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El Planeta de los Simios (1968): La teoría Inversa de Charles Darwin



Todo un clásico de la ciencia ficción basado en una novela de Pierre Boulle y dirigido por Franklin J. Schaffner. De argumento futurista, delirante e inquietante, presenta una reversión del mundo actual de tal forma que si del simio provenimos al simio volveremos

Nos cuenta como unos astronautas en su regreso a la Tierra, tienen un percance que les lleva a un desconocido planeta, en el que una civilización de simios tiene el poder, y el ser humano es considerado un ser inferior. 

En esa sociedad, los humanos no hablan y son tratados como bestias salvajes, enjaulándolos y siendo estudiados por los simios.

Uno de los astronautas, George Taylor (Charlton Heston), es confinado a las mazmorras, con la suerte de que una científica muy mona y su prometido, se fija en sus cualidades para la expresión primero no verbal, luego caligráficas y por último de conquista. 

Se convierte en su mentora, con los riesgos que esto conlleva; puesto que afirmar que un humano puede hablar y pensa,r es puro sacrilegio para la ciencia y la fe que defiende el Dr. Zaius, quien iniciará una cruzada contra el que él secretamente cree un enviado, de una escondida estirpe humana.

Todo gira en dejar el mensaje claro que el hombre es quien se autodestruye al manejar mal su destino, al no cuidar de su propio espacio, al no preveer determinadas situaciones que llevan a la catástrofe de la especie.

La película es una crítica moral a la sociedad humana en general cuya tecnología, en plena Guerra Fría, evolucionaba hacia fines destructivos. 

No se buscaba la creatividad, sino la mejor manera de hacer pedacitos al enemigo, y eso se ve bien reflejado en el comportamiento humano totalmente involucionado y sometido al poder más evolucionado de los simios.

El planeta de los simios también admite interpretaciones mucho más profundas e intelectuales sobre el ser humano y la civilización en la que vivimos. Afortunadamente el mensaje que se desprende de la película, aunque desalentador, esta al alcance del más simple de los espectadores.

No quedan nada claros aspectos fundamentales para la comprensión total de la película, como qué tipo de vida llevan los simios, si sólo viven en esa ciudad de unas pocas casas en total (y parece que es así, puesto que allí viven todos los ministros de los simios). 

Además no se explica cómo han sido capaces de evolucionar tan rápidamente (entre 1000 y 2000 años... da risa) o una de las cosas más increíbles, no se sabe como es posible que hablen el inglés y lo escriban igual que los humanos. 

Es justo destacar la presencia del actor Charlton Heston, que aunque nunca ha destacado por ser uno de los grandes actores de su época, en esta ocasión hace un trabajo notable. 

Charlton Heston no era el actor más profundo de su generación, pero su carisma era impresionante. Aquí, dicho carisma pasa a su personaje convirtiéndolo en el 'líder' que es. Además, Heston trabaja muy bien el desamparo, el miedo y la furia, construyendo un papel que es eterno en el mundo del cine.

Una de las cosas más destacadas y comentadas de esta película es su final. Y es que pocas veces un final da un sentido completamente nuevo a toda una película como en este caso. 

Igualmente, lo que permanece de este film, como ya se ha reseñado con anterioridad, no se debe obviamente a su deficiente apartado técnico, ni a sus decorados, ni al diseño de producción, ni a los vestuarios, ni a los maquillajes... todo lo mismo bastante limitado.

El valor real de esta producción se mide en relación a su mensaje, enriquecido con multiplicidad de matices, que hacen de esta película una de las más comprometidas de su época y de la historia en general.





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