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Trainspotting (1996): Sexo, Drogas y Realidad



Mark Renton, un joven escocés, y sus amigos son adictos a la heroína, lo que significa que viven fuera de la realidad, en un mundo aparte. 

Dentro del grupo hay un psicópata alcohólico y violento, un joven desesperado, un mujeriego con un conocimiento enciclopédico sobre Sean Connery y un entusiasta de las caminatas y de Iggy Pop.

Película británica, basada en la novela de Irvine Welsh, que trata un tema sumamente triste, profundo y humano con constantes dotes de humor; lo que supone la mezcla perfecta.

Estamos ante la visión gamberra de la vida de 4 amigos drogadictos y delincuentes, de los suburbios ingleses.

Trainspotting significa, en inglés, ver pasar a los trenes, pero también es una denominación vulgar a una forma de inyectarse heroína. 

Pero Mark y compañía hacen mucho más que eso. Sobreviven. Malviven. Viven, si a eso se le puede llamar vivir. Emocionan. Repugnan.

La película es una crítica a unas generaciones occidentales de final del siglo XX y comienzos del XXI, que lo tienen todo en comparación con sus padres, pero no son ni la mitad de felices que lo fueron ellos. 

Como alternativa, se nos ofrece la droga, pero no ella en si misma, si no toda la carencia de responsabilidad social que la rodea. 

Por ello la droga aquí es una metáfora, como válvula de escape a la sociedad que se nos ha impuesto.

El personaje protagonista es un joven que quiere desmarcase de ese camino que siguen todas las personas. Él tiene claro que la sociedad se mueve por patrones, y salvando las diferencias culturales, todo el mundo acaba haciendo lo mismo.

Y eso que hacen es vivir (estudiar, tener pareja, comprarse una vivienda, comprar cosas para la casa, casarse, tener hijos, tener perro, tener un seguro, tener un trabajo...). Esa vida que todo el mundo tiene de un modo u otro él no la quiere; así que elige no vivir y decantarse por la heroína.

No cabe duda de que Trainspotting es una película sorprendente, para bien o para mal. Su principal fuerza es que no deja indiferente a nadie gracias a un par de escenas, por lo grotescas que resultan o lo verdaderamente sobrecogedoras que son, que lo convierten en un film llamativo.

Ewan McGregor interpreta el que siempre será el papel de su vida. 
Ayudado por un trabajo de caracterización brillante, el actor escocés consigue dar vida a su personaje, y robársela cuando es necesario.

El grupo de sus amigos está compuesto por un Robert Carlyle brillante, que nos hace odiar con fuerza a su personaje, un Jonny Lee Miller, sensacional con un personaje con un nivel de diálogos basados en la cultura pop.

Finalmente tenemos a un Ewen Bremner realmente metido en su personaje y un Kevin McKidd que lidia bien con la transformación de su personaje.

En segundo plano, destacar el trabajo de Peter Mullan y de Kelly McDonald, así como el cameo de Irvine Welsh (escritor de la novela que da origen a la película).

Es una gran película que cuenta una historia sobre las diferentes realidades, la realidad del protagonista enganchado al caballo no es la misma que la de la sociedad que le rodea, lo que hace que te cuestiones, ¿cuál es la verdadera realidad?.

O mejor dicho ¿cuál es la mejor realidad a la que atenerse?, aquella llena de preocupaciones o aquella con una sola preocupación, la realidad es la que uno mismo se forja. 








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