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Yellow Submarine (1968): Psicodelia Animada


Una experiencia realmente única. Quizás como película no sea una joya, pero como testamento sobre los ideales de la época no tiene precio. 

Más que como una película, hay que verla como un viaje, a través de la psicodelia propia de finales de los años 60: su música, su estética pop o la sociedad y la cultura del momento (la anglosajona, al menos). Todo ello a través de unos Beatles en versión animada, en el momento de mayor auge de este mítico grupo musical.
Pepperland es un alegre paraíso musical bajo el mar, protegida por la Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, el cual cae bajo un ataque sorpresivo por los Blue Meanies, quienes odian la música. 

Su ataque se basa en encerrar a la banda en una burbuja, paralizar a los ciudadanos y convertirlo todo en color azul.

El anciano alcalde de Pepperland, envía al Joven Fred en un abandonado submarino amarillo para buscar ayuda. Fred llega a Liverpool, donde sigue al deprimido y cabizbajo Ringo y lo persuade para que lo ayude. Ringo procede a reunir a sus amigos John, George, y finalmente Paul. Los cinco viajeros parten a Pepperland en el submarino amarillo, pasando a través de diferentes mares
La historia nos presenta un mundo de fantasía que no tiene ni pies ni cabeza, donde vemos situaciones e imágenes realmente creativas. 

Todo ello, representado por una estética surrealista que ha pasado a la historia: animación tradicional, figuras recortadas, imágenes reales mezcladas con dibujos...

El guión es bastante simplón y hasta infantil, los diálogos... bueno, los diálogos... La animación tampoco es nada del otro mundo, pero es de esas películas que te enganchan, a pesar de lo extraña que pueda resultar.

Tiene ideas muy curiosas, como la de que todos tengamos un doble en alguna parte del mundo, o la existencia de un país perfecto, donde todo es felicidad, música, y cultura... un país maravillosamente utópico...


Además, a lo largo de todo el film se incorporan mensajes políticos para el que quiera verlos, e imágenes claramente inspiradas por el LSD.

Sin embargo, como todo buen cine musical que se precie, trasciende más allá de su peculiar (y muy lograda) estética, y tiene un estilo desenfadado, alegre y despreocupado. 
Y, por supuesto, la música es la verdadera protagonista, ya que es el hilo conductor de la historia.
Como curiosidad, decir que los propios Beatles no estaban muy entusiasmados en participar en una película animada. Pero al oír las voces de ellos imitadas por otros actores para la película, aceptaron hacer un cameo al final.
El submarino amarillo no envejece, posee esa virtud, un claro ejemplo de que los Beatles son eternos y geniales, ¿qué le vamos a hacer? Es arriesgada, incluso ahora, ya lo fue además en su época. No hagas por entenderla, simplemente déjate llevar por las canciones.

Luego, tras verla, aunque no tengas mucho en que pensar sobre la película; lo más curioso es que te embarga una agradable y extraña sensación de paz.



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