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El Apartamento (1960): Tragicomedia como la vida misma



La comedia romántica es un género denostado, de ñoñas intenciones, argumentos trillados y acabados previsibles. Lo son por norma general, aunque lo cierto es que siempre existen excepciones, historias que se salen de la norma o clásicos que han creado escuela. En esta última clasificación encajaría “El apartamento”. 

Tal vez vista hoy día haya perdido frescura u originalidad (las copias están a la orden del día, cuando una idea funciona siempre se quiere exprimir al máximo), pero su encanto sigue estando fuera de cualquier duda.

Es una brillante sátira social que rompe en pedazos el ideal estadounidense, quizá con algo de sutileza (no es tan cruda como otras películas como "El Gran Carnaval", ni mucho menos).

C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un tímido e inseguro oficinista. En cierta ocasión por una urgencia, prestó las llaves de su apartamento a un compañero de trabajo, para un ligue de una noche.

A raíz de ahí, se corrió la voz en la empresa en la cual trabaja y esto conllevó a muchos altos cargos interesados en ese " famoso apartamento". 

Poco a poco, para conservar su puesto de trabajo, y con la ilusión de ascender y contentar a sus jefes, cede ante sus chantajes, para que éstos utilicen el hogar de este súbdito como picadero. 
Es triste ver, como sus aspiraciones laborales no dependen de sus aptitudes, sino de las veces que preste sus llaves.

Ahora es cuando aparece la guapísima y encantadora Frank Kubelik, ( Shirley MacLaine ), la ascensorista del edificio, la cual tiene un idilio con el gran jefazo (Fred MacMurray), el cual se dedica a coleccionar amantes y a contarles la misma mentira a todas, que dejará a su mujer, que el divorcio está en marcha... y al final nada de nada. 

Es aquí donde entra la única posibilidad de Baxter de no sólo cambiar, sino de conseguir también el amor de Frank.


La historia es simple, aunque a la vez estrambótica incluso para sí misma; los protagonistas tontorrones, el tono de un machismo y de un clasismo tremebundos. 

Tiene sus momentos de bajón y sus momentos de ternura, pero la veo una y otra vez y no me aburre, ya que resulta una historia bastante entretenida. 

Con respecto a los protagonistas, Jack Lemmon es un poema en constante transformación y Shirley MacLaine está encantadora en su fragilidad. Aparte de la historieta de amor con final feliz, hay todo un cúmulo de detalles que marcan la diferencia.

Porque a medida que avanza el film, te vas dando cuenta de lo triste que es la vida, cuando no eres tú mismo el que llevas el control de ella, sino que depende de los demás. Sí, subes en la empresa, pero como dijo el jefe: " Lo que has ganado en dos meses, lo puedes perder en un segundo".

Una película ordenada pero loca, simpática pero cínica, amable pero amarga y, sobretodo, trágica pero muy divertida.

Da igual quién seas y cómo seas, da igual si eres un triunfador o un perdedor; mientras estés viendo esta cinta, serás C.C. Baxter. Porque esa es la esencia de "El Apartamento".




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