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Atrapado en el Tiempo (1993): El Día Eterno


Estamos ante una comedia-reflexiva muy buena y muy conseguida. Esta es la forma de sorprender y hacer buen cine; coger un argumento nunca visto, una idea descabellada y un actor idóneo.

Quizá esto sea lo más fácil, pues después tienes que ingeniártelas para sacar el máximo provecho y plasmar todas las posibilidades que ofrece esa idea.

La historia nos pone en la piel de Phil (Bill Murray, el cómico cínico por excelencia), un reportero insolente con complejo de divo, al que se le encomienda retransmitir el tradicional acto del Día de la marmota de la localidad de Punxsutawney.

En esta fiesta, el conocido roedor, mascota del pueblo, determina cada año cuánto durará el invierno. A Phil le acompaña Rita (Andie MacDowell), una joven productora de la que se enamora.

Phil se ve atrapado a partir de entonces en la obligación de revivir el día de la marmota cada día como si no hubiera un mañana, sin poder evitarlo.

Es a partir de ahí cuando comienza a cuestionarse su existencia y el valor de las cosas.
 
Phil pasa por diferentes fases, se desespera en algunas hasta querer acabar con todo, en otras llega a pensar que es lo mejor que le ha pasado en su vida y trata de aprovechar su nueva situación al máximo.

En cada uno de estos cambios de enfoque la narración proporciona una transición adecuada, sin trampas.

Phil se da cuenta de lo absurdo que había sido su forma de actuar hasta entonces y va a volcar su vida en su nuevo amor hacia Rita. Esta relación entre los dos y la evolución de la personalidad de Phil son los dos elementos principales del guión.

El film se detiene en las escenas más reveladoras, acelerando su ritmo cuando es necesario para que el espectador no caiga en la monotonía que siente su protagonista, y aún así sea capaz de intuirla.

Las escenas surrealistas y tragicómicas se suceden y vemos como los mismos personajes son capaces de realizar cosas diferentes un mismo día del año; intuyendo que a veces la vivencia de una persona puede llegar a cambiar el modo de vivir del resto de la gente.

En lo referente a las interpretaciones, un gran Bill Murray efectúa una notable actuación de Phil, el personaje ideal para el que fue creado. Andie MacDowell, aporta belleza y también aporta una indiscutible química con Murray.

"Atrapado en el tiempo" tiene toda una serie de puntos graciosos para disfrutar, pero no es una comedia simple y prosaica. Es más profunda de lo que parece. Enmascara con las risas diversas, dudas sobre el sentido de la vida que dan que pensar.

El mensaje, es bien claro: obviando gags y secuencias innecesarias, “Atrapado…” juega con el tiempo. Nuestro tiempo, que conforme vaya pasando y nosotros pasemos de largo con él, pues a la larga cada día será como el anterior.

¿Merece la pena vivir todos los días inmersos en la rutina? Phil tardó casi una eternidad en darse cuenta. ¿Cuanto tiempo necesitaría gente como Phil?, ¿cuanto tiempo necesitarías tu?.



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Lunas de Hiel (1991): Cuando el odio y el amor se unen


Basada en una novela de Pascal Bruckner titulada "Lunes de Fiel" y dirigida, producida y escrita por Roman Polanski, Lunas de hiel es una historia de amor y sexo, contada desde un punto de vista muy oscuro, con una acorde música de Vangelis y con mucha, mucha amargura.

La historia es muy sencilla: narra como un amor pasional y lleno de obsesión se convierte en un odio visceral y ni siquiera es culpa de ninguno de los dos, simplemente ocurren ciertos acontecimientos que terminan rompiendo esa supuesta "lealtad" llamada amor.

Por un lado, una pareja en apariencia feliz y armoniosa, que celebran su séptimo aniversario de boda en un viaje que les ayude a renovar su amor. 

Nigel (Hugh Grant) es un hombre sensato y equilibrado, que convive tranquilamente con su mujer, Fiona (Kristin Scott Thomas).

En el viaje, se encuentran con la otra cara de la moneda. Mimi (Emmanuelle Seigner), una bailarina explosiva, desgraciada y enigmática, casada con Oscar (Peter Coyote), que es parapléjico y también desgraciado, y cínico.

La cara y la cruz se encontrarán y Nigel se irá sumergiendo, en el obsesivo, erótico e inquietante pasado de ese extraño matrimonio, a través de los relatos de un nostálgico Oscar, que ya sólo vive de sus recuerdos y que no tiene en el mundo a nadie más que a su bella mujer.

No pudiendo satisfacerla sexualmente, pretende lanzar a Nigel a sus brazos, interesado morbosamente por ver cómo reacciona el decoroso y controlado marido ejemplar ante tanta sensualidad desbocada...

Pero también es el único desahogo que tiene Oscar, y su única manera de seguir sintiéndose vivo. 

Recordar un tiempo que se marchó para siempre, y tratar de revivirlo a través de Nigel, la única persona que le escucha (aunque sea de forma escandalizada y sintiendo repulsión a la vez que fascinación).

Desde la pasión surgida del primer encuentro, desarrollada en un París que es fiel a su tópico de capital del amor, asistiremos a los vaivenes sentimentales de la historia de Oscar y Mimi. 

Tanto el hombre como la mujer tendrán la ocasión de herir y humillar a su compañero y afrontarán la imposibilidad de huir el uno del otro, pues se necesitan más de lo que puedan llegar a detestarse.

Contemplada sin aspavientos, "Lunas de Hiel" se nos revela como una de las visiones más fieras y certeras sobre la fogosidad efímera de las relaciones; y de lo natural que resulta, para mantener viva su llama, optar por el descenso a los infiernos del placer (personificada en la pareja de Peter Coyote y Emmanuelle Seigner). 


O, en contraste, intentar mantenerla asumiendo una pactada y finalmente aburrida rutina (personificada por la otra pareja protagonista: Hugh Grant y Kristin Scout),

Dulce sensualidad gatuna la de Emmanuelle Seigner, que convertirá a lo largo del metraje, en fría y devoradora venganza amorosa. 

Oscar es un cínico y caprichoso dandi americano que juega a ser bohemio, callejeando París, y que acabará probando grandes dosis de su intragable medicina; bien interpretado por un lujurioso Peter Coyote.

La cinta acaba siendo fiel a las obsesiones de Polanski, siempre preocupado en su obra por el lado sórdido y bizarro de la raza humana y con toques de humor negro marca de la casa.

Una película difícil de ver, de sentir. Que al acabar de verla notas que te ha transmitido un mal rollo importante. Eso si, el titulo le va que ni pintado.



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Glengarry Glen Ross (1992): Vendedores Depredadores



Basada en una obra de teatro, Glengarry Glen Ross es una de las mejores películas sobre la adicción al trabajo, sobre la presión inhumana que se ejerce sobre el trabajador y, por encima de todo, es una crítica al culto desmedido al dinero. Temas que, desde luego, siguen muy de actualidad, quizás de forma cada vez más notoria y sangrante.


David Mamet desarrolla el tema poniendo en la cuerda floja a un grupo de vendedores inmobiliarios, presionados por las bajas ventas (Jack Lemmon, Al Pacino, Ed Harris, Alan Arkin y Kevin Spacey). Entre ellos surgen las tensiones, las traiciones, los tratos sucios y, por último, la desesperación al ver que su situación laboral se desmorona por momentos.


La película disecciona sin censuras un sector laboral, el inmobiliario, cada vez más deshumanizado, que ha convertido a sus empleados en "tiburones", precisamente porque llega un momento en que el trato que reciben los despoja de su humanidad (queja común de los personajes de la película).


Películas como la que nos ocupa, son historias de ritmo lento, que necesitan de paciencia para su buena digestión, y eso es algo que no todos los espectadores tienen. 


Si el guión, en el que únicamente se habla de negocios, no interesa, al menos se haría agradecido un mejor ritmo y diálogos menos mareantes.


Pero por suerte, todo lo que le falta en narración, le sobra en actuación. Todos los intérpretes dan lo mejor de sí mismos para el deleite del espectador. Gracias a ello, la película se convierte en un visionado recomendable.


Todos ellos están sublimes y saben plasmar la personalidad de cada uno (el honrado veterano, el joven que viene pisando fuerte, el reivindicativo, el jefe implacable, etc.) a la perfección, sin fisuras. Es simple y llanamente un recital interpretativo de altísimo calibre.


La película, eso sí, transcurre en una sola noche y prácticamente en una sola localización. Es una pena que no se halla extendido por diferentes ambientes, sin recurrir al telefonazo de turno para enganchar al espectador, pero al mismo tiempo no enmascara las actuaciones ni los diálogos.


Los diálogos inteligentes ponen al descubierto el mundo que se esconde detrás de la venta a puerta fría, cuando el vendedor tiene que convencer a un completo desconocido de que necesita comprar algo que probablemente, no le interesa lo más mínimo. 

Ninguna búsqueda del éxito debiera ser forzada, pero en un sistema en que reina el dólar lo es todo. Es la adaptación moderna de vender o morir, el lema del vendedor moderno. 


Sin lugar a dudas es la mejor película de vendedores, que demuestra lo cruel que puede llegar a ser su oficio, jugando al engaño constantemente.





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Batman Vuelve (1992): La dualidad de un Murciélago, un Pingüino y una Gata




Batman (Michael Keaton) se enfrenta en esta ocasión a una doble amenaza, el grotesco Penguin (Danny DeVito) y la bella, pero peligrosa Catwoman (Michelle Pfeiffer). 


Además debe evitar que un millonario de pocos escrúpulos, Max Shreck (Christopher Walken), se apodere de la ciudad por medio de Pingüino, al que quiere nombrar para alcalde. Este poderoso hombre de negocios, quiere construir una central eléctrica, para robar toda la energía de Gotham City.


Un artista no suele acomodarse cuando ha tenido un éxito. Tim Burton no lo hizo, los buenos resultados de su predecesora le permitieron gozar del respaldo de Warner Bros a la hora de volver con El Hombre Murciélago. 


Burton volvió a retratar al superhéroe de nuevo en una película mucho más de su gusto pero mucho menos del gusto del público. 

Obsesionado como en toda su carrera sobre el papel del monstruo como el incomprendido, Burton se focaliza en El Pingüino, muy bien interpretado por Danny DeVito, verdadero protagonista del eje de la trama. 


Lindando lo grotesco, "Batman Vuelve" es en muchas partes mucho más fiel al espíritu del cómic que lo mostrado en la primera película y es un muestrario del notable cineasta que es Tim Burton. 


Lo que perdemos en cuanto a fidelidad, lo ganamos en personalidad y extravagancia, ya que gracias a esto podemos decir que esta continuación es una de las películas más extrañas que jamás se hayan realizado para el género de los superhéroes en el cine: adulta, grotesca, provocadora, sensual  e incluso surrealista.


Gotham City es aquí muchísimo más irreal, como salida de un terrible cuento de hadas para adultos. Los "monstruos" que habitan allí están en consonancia con ella. 
El Pingüino es un ser deforme, discriminado y perturbado por el odio que busca venganza. 


Catwoman, es una mujer reprimida, que se esconde detrás de un disfraz para liberarse de sus ataduras psicológicas. 


Max Shreck, es un despreciable empresario querido por la masa social con oscuras intenciones. Y por último, Batman. Un hombre atormentado por su pasado que lejos de olvidarlo, necesita revivirlo cada día para dar sentido a su vida.


Esta vez, Batman se reta entre iguales, entre seres de un origen tan desdichado como el suyo, sólo que ellos optan por derroteros distintos.
El pingüino aplastado por su fealdad, vive reducido a una alcantarilla donde se puede desenvolver con quienes le aceptan y le quieren tal vez no pese a ser quien es, sino más bien por ello. 


Pero él no ama a nadie, es feo y pobre pero exigente y por eso a la menor oportunidad salta al mundo a exigir su lugar dentro de la banalidad y en torno al poder. Por otra parte nos encontramos con una maravillosa versión de Catwoman, en ella vemos el odio y la venganza y un sentimiento que no termina de definirse. 


En este personaje se resume el descubrir una nueva vida muy alejada de la forma de sentir y manejarse de la tímida Selina Kyle, secretaria de una compañía. La timidez y la inseguridad ahora se transforman en determinación y desfachatez. Tanto en su vida diaria, como en la de heroína, las contingencias irán cambiando para dar lugar a un romance muy fugaz y "violento" con el hombre murciélago. 


La película cuenta con un fantástico elenco de actores, mucho mejor escogidos que en la anterior película, en especial Danny DeVito como el Pinguino, quién está perfecto como el grotesco "freak" que es manipulado a su antojo por el inescrupuloso Max Schrek (a cargo de Christopher Walken).


Michael Keaton repite su buen hacer del film anterior al componer un Batman/Bruce Wayne maniatado por sus propios fantasmas. Pero es Michelle Pfeiffer quien roba la película con una actuación deliciosa como la torturada y letal "Cat Woman" (que levante la mano quien diga que no ha tenido alguna fantasía erótica con el traje de cuero vestido por la Pfeiffer). 


Esta vez Batman como personaje no aporta nada nuevo, ni él ni Bruce Wayne. Es casi más interesante la historia de Catwoman. Pero al ser un film de personajes, la acción se hace más lenta y los diálogos más corrosivos y por momentos, delirantes. 


En líneas generales “Batman vuelve” es un buen film que entretiene de principio a fin pero que sufre descensos de ritmo que pueden molestar lo que unido a su excesivo metraje acaba haciendo el desarrollo en lento.
Tim Burton representa un mundo maligno pero a la vez infantil, de los que asustan a los niños. El problema es que la película no está dirigida al público infantil.



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Diez Negritos (1987): Y no quedó ninguno



Las adaptaciones cinematográficas suelen ser un verdadero problema para todo aquel cinéfilo que -como un servidor- admite ser lector.
Fundamentalmente porque carecer de la referencia literaria de turno supone un considerable obstáculo para evaluar si la película en cuestión le hace justicia, o no, a la obra original.

En este caso, puedo afirmar con total rotundidad que esta adaptación, de todas las realizadas hasta ahora de la famosa novela de Agatha Christie (4 si no recuerdo mal), es bastante buena. Tras haber visionado otras, es curioso que la versión más fiel de este libro la hayan realizado los soviéticos

Y es que haber leído la novela en dos o tres ocasiones me faculta de sobras para asegurar a todo aquel que no lo haya hecho aún, que esta versión constituye una reproducción bastante respetuosa y fiel.

La historia nos habla de diez personas de diferentes edades, sexos y profesiones que, sin conocerse entre ellas, y con diferentes razones, son invitadas por un tal señor Owen a una mansión situada en una desolada isla.

Estando todos en la mansión, y sin rastro del anfitrión por ningún lado, los invitados se disponen a cenar. 

Sobre una mesa descubren una extraña obra de arte que muestra a diez figuritas, que les trae a la memoria una vieja canción infantil (Los diez negritos).

Descubrirán una grabación donde, el ausente Mr. Owen, con datos precisos, acusa a cada uno de ellos de haber cometido crímenes indirectos que las leyes no condenaron.

Desde entonces, uno a uno comenzarán a ser asesinados y nosotros, con ellos, empezaremos a devanarnos los sesos para adivinar quien es el asesino. 


Las dudas y las desconfianzas aumentaran entre los invitados, acusándose entre ellos.

El ambiente de la película está bastante logrado (aunque a veces el tamiz grisáceo que lo invade todo resulte algo monótono) y los actores parecen lo que son, europeos del Este de pura cepa (y eso perjudica a un par de ellos, que ven mermada su credibilidad visual). 

También hay varios errores de escenificación, pero que no le restan atractivo al resultado final de la historia.

Esta película nos propone un juego mental en donde, la desconfianza, el temor y ese sentimiento inmenso de preservar la vida, están presentes a cada instante.

Grandes dosis de suspenso y esa elaboración constante de nuestro cerebro, en descubrir un misterio que nos mantiene atados hasta el final. Una muy buena novela y una versión que, dentro de lo que cabe, consigue estar a la altura.



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