJlwqkBQk4ofUFYMH/s320/truman+2.jpg)
Está
presente la metáfora del creador y el creado, sus implicancias y la
posterior sublevación del mismo para tener privacidad, para ya no
ser un objeto de distracción, sino una persona con necesidades y
voluntad propia.
Peter
Weir monta la película a la perfección, convirtiéndola en lo que
realmente es: un programa de televisión con publicidad (poco)
subliminal.
Jugando con las posibilidades que le ofrece el hecho de
poder colocar las cámaras donde quiera, Weir maneja la situación y
hace que el espectador de la película sea, también, parte de la
audiencia del programa.
Ideológicamente,
la película supone el análisis de las maneras en que la sociedad se
deshumaniza y priva de vida propia al individuo.
La alienación del
mismo, los efectos devastadores de los medios cuando son utilizados
en fines poco éticos, y la lucha por la libertad y la vida privada
son los ejes que el director Peter Weir intenta adaptar
audiovisualmente en esta cinta.
Lo hace de manera bien explícita,
sin muchos giros y de la forma más directa y concisa posible.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiorwb4QKUcNgZnlgwS_Ba5nct_uCkCEV8UhVUv5eTJblQfK7cb0dhJus9-vjb4hQKWMqDm_fv_Kf7Yy6F5MF3Ae8MjnMGEkXsht2suiFEpDJdlNDcRT-zGbxXxjTgyU6rrsrNEB5HltVEV/s1600/truman+3.jpg)
Todo el mundo ve el programa, lo comentan, lo critican,
pero nadie se da cuenta de que es una persona igual que ellos.
Retrata un mundo egoísta y egocéntrico, en que cada uno mira sólo
para si mismo.
¿Somos
libres o nuestra vida la manejan desde afuera? Ésta es la principal
pregunta que se plantea la película, y a la cual no doy la respuesta
por no desvelar el final. Esta película es un canto a la libertad,
ya que la vida, la hace uno y nadie podrá decidir, imponer y pensar
como Tú mismo. Tú eres el dueño de tu destino.
A
pesar de que vivamos en un mundo superficial y falso, sometidos y
manipulados por la publicidad y las multinacionales, siempre nos
queda la libertad de decidir en el último momento.
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