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Dias sin huella (1945): Memorias de un alcoholico




Don Birnam (Ray Milland) es un escritor fracasado a causa de su adicción al alcohol, adicción que lo ha destruido física y moralmente, y lo ha convertido en un hombre desprovisto de voluntad. 

Con tal de seguir bebiendo es capaz de todo, incluso de robar. Tanto su novia (Jane Wyman) como su hermano intentan por todos los medios regenerarlo, pero sus esfuerzos parecen inútiles. Primera película estadounidense de Billy Wilder. La acción se desarrolla durante un fin de semana, (la versión española titula el film de otra manera, como tantas veces, sin ceñirse a la traducción del título oficial) y es una crónica de lo que es tocar fondo y la probable redención.

Obra que nos adentra en las devastadoras consecuencias de las adicciones, en este caso el alcoholismo, las cuales en nuestra época se han difundido como una plaga abarcando las drogas, los juegos de azar y de video y hasta el mismo Internet.

Sabemos de sobra que la dependencia de cualquier droga, alcohol en este caso, marca de una manera que es imposible seguir un ritmo de vida acompasado.

El detallismo con que Wilder logra captar y retratar el horror de esta enfermedad es tremendo. 

Las formas en como el protagonista busca desesperado el ingenio para esconder sus botellas, los empeñamientos, y esas alucinaciones que llega a tener.

Incluso el nivel de degradación y humillación que alcanza el personaje es también imponente, desde robar una cartera, amenazar a un barman, hasta prostituirse en el sentido propio de la palabra.

Hay que reconocer que algunas cosas no cuadran demasiado en el guión, y algunas parecen incluso forzadas; pero
tiene los condimentos para triunfar y Billy Wilder es el mejor director, para realizar de todo ello una obra maestra.

Además de una actuación del protagonista, Ray Milland, brillante y terriblemente humana, si bien tiene momentos sobreactuados; y Jane Wyman como esa mujer admirable con gran belleza interior, y muy valiente para luchar con ese monstruo interior,

A diferencia de “Días de vino y rosas” que también trata el problema del alcoholismo, Wilder centra más la mirada en el personaje, su vida, su alrededor, sus ambiciones, sus ilusiones, las personas que lo rodean, para saber todo aquello que el alcohol se está llevando consigo.

Incluso en nuestros días, pocos se han atrevido a mostrar de una forma tan realista, la relación de dependencia con respecto a algún vicio reconocido. 

Hasta entonces, la figura del borracho tenía en la mayor parte de las veces connotaciones cómicas, o bien de persona atormentada por un pasado traumático (se le reconocía un motivo y se toleraba). 

Sin embargo, Wilder trató el tema del alcoholismo de cara, despojando a su protagonista de motivos que puedan resultar comprensibles al espectador (excepto por algunas referencias apenas sabemos gran cosa de Birnam salvo que es escritor y que tiene un problema con la bebida), y mostrándo su particular descenso a los infiernos etílicos, en una lucha desigual de resultado incierto. 

En el film el alcoholismo es producto del fracaso, la dificultar para aceptar los errores, impotencia, es beber para olvidar los que no queremos recordar. 
La lucha contra las adiciones es muy dura y pocas veces termina como en la película.


Cabe reconocer que al pasar los años esta cinta no ha perdido valor a diferencia de otras que son devaluada, por el solo hecho del avance de la tecnología.




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