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La Muerte y La Doncella (1994): Terribles Fantasmas del Pasado


De Roman Polansky uno debe estar previamente avisado: con algunas excepciones, sus obras rodearán asuntos turbios, siempre muy turbios; en este caso, una historia centrada en un matrimonio, un apartamento y una larga noche en que se desvelan muchas cosas.

La venganza, la necesidad de olvidar, el dolor no reparado, son los temas con los que Roman Polanski enfrenta al espectador con sólo tres personajes, cuyas interpretaciones son inmejorables.

Durante el período de una dictadura en un país sudamericano, Paulina Escobar (Sigourney Weaver) fue torturada y violada por sus captores.

A pesar del trauma no delató lo ocurrido a su entonces novio Gerardo Escobar (Stuart Wilson), que participaba activamente como opositor al régimen, como editor de un diario clandestino. Más tarde contraerán matrimonio y se asentarán en la costa.

Un día Gerardo tiene problemas con uno de los neumáticos de su automóvil y es traído a su casa por un hombre desconocido. Una vez allí, Paulina cree reconocer la voz del desconocido como la de su torturador.

Deberá confiar en su oído, porque en las torturas llevaba los ojos vendados, y en evidencias descubiertas en el momento, para hacerlo confesar y al mismo tiempo convencer a su incrédulo esposo.

En esta historia el papel del recuerdo a través del oído juega un papel fundamental.

La protagonista, mientras era violada escuchaba “La muerte y la doncella”, pieza compuesta por Franz Schubert, que su violador ponía durante los abusos; de ahí el título de la película, y la recurrente aparición de esta pieza durante toda la película.

Sigourney Weaver, siempre efectiva (su narración de las torturas es de una conmoción brutal), elabora aquí un perfil de víctima torturada absolutamente creíble y revelador en su interacción con el personaje del supuesto torturador, encarnado magníficamente por Ben Kingsley.

Finalmente, Stuart Wilson cierra el trío actoral, con su correcta aportación de un mediador en un conflicto, en el que también se ve indirectamente implicado.

Es paradójico que estrellas consagradas como estas se presten a papeles tan poco populares como los que nos ocupan y sigan demostrando su valía sin fisuras, ya que demuestran ser buenos profesionales.

Una película muy bien recreada, con el toque magistral de Polanski quien nos regala una narración absolutamente inquietante, que termina constituyéndose en un juicio forzado y apresurado de una mujer que está marcada por las más horribles vejaciones a la que una mujer pueda estar expuesta.

Un thriller asfixiante, siniestro y altamente recomendable, que busca en el fondo ahuyentar fantasmas y recuerdos grabados en la memoria y que ni siquiera el paso del tiempo pudo borrar.




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