Johnny
Friendly (Lee J Cobb), el jefe del sindicato portuario, utiliza métodos
mafiosos para controlar y explotar a los estibadores de los muelles
neoyorquinos. Terry Malloy (Marlon Brando), un boxeador fracasado que trabaja
para él, se ha visto involuntariamente implicado en uno de sus crímenes.
Cuando
Malloy conoce a Edie Doyle (Eva Marie Saint), hermana de una víctima de
Friendly, se produce en él una profunda transformación moral que lo lleva a
arrepentirse de su vida pasada. A través de Edie conoce al padre Barrie (Karl
Malden), que trata de animarlo para que acuda a los tribunales y cuente todo lo
que sabe.
En
los años treinta el director Elia Kazan estuvo relacionado con sectores de la
izquierda de Estados Unidos y perteneció al Partido Comunista.
Años después, en
la década de los cincuenta, Kazan delató a muchos de sus compañeros que, como
él, habían formado parte de las filas comunistas, condenando a éstos al
ostracismo profesional.
Esto
siempre estigmatizó a Kazan, ya que los comentarios que se hacían sobre sus
películas no se ceñían a lo cinematográfico, un poco a semejanza a lo que le
ocurrió a Leni Riefensthal.
En La ley del silencio, Kazan pretende justificar su actitud ante la caza de brujas, pero solo consigue subrayar lo que tiene de mezquina, por lo que será mejor atenerse a la película en si, y cabe decir que es excelente, llena de fuerza.
En La ley del silencio, Kazan pretende justificar su actitud ante la caza de brujas, pero solo consigue subrayar lo que tiene de mezquina, por lo que será mejor atenerse a la película en si, y cabe decir que es excelente, llena de fuerza.
Marlon
Brando hace un papel de hombre fracasado, sin identidad, sin personalidad, que
se ve en la hora de tomar, posiblemente por primera vez en su vida, una
decisión difícil y que afecta a muchas personas queridas.
Y
lo hace francamente bien. Karl Malden y el resto del reparto acompañan muy
bien, especialmente el primero. Tristemente, ella (Eva Marie Saint), para mí lo
peor de la película, sobre-actúa y además de forma poco creíble.
Mientras
el protagonista recibe presiones por uno y otro lado, el resto de trabajadores
del muelle es visto como una masa informe, sin voluntad, muy voluble y de fácil
manejo.
Los pocos personajes que sobresalen en medio de esa masa gris y poco
combativa, gira alrededor del protagonista.
Desde
Eddie (Eve Marie Saint), su novia, el padre Barry (Karl Malden) que ejerce de
voz de su propia conciencia, su hermano (Rod Steiger), y el jefe del sindicato
(Lee J. Cobb).
Cada
vez que vuelvo a ver esta película, me encuentro con que tiene una completa
vigencia, sobre todo por su intensidad dramática y por la vigencia de los tópicos
que aborda.
Este filme de Elia Kazan narra cómo se va transformando la
sociedad norteamericana de cuenta de los trabajos que se realizan en los
puertos: cada vez hay menos empleo; y el que hay está dado por una mafia con el
nombre de sindicato que cumple sus normas bajo cláusulas de amenazas y
silencio. La muerte rodea a quienes se le enfrenten.
Es
una buena película, tanto por lo que la ambienta como por el desarrollo, y
guarda la esperanza de ser, como suele ser en Kazan, una denuncia sobre la
sociedad actual, la familia, la amistad y las políticas de la economía que nos
tocó.
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