Los
niños por lo general son inocentes y no conocen la maldad (si no se
les enseña la maldad, eso es evidente), pero sin embargo los adultos
ya sea por política o por intereses económicos poco les importa que
mueran niños.
Pero
la ironía es que a ninguna persona por voluntad propia se le ocurre
matar a un niño; y en esta película los niños toman su venganza.
En
un país con un cine tan desfasado y de poca calidad como el que se
fabricaba por aquellos años en territorio nacional; sorprende
encontrarse con una película tan atípica para la época como hoy en
día.
La
película propone al espectador una reflexión sobre la crueldad de
la guerra y sus efectos devastadores en personas y, de modo
especialmente grave, en los niños.

Se
ofrecen imágenes del Holocausto nazi y de las guerras de Corea,
Vietnam y Biafra, extraídas de reportajes y noticiarios filmados de
época.
Tras
este prólogo, la acción dramática se desarrolla a lo largo de los
días de vacaciones estivales de una joven pareja británica, Tom
(Lewis Fiander) y Evelyn (Prunella Ransome), en la población costera
imaginaria de Benavís, en el Levante español.
Benavís
resulta muy bulliciosa, por lo que alquilan una barca y van a la isla
Almanzora, isla mediterránea de ficción situada a unas 20 millas de
la costa. Tom conoce la isla porque estuvo allí cuando era niño.
Pero
algo extraño ocurre; demasiado silencio, todo desierto. Sólo se ven
niños y no hay ni rastro de los adultos. Y es que los niños de
Almanzora, han desarrollado una reacción instintiva de rebelión y
matanza contra los mayores. Lo terrible es que juegan y ríen como
niños que son.

Y ese
recurso es lo que nos descoloca, independientemente de que jueguen
con la vida de los adultos.
Chicho
realmente entiende y disfruta con el cine de terror, porque con muy
pocos medios y actores desconocidos, construyó una película tan
curiosa como desasosegante e incómoda.
Pero
sería muy injusto no reconocerle sus méritos, y fijarse sólo en
los fallos; que por causas diversas se asoman a ratitos breves
(pareja protagonista sin mucha carisma y con algunas reacciones
inverosímiles), y no desmerecen el conjunto de ninguna de las
maneras.
De hecho se la puede tildar de híbrido de “El Pueblo De Los
Malditos” y “Los Pájaros”, pero en este país de pandereta y
cantaoras, se agradece una película con estas agallas, crudeza y
oscuridad.
Además,
tampoco vamos a negar las influencias tan claras de este film, en la
historia de Stephen King y posterior película "Los chicos del
maíz",
A
veces me pregunto lo que hubiera sido esta película
internacionalmente, si el Sr. Ibáñez Serrador hubiera contado con
unos duros más en su bolsillo y alguna que otra cara conocida entre
los actores.
El
tema de los niños, es recurrente en el cine de terror, pero no he
visto a nadie ni acercarse a lo que Chicho logró. Sin cementerios,
sin apariciones, sin noches oscuras, muy lejos de clichés.
Nadie
siente la muerte de un ser monstruoso, un horrible alienígena o un
desagradable zombie, pero ¿Qué ocurriría si esos monstruos son
aparentemente un grupo de inocentes niños que solo quieren jugar?
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