Los
puentes de Madison, cuenta la historia del encuentro entre Robert
Kincaid (Clint Eastwood), un fotógrafo del National Geographic que
está haciendo un reportaje sobre los puentes techados típicos de
esa región de Iowa, y una mujer cuyo marido e hijos pasan fuera unos
días.
Francesca
(Meryl Streep), es una mujer frustrada en sus sueños, por sus
anhelos de juventud, atrapada por su familia y su propia existencia,
amarrada a la eterna amargura.
Cuando
se encuentra un día con éste fotógrafo que acostumbra a recorrer
el mundo, empezará a sentir por él una atracción poderosa. Pero
ella comprende que dejar a su familia y esposo es muy complicado, por
lo que tomar una decisión será muy duro.

El
director trata la historia con respeto, con tolerancia, emoción,
estética elaborada y con la pareja perfecta.
Y nos cuenta la historia desde la reivindicación del amor imposible, dejándonos a nuestro juicio las connotaciones morales de lo que está bien o mal en materia de sentimientos.
Y nos cuenta la historia desde la reivindicación del amor imposible, dejándonos a nuestro juicio las connotaciones morales de lo que está bien o mal en materia de sentimientos.
Desde el
principio, Eastwood nos ofrece su visión sincera y limpia ante ese
universo desconocido para el resto de ciudadanos del orbe, que es el
mundo rural estadounidense.
Lo
que principalmente se plantea en esta cinta es una disyuntiva moral
de un ama de casa que se encuentra en medio de un entresijo amoroso.
La encrucijada es la siguiente: una aventura pasional con una persona
que viene a romper con los esquemas rutinarios establecidos en su
matrimonio.
Eastwood
nos posiciona ante un dilema muy profundo; nadie puede negarle a esa
mujer insatisfecha la posibilidad de rehacer su vida, no obstante
tenemos detrás de todo ello una familia que aparentemente funciona
correctamente, con un esposo fiel, trabajador y dedicado a sus hijos.
Elija lo
que elija Francesca, siempre habrá alguien que sufra.

Ella avanza en su interés hacia él
conforme va desvelándole su mundo interior, el
conocimiento que éste tiene del mundo, que ya ha recorrido en más
de una ocasión, y su envidiable independencia.
Ella no
espera más de la vida que lo que ésta le ha deparado: un marido
trabajador e hijos sanos.
Él encuentra en esta mujer abnegada el
encanto de una personalidad sin explorar, la sensualidad de sus
gestos, de sus manos, su equilibrio y capacidad de entusiasmarse…
Alejado
de su imagen de Harry el Sucio, descubrí aquí a un Eastwood sutil,
cuidadoso, seductor, entregado. Junto
a él, una muy contenida y excepcional Meryl Streep, tal vez en uno
de los mejores papeles de su carrera.
Porque
si desde luego está considerada una de las mejores actrices de la
historia, es porque le confiere alma a sus personajes.
Poco importa que los protagonistas sean de otra generación distinta a la mía.
Poco importa que los protagonistas sean de otra generación distinta a la mía.
Estamos
ante una película de amor diferente, que deja una enseñanza de vida
muy especial, como para preguntarse si vale la pena sacrificar tu
felicidad por los demás.