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Seven (1995): El Peligro de la Fe




Por desgracia, hoy en día se abusa demasiado del género de asesinos en serie: nos atraen con cualquier bodrio de bajo presupuesto con varios efectos sangrientos que contienen una mínima aventurilla slasher en la que personajes planos como tablas acaban peor que en una carnicería profesional; y nos quedamos sin degustar historias buenas.

Por eso, a veces se hace necesario recordar las pocas excepciones destacables de este género; y es que, junto con la celebérrima “El Silencio de Los Corderos”, nos hallamos ante uno de los thrillers imprescindibles de la década de los 90. Estamos ante un film oscuro, intrigante y sombrío.

Ambientada en una ciudad lluviosa y gris, la historia nos habla de dos detectives; el veterano Sommerset (Morgan Freeman), a punto de retirarse y el novato Mills (Brad Pitt).

Ambos, serán los encargados de atrapar a un peligroso asesino en serie (John Doe), que ejecuta sus crímenes en base a una relación con los siete pecados capitales. Los asesinatos se van cometiendo por orden y cada cual más impresionante. 

Las crueldades del asesino te hacen ver que es un criminal de lo más sádico (estilo Haníbal lecter) al que le gusta humillar y castigar a sus víctimas hasta el último momento, pero que a pesar de esa maldad tan brutal no pierde ese encanto y esa tranquilidad que tienen este tipo de asesinos.

En general, la película se basa en ir descubriendo los bizarros e "ingeniosos" asesinatos en forma de pecado que se van sucediendo, de tal forma que nos engancha en el sillón hasta más no poder. 

Muchos críticos, la califican a causa de esto como una película vacía, pero entretiene, nos atrae hipnóticamente; y eso al fin y al cabo, es lo que buscamos cuando nos disponemos a ver thrillers de este estilo.


El ambiente de “Seven” es espectacular. Cada escena cuenta. Cada reacción de los detectives. Cada crimen que se comete. 

Cada esquina de esa ciudad, azotada por una lluvia incesante que intenta, al parecer, limpiarla a fondo de todos sus pecados, algunos que son salvajes crímenes disfrazados.

Morgan Freeman está excelente como el teniente Sommerset un agente veterano, amable y sobre todo fuente de sabiduría, interpretado con maestría y sobriedad, como suele ser habitual en él. 

Con respecto a Brad Pitt, consigue salir airoso en su actuación, aún cuando era solamente un proyecto de actor en aquel momento. 
Extrañamente va mejorando su actuación del detective Mills según los minutos avanzan, con un personaje opuesto: apasionado y muy poco paciente.

Pero es Kevin Spacey quién otorga a la película el giro espectacular, definitivo, el salto mortal que requería, para ofrecer un trabajo literalmente sorprendente,

Lo más curioso de la historia de “Seven”, es que puede pasar en cada ciudad y a cada momento. “Seven” es el miedo a que algo ocurra y esté fuera de tu alcance. Incluso hoy, más de quince años después de su estreno, sigue dejando frío y pensativo al espectador. 

Quién sabe si tal vez, preocupado por las personas como John Doe; que juegan a ser Dios en un mundo lleno de banalidades, donde creen que con sus asesinatos, están realizando un acto divino y que son una especie de enviados. 




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