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Verano del 42 (1971): La perdida de la niñez




Sensible y elegante película, muy adecuada en tiempos en que el romanticismo se diluye en pringosos productos titulados, de manera aún más estomagante, que no les impide convertirse en éxitos de taquilla.

Trata sobre el recuerdo que tiene un hombre de su primer amor de adolescente, en el que tiene la fortuna de toparse con una Jennifer O´Neill esplendorosa. No obstante, tan trascendente es ese primer amor como el recuerdo que queda de él. 

Han pasado muchos años desde que Hernie pasó sus vacaciones junto a Oscy y Benji en una isla frente a la costa de los Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial pero en un ambiente de tranquilidad.

Mientras sus dos compañeros se interesan por las chicas de su edad y por jugar, Hermie se enamora de una mujer joven, Dorothy (Jennifer O´Neill), casada con un piloto militar. Cuando el piloto vuelve a la guerra después de un permiso, Hermie le brinda a Dorothy su amistad. Más tarde, cuando su marido resulte muerto en combate, sólo Hernie sabrá darle a Dorothy el consuelo que necesita.

Todo está narrado desde la posteridad por medio de una voz en off, y aunque la acción no se despega del pasado en ningún momento, toda ella tiene una palidez nostálgica.

Directamente convierte lo sucedido en una anécdota encantada, no sabiendo con certeza si ocurrió exactamente así, o es el recuerdo lo que así la conserva.

La imagen brota añeja, casi onírica, más propia de una lejana y embellecida memoria que de una rutinaria realidad. La propia actriz protagonista, surge como una presencia angelical y trascendente.

En cuanto al amor adolescente, describe de manera muy precisa una sensación concreta: el sueño de alcanzar a alguien inalcanzable consigue hacerse realidad. 

Esta emoción propia del ser humano, mucho más frecuente aún en la adolescencia, nos es presentada con suma pulcritud: El es un adolescente, ella una mujer que ronda los treinta años, lo que convierte en una quimera cualquier posible aspiración.

Tal diferencia de edades sirve para este recurso dramático, y nada más. Se aparta del morbo que la historia podría llevar dentro por la grandeza de comportamiento de ambos, muy por encima de lo que sería una simple aventura estival.

Es una película sobre el despertar de la inocencia, del descubrimiento del amor, del sexo, de ese misterio de los sentimientos. 

Es una película que reflexiona sobre el primer amor, de la soledad, del triste descubrimiento de que el amor también es sufrimiento, de que el amor muchas veces es cosa de uno, y muy pocas veces de dos.

Es una película de silencios, reflexiva. Mulligan trata con mucha dignidad, temas que normalmente suelen tratarse con fines visuales más que simbólicos. Aquí se ampara esa realidad de que es en verano cuando surgen esos auténticos amores que, aunque acaban, resultan ser eternos...

Otra gran obra que llegaría a ser un título mítico de la época de la mano de Robert Mulligan, que como siempre realiza una cuidadosísima producción sobre un guión ajeno de Herman Raucher, quien al parecer tuvo esa misma o parecida vivencia, y que fue una de las películas de las que su director se mostró más orgulloso.

Elegantemente narrada, seguro que todos nos identificamos con el protagonista en alguna que otra escena. Lejos de caer en el morbo, la relación con la mujer "mayor" esta narrada con exquisito gusto. O´Neill hace un papel muy bueno, lejos de la sobreactuación. El tema musical es de quitarse el sombrero. Todo el filme está impregnado de un ambiente de melancolía que le hace mucho bien a la historia.


Me imagino que 1971, esta película resultaba toda una innovación. Hoy en día  parece resultar un poco obsoleta, aunque no desprovista de romanticismo. Y es que casi todos, recordamos en algún momento de nuestros años mozos, una aventura en la que nuestro corazón latía por alguien mayor que nosotros. 

Un amor nuevo y fascinante, desprovisto del cuidado maternal, aunque el mundo no lo viera con buenos ojos.




 

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El Expreso de Medianoche (1978): La Lucha por la Vida



Película basada en la historia verídica (convertida posteriormente en libro por su protagonista) de Billy Hayes (interpretado por Brad Davis), un estadounidense arrestado en el aeropuerto de Estambul al tratar de regresar a casa con varios paquetes de droga pegados a su cuerpo, por lo que es condenado a 4 años en la prisión de Estambul.

Una vez allí, el joven descubre atónito la inmundicia del lugar, las injusticias y las dificultades para poder salir de su complicada situación, tanto por la vía legal como por métodos menos ortodoxos. Además recibirá terribles maltratos y castigos, que le ocasionarán trastornos físicos y mentales. Pero también conocerá la camaradería de la mano de dos compañeros: Jimmy (Randy Quaid) y Max (John Hurt).

Magistralmente narrado por el director Alan Parker y con un excelente guión basado en las experiencias del verdadero William Hayes en una cárcel de Turquía. Desde que la historia se introduce en la prisión, se muestra un ambiente lúgubre, grotesco y desagradable, contagiando al espectador la sensación de crudeza y derrota que cualquier persona experimentaría al encontrarse en tal situación.

Me encantó en su momento; creo que es una de las películas que más me ha impresionado y emocionado. Aunque no la he vuelto a ver recientemente escribo esto para reivindicarla, pues recuerdo que muchos críticos la menospreciaban por "pro-yanki", y políticamente tendenciosa. 

Ahora bien, seguramente esos mismos críticos "progres" la encontrarían maravillosa si el protagonista fuera un pobre turco pasándolas canutas en alguna cruel cárcel norteamericana tipo Guantánamo, por ejemplo.

Yo, por momentos, llegue a pasarlo realmente mal, y es que sobrecoge ver como un ser humano puede llegar a pasar por tal infierno, hace que desees desesperadamente que esta persona pueda lograr escapar de cualquier forma posible y poder gritar ¡soy libre! Sin temor alguno.

Ciertamente, la película presenta escenas memorables (todo el principio y el final de la historia), pero luego tiene bajones fáciles de detectar, especialmente cuando menos te lo esperas, y otras tantas secuencias que no acaban de
resultar.

Si la historia es dura e impactante en si misma, Alan Parker se encarga de hacerla mucho más impactante que dura. No porque exagere lo que cuenta, sino porque a veces se desmadra en como lo cuenta. Se puede decir que el director entra en esa prisión turca ofreciéndonos la visión más sensacionalista posible del drama. Pero esta vez tiene suerte, ya que la historia tiene tanta fuerza por si misma, que es imposible no mantenerse atento a todo lo que sucede en la pantalla.

Aunque hay momentos en que se critica la pasiva influencia de la Administración Nixon (en los setenta no compartía migas con los turcos), el defecto principal que tiene la cinta es que es terriblemente anti-turca. Se ceba en demasía con los Otomanos, pues todos son villanos de la peor calaña, desde presos, carceleros, abogados, y demás paisanos. 

No me extraña que la película todavía siga prohibida en Turquía y que su rodaje se tuviera que hacer en la vecina Grecia.

El protagonista, Brad Davis, esta en su línea (es un actor que tampoco se prodigó en exceso), aunque hay que reconocer que pese al esfuerzo que hace, no era un actor especialmente bueno. John Hurt consigue destacar en lado interpretativo con su dramático personaje.

No querría acabar sin mencionar su banda sonora, la cual es capaz de intercalar piezas de corte clásico (interpretadas con violines y piano) con temas más eclécticos (casi psicodélicos), sin dejar de resultar interesante. La música de Moroder envuelve ese mundo de almas perdidas, que luchan por sobrevivir en medio de la crueldad y la opresión que les rodea.

Esta película nos muestra la más mínima expresión a la que puede quedar reducido un ser humano, en lo moral, lo físico, y racional, al perder su libertad siendo un extranjero, viéndose en la cárcel una sociedad anárquica, donde se cumple los postulados de Darwin….finalmente una sociedad como en la que vivimos, donde se expresa la lucha de poderes, donde no se tolera la diferencia.

En esta triste historia hay cabida para el maltrato, la tortura, la violación, la homosexualidad, la locura y toda clase posible de violencia. Por ello no gustó ni gustará a todos, pero ofrece un apasionante ejemplo de la lucha por la vida y de las virtudes cinematográficas. Sólo por eso es necesario verla.





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Las Esposas de Stepford (1975): Las Mujeres Perfectas




Especie de cruce entre "La semilla del diablo" y “La invasión de los ultra cuerpos”. Con un controvertido argumento (tanto tiene de misógino como de feminista), aquí se presenta una fantasía masculina de control y perfecta sumisión con un tono de pesadilla cotidiana y humor siniestro.

Joanna (Katharine Ross) se muda con su marido y sus dos hijos de Nueva York al campo, a la pequeña ciudad de Stepford. Aunque ella es una fotógrafa que no está acostumbrada a la inactividad, parece haber llegado al lugar perfecto para que se críen sus hijos.

Al poco de llegar y después de encontrar una nueva amiga, Bobby (Paula Prentiss), ambas empiezan a dudar de ese ambiente pulcro y perfecto que se respira en Stepford y empiezan a sospechar de que existe una conspiración.

Desde su llegada a esa apacible comunidad rural de Connecticut desde Nueva York, tanto el espectador como nuestra protagonista, notamos que hay algo en el ambiente que no encaja, su marido Walter (Peter Masterson) se ha hecho socio de un llamado “Club de hombres de Stepford”, cuyos integrantes vamos conociendo al mismo tiempo que Joanna y sintiendo un cierto recelo con su actitud.

Éste recelo va en aumento, cuando vamos conociendo el extraño comportamiento de las esposas de la comunidad, todas abnegadas amas de casa.

De un modo pelín robótico, solo hablan de quehaceres domésticos y de lo felices que son desde que se trasladaron a esa comunidad; y dejaron los hábitos del pasado, para dedicarse en cuerpo y alma a satisfacer al marido.

El tono jocoso con el que Joanna y Bobby comparten su independencia y visión de la vida, tratando de congeniar con las uniformemente simplonas vecinas del lugar; se va convirtiendo en preocupante e inquietante.

Más aún cuando su también amiga, la dicharachera Charmaine Wimpiris (Tina Louise) se transforma de la noche a la mañana, en otra ejemplar y concienciada ama de casa, con su anterior personalidad completamente anulada y que se convierte en aterrador según van siendo cambiadas, las pocas mujeres que todavía no lo estaban.

Terror y humor irreverente y negro se dan la mano en esta entretenida película basada en una novela de Ira Levin (ideada en principio como obra de teatro) que pese a las casi 2 horas que dura, mantiene el interés y el suspense durante todo su metraje, en base a esa magnífica atmosfera inquietante que va in crescendo hasta su excelente, terrorífico y vacilón final.


Con respecto a esto, no hay más que ver lo penoso, en comparación al original, del pueril y graciosete remake de esta película en 2004 con Nicole Kidman.
 
"Las esposas de Stepford" se apoya en una combinación de varios géneros: suspense, en algunos momentos se convierte en una comedia ácida, y finalmente se podría describir también, como una película de terror.

Son interesantes las dobles lecturas que se pueden ir haciendo de ella sobre todo en lo referente a una cierta crítica social.

Un film algo añejo y no demasiado bien tratado por el tiempo, principalmente por plegarse excesivamente a las modas estéticas de la época (fea fotografía filtrada, “zooms” más allá de lo recomendable, etc...) y por una indefinición tonal que no siempre funciona.

Se mueve con acierto intermitente entre la sátira social, la paranoia femenina y la ciencia-ficción posibilista con aciertos parciales en todos los campos pero sin lograr un conjunto verdaderamente sólido y coherente. Una película que se deja ver y que contiene un cierre verdaderamente sensacional, pero está por debajo de su culto.



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Apocalypse Now (1979) : Wagner, Surfing, Vietnam y el Horror.



El padre de "El Padrino" acometió la labor de adaptar la novela de Joseph Conrad "El corazón de las tinieblas", tomándose la libertad de trasladar la acción desde los tiempos del colonialismo africano hasta una guerra de Vietnam empapada en el delirio.

El capitán Willard (Martin Sheen), oficial del servicio de inteligencia del ejercito de los EE.UU, debe acometer la misión de internarse en la selva camboyana y poner fin al atroz bastión instalado por el coronel Kurtz (Marlon Brando).

Éste, es un coronel de EE.UU. renegado y loco que se ha vuelto peligroso para el ejército y que se ha erigido en dios viviente y supremo gobernador de la tribu de los Montagnard. Al internarse en el conflicto, el Capitán Willard, se cuestiona el objetivo de su misión, planteando el sentido de la guerra, y a través de él Coppola nos da su visión de la misma.

Ya de por sí, Willard está muy tocado con las vivencias de la guerra, e intenta ahogar sus pesadillas con pastillas de LSD. 
Mientras sigue el curso del río Nung en un bote patrulla de la marina, cada paso que dan, cada árbol que dejan atrás, supone un paso adelante en la locura de los soldados. 
 
Cada uno sufre por diversos motivos, todos pasan por su guerra particular y tienen fuera otra, por lo que el agotamiento mental es más que obvio.

Martin Sheen encabeza un reparto plagado de caras conocidas y actuaciones notables (Robert Duvall, Lawrence Fishburne, Dennis Hopper, Harrison Ford). La magistral interpretación de Marlon Brando le da un tono especial a su personaje el Coronel Kurtz. Su interpretación corta pero intensa, actúa como gran final para la película.

Metáfora del horror, en el marco de la guerra de Vietnam, rodeado de una bizarra constelación de cadáveres que cuelgan en las profundidades de la jungla camboyana, Biblia en mano y recitando versículos terribles del Apocalipsis, Kurtz se ha erigido en autoridad omnímoda.
El horror de la guerra, el dolor, el sufrimiento que evoca esta película, son partícipes de esta historia, en su transcurrir, junto a sus protagonistas.

La fotografía es sin duda lo mejor de esta obra maestra. Espectaculares tomas aéreas, contraluces magistrales, preciosos paisajes que contrastan con las imágenes bélicas y los primeros planos de los rostros sudorosos de los soldados, representando el miedo y el calor sofocante de una forma grandiosa.

Inolvidable es la escena dónde los helicópteros avanzan al compás del tema ‘The Ride of the Valkyries’ de R. Wagner, así como fascinantes son las imágenes iniciales, con el apocalíptico tema ‘The End’ del grupo The Doors. 

¿Quién puede olvidar la introducción del film, con el capitán Willard teniendo un impresionante ataque de locura, la excelente interpretación de Robert Duvall ordenando a sus hombres que hagan surf en medio de una batalla o las esquizofrenias interiores a las que cada personaje debe enfrentarse, normalmente cediendo ante ellas?

Se me antoja un tanto largo en alguna de sus partes, pero creo que entiendo el motivo que se intuye tras esa decisión: el horror sobreviene por saturación, es necesario que nuestro estado de ánimo se encuentre al límite para asimilar de forma completa toda la extensión de la palabra.

Sí, me ha resultado algo pesada y con demasiados monólogos tediosos, pero he de reconocer que el señor Coppola ha tenido un gran trabajo detrás y que ha conseguido sacar algo que, desde el principio, parecía destinado al fracaso.

Éste alegato antibelicista de Coppola nos muestra el nihilismo mas absoluto del ser humano ante situaciones que le superan, física y emocionalmente; crítica devastadora planteada desde una intimista y personal concepción de la guerra, incomprensible solución a los problemas de una nación, generadores de otros mucho mas graves y prolongados. Refleja gran parte de la realidad de la guerra, que acaba por volver loco a todo el mundo. 




 

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Alguien voló sobre el nido del cuco (1975): La Locura del más Cuerdo.



Para mí, es la película más profunda sobre el derecho a ser diferente. Basada en la novela de Ken Kesey, creada como crítica a una sociedad en el apogeo de su desarrollo y de su bienestar, que metía debajo de la alfombra a todos aquellos que no se adaptaban a las doctrinas bienpensantes que imperaban.

Una sociedad en el fondo hipócrita y enferma donde todo era pecado o delito (o las dos cosas), donde en pro de la moralidad se toleraban y toleran inadmisibles intrusiones en la libertad de los individuos.

Randle McMurphy (Jack Nicholson), un estafador de espíritu libre, desde mi punto de vista es la representación de todos aquellos quienes queremos vivir, seguir nuestros sueños a nuestra forma, claro está, sin hacer daño a nadie, sólo vivir como queremos y no apegarnos al común.

Randle se hace pasar por loco para evitar la cárcel, por lo que es trasladado a un hospital psiquiátrico. Allí conoce a los demás internos y futuros compañeros de travesuras, y a la fría y reprimida enfermera Ratched.

Desde mi punto de vista, éste personaje es la representación de una parte de la sociedad, la cual nos quiere cohibir y solamente por no estar de acuerdo con los estándares o por no querer vivir así como esta lo exige, ya sea por mediocridad o simplemente por el miedo a vivir.
Su actitud déspota incitará con más fuerza a McMurphy para rebelarse ante las leyes y las reglas del psiquiátrico.

Éste, trata a los enfermos con una naturalidad que les hace responder mejor que con las charlas absurdas de la enfermera. Un homenaje al compañerismo ante el represor, ya que representa la justicia que necesitan esos enfermos mentales.

Consigue hacer de la vida sumisa de estas personas, otra vida totalmente diferente. Una en la que pueden elegir y decidir sus actos, consiguiendo así un poco más de felicidad.

Lo mejor de "Alguien voló sobre el nido del cuco" son las interpretaciones y la dirección. Dos grandísimas bazas para una película, sin duda. Interpretaciones no sólo por parte de Nicholson (que, por cierto, en ningún momento hace de loco...), sino de todo el elenco.

Todos – independiente de sus minutos o segundos – logran llenar de significado cada personaje atestiguando sus distintivas evoluciones sin que desmadre la precaria estabilidad que cada uno debe mostrar.

Lo malo es la lentitud extrema de algunos momentos de la película y que esperas a que "pase algo" que al final termina no pasando. Además, personalmente no me gustó el final.
  
El problema puede que sea, precisamente, la historia que nos cuenta. Hay algo en el transfondo, en el mensaje, algo en el propio McMurphy, que no consigue ser redondo, que no llega a lo profundo.
El conflicto entre libertad/ autoridad, ¿es el adecuado?; creo que se trata más bien de preguntarse ante qué me rebelo, ante qué protesto, ante qué lucho y por qué, algo que ni siquiera se plantea en la película.

En general no es una película que se pueda recomendar a cualquiera y desde luego no es fácil de ver, pero merece la pena por ver el gran trabajo de estos actores. Nos hace reflexionar acerca de la fuerza y la libertad del ser humano.

Y es que a veces no es que estemos locos, es que no somos lo suficientemente valientes para olvidarnos de los prejuicios y dejarnos llevar por aquello que realmente sentimos.



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