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Buscando a Susan Desesperadamente (1985): Mujeres grunges al poder



Roberta es una joven ama de casa burguesa que compensa la falta de emociones en su vida inventando fantasías a partir de los anuncios por palabras del periódico. El texto de uno de ellos, buscando a Susan desesperadamente, le llama la atención hasta el punto de acudir al lugar en que su autor ha convocado la cita para conocer, aunque sea de lejos, a Susan y a quien la busca.

Fascinada por la apariencia y el modo libre de vivir de Susan, una buscavidas, Roberta empieza a seguirla y vestirse como ella; la joven vagabunda pasa a ser su modelo; aunque no se atreve a imitar su estilo de vida.
Cuando un golpe accidental en la cabeza la deja amnésica, Roberta es tomada por Susan y asimila su identidad y su modo de vida.

La película adopta la estructura de una comedia romántica de enredo respetando la forma pero subvirtiendo el contenido del género.

En el cine clásico, la pareja burguesa y el matrimonio son presentados como los objetivos buscados por la protagonista femenina, cosa que aquí no ocurre.


Roberta parte de esa situación para buscar una liberación personal y sexual que la llevará a encontrar el amor pero sólo tras divorciarse y romper con la estabilidad y la seguridad que, según los cánones sexistas del cine romántico, son el sueño de toda mujer.

Taquilla y Madonna aparte, hay que reconocer que la directora Susan Seidelman, supo captar bien la imagen de la mujer que, estaba comenzando a ser más dueña de si.

La película se impregna del hedonismo y la jovialidad de la new wave de moda en la época y, lejos de presentar a las mujeres como víctimas, las muestra muy capaces de tomar las riendas de su destino e incluso de cambiarlo.

Susan, la devoradora de hombres que lleva una vida disipada y es tan experta en meterse en líos como en salir hábilmente de ellos, se presenta como un modelo a seguir en contra de los roles habituales en el cine de género, que sólo toleran ese comportamiento en los varones.

La época del feminismo radical ya ha pasado y se nota la tendencia al individualismo de los años 80: la transformación de Roberta está en manos de ella misma: en lugar de esperar que llegue la gran revolución, mejor que cada uno emprenda su propia pequeña revolución personal.

Aunque estamos ante una comedia, es más una realidad social, aderezada con unos toques graciosos que, aunque a veces simplistas, nos contagian de un humor muy norteamericano y ácido.





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Rocky (1976): El Triunfo de la Voluntad




Rocky Balboa es un boxeador de poca monta que se gana la vida más como matón que como púgil. Está enamorado de una tímida dependienta de barrio a la que invita a salir sin éxito. Pero su tesón y buen corazón acaban por convencerla para aceptar su invitación de ir a patinar.

Un buen día Rocky tiene un golpe de suerte cuando un promotor de boxeo le ofrece la posibilidad de pelear por el título con el campeón del mundo Apollo Creed.

Creed ha decidido dar una oportunidad a un boxeador de segunda fila para tener un combate fácil que le permita lucirse y promocionarse. Rocky acepta el reto y se pone en forma con la supervisión de un veterano entrenador que ve en él aptitudes para ser un campeón.

Creo que lo que una película hace que sea grande es su capacidad de emocionar, y yo diría que nadie puede poner en duda que esta película lo consigue.

Lo que pienso es que la gente tiene prejuicios, y si es cierto que Stallone se ha dedicado posteriormente a buscar taquillazas con cosas, que podíamos decir que sonrojan, no se le puede quitar méritos a esta película.

En una sociedad cada vez más vendida Stallone (en el mejor papel de su vida), nos mostró un personaje puro, surgido desde abajo, valorando sus principios y su moral, y ensalzando la amistad y el amor, a pesar de que muchas de esas personas en los momentos malos le diesen la espalda.

Además, lo hace inmiscuyéndose en un mundo que el conoce bien, el del boxeo, donde las grandezas y las miserias de los poblados marginales salen a relucir mejor que en cualquier otro sitio, y como telón de fondo Philadelphia, el mejor escenario posible.

Unas muy notables interpretaciones, Burgess Meredith en el papel de Mickey da una lección de actuación, y tanto Burt Young (Paulie) como Talia Shire (Adrian) están fantásticos en su papel del borracho cascarrabias y mujer tímida que espera una vida mejor.

El propio Stallone está muy bien reflejando a ese "gran" perdedor que es Rocky.

Me gusta porque se desarrolla en el mundo real; la vida es así, la gente es aprovechada. Al final la vida no tiene por qué ser justa, pero las oportunidades llegan y hay que saber aprovecharlas.

Me gusta porque pocos finales me ponen más los pelos de punta. Además, la música acompaña a toda la película resaltando los momentos que, hoy en día, son ya míticos en el cine.

Rocky contiene una de las escenas más sobrecogedoras de la historia, y es esa en la que Balboa corre sin parar al son de "Gonna Fly Now" y acaba dando saltos de alegría alzando los brazos sabiendo que está triunfando en la vida.

Tan importante como la película en sí, es lo que simboliza: la lucha de un hombre, que sólo lucha por conseguir lo que quiere en esta vida.



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El Resplandor (1980): La soledad como germen del miedo y la locura


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Muy criticada en su estreno, es de las obras de terror que se ha ído revalorizado con el tiempo; sin necesidad de escenas desagradables, ni monstruos salidos de un desfile de Carnaval, ni tan siquiera con la oscuridad.
Desde un principio, Stanley Kubrick nos presenta una película de terror sobrenatural, que se va transformando en una especie de película de suspense psicológico.

El resplandor” está basada en la novela de Stephen King. La historia se centra en Jack Torrance, un escritor que acepta trabajar en el mantenimiento de un hotel en Colorado durante el invierno. En esa época, el hotel queda aislado por la nieve y nadie va allí.

Jack irá al hotel con su mujer Wendy (Shelley Duvall) y su hijo Danny, donde espera disfrutar de una tranquilidad que le permita escribir una novela. Pero alli ocurren una serie de fenómenos paranormales que afectarán a la familia, y principalmente a Jack, quien irá perdiendo la razón.

Su hijo, además, tiene un extraño sentido premonitorio que le hace ver cosas que ya pasaron o que pasarán. El jefe de cocina del hotel también tiene esa habilidad y la llama el resplandor.

Quizá Kubrick debió ser un poco mas claro con el planteamiento de la historia y la esquizofrenia del personaje de Jack. Aunque sí se sabe que son las fuerzas sobrenaturales y los fantasmas del hotel, los que se apoderan de él.

Su cuestionado reparto se muestra, pasados los años, como uno de sus mayores aciertos, al menos para mí. Quién mejor que el excéntrico y colosal Jack Nicholson, para dar vida al desquiciado Torrance.

Quién mejor que la lánguida Shelley Duvall para encarnar a la insípida y alelada esposa de éste. Y quién mejor que Danny Lloyd para recrear al niño visionario e inquietante, con su mirada perdida y su expresión inane.

Lo mejor y lo peor de las películas de Kubrick es su inconfundible sello personal. Pretencioso y grandilocuente, para qué negarlo; pero a menudo efectivo. Fascina o repele a partes iguales.

Sin ser un fan de Kubrick, hay que reconocer que no deja indiferente, sobre todo gracias a su inquietante banda sonora. 

Aunque la película tiene sus fallos, ya que el ritmo es lento y la historia no la demasiado terrorífica, a excepción de escenas concretas.

Como principal error garrafal (que personalmente lamento mucho como gran defensor del doblaje que soy), es que el doblaje de “El Resplandor” es inadecuado, ya que las voces y los labios de los actores están descoordinados, además de no ser las adecuadas para los personajes protagonistas.

Al parecer, la adaptación del escrito de King es tan libre que apenas respeta la idea literaria, lo que en su momento irritó al escritor. Qué más da. Al fin y al cabo, qué sentido tiene trasladar plano a plano algo que cada uno puede recrear en su mente, mientras leemos unas páginas.

Eso sí, es posible que algunos detalles de la película no se aprecien o no se comprendan, si no se conoce la novela previamente. Además hay que creerse el ambiente que respira la película, porque puede que de lo contrario, no enganche al verla.

El Resplandor” además de no recurrir al susto facilón, atesora una calidad visual, un nervio, una tensión, una incertidumbre y una capacidad de infundir miedo que pocas veces se han visto en el cine. 


 

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Excalibur (1981): La Leyenda Medieval hecha Cine



Quizá sea la leyenda artúrica la más mágica y evocadora de todas las leyendas. Realmente quien no conozca mucho de la leyenda de Arturo tiene en esta película una buena base para empezar.

En los bosques que rodean el castillo de Tintagel, Uther Pendragon, tras una larga y cruenta guerra, le ruega a Merlín que le haga propicia la seducción de la novia de su nuevo aliado, el Duque de Cronwall, Merlín accede a sus deseos, pero con la condición de que el fruto de su lujuria sea para él.

Esa misma noche, Arturo es concebido y, dieciocho años después, los nobles de un reino cuyo trono está vacío compiten para hacerse con el derecho de liberar la espada encantada, llamada Excalibur, de la piedra en la que fue incrustada al morir Uther.

El director John Boorman, decidió dejar a un lado cualquier apunte histórico (como cualquier referencia cristiana) para centrarse en la historia mítica, el hombre como un ser a caballo entre la esperanza y la desesperación.
  
Y es que el mito artúrico es tratado casi como un western crepuscular: asistimos a los orígenes, auge y decadencia del Rey Arturo y sus caballeros, en dos partes bien diferenciadas (aventurera, luminosa y romántica la primera; oscura, sucia y sangrienta la segunda) y con Merlin como eje central.

Rodada en Irlanda, tiene gran sentido visual y un buen uso de los espacios naturales…pero por otro lado también la película tiene un nulo ritmo; ya que llega a ser lento en exceso y algo tedioso. Además de carecer de una emotividad que la hace resultar demasiado fría a nivel general.

De hecho en su intento de concentrar el mito artúrico entero en poco mas de dos horas, asistimos mas a una sucesión de episodios donde la historia se detiene en un momento o salta varios años hacia delante de forma abrupta y confusa.

Boorman sabe combinar elementos reales e irreales (mágicos en este caso), imponiendo una lógica y verosimilitud interna, y la fuerza necesaria para que todo eso nos llegue. Esa es la principal virtud de la película.

No es una historia de aventuras, princesas y héroes, sino la edad media en esencia: pobreza, poder, oscuridad cotidiana. Pero al mismo tiempo es un cuento de hadas (y demonios).

La Edad Media llena de calamidades y sufrimientos, peleas entre caballeros por el control de la tierra y el poder. La búsqueda de la gloria que sólo a través de una lucha encarnizada se puede lograr.

Las armaduras pesan, la batalla agota, y los caballeros se cansan, no como en esas películas en las que el héroe ase la espada con una mano como si fuera de cartón-piedra.

Hay que mencionar la banda sonora, donde escuchamos a Wagner y Carl Orff, entre otros. Parece que esas partituras se escribieran a propósito para la película.

Las notables interpretaciones de casi todos (en ese tiempo jóvenes actores como Helen Mirren o Liam Neeson), dieron el toque adicional a la magia lírica que significa la leyenda de la espada y su rey

Los espectadores actuales podremos descubrir las peripecias de unos caballeros que, como Lancelot del Lago, campaban en una época en la que aún se temía a los dragones, sin olvidarse en ningún momento de vivir bajo las banderas del honor y de la verdad.





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Dentro Del Laberinto (1986): Danza Mágica




Me encanta esta película. Debí verla por primera vez a los ocho o nueve años más o menos, y después la he vuelto a ver varias veces; recordando las sensaciones que me provocaban esas imágenes surrealistas y llenas de imaginación, y la música, que me suena tan bien como entonces.

Hay que tener muy claro que es una película infantil y por lo tanto una vez adulto su visionado puede perder enteros, pero la película sigue siendo la misma. Simplemente ya hemos perdido la inocencia y ya no es lo mismo ver una película infantil, todo demasiado inocente y obvio para nuestras corrompidas mentes.

Sara es una niña soñadora y caprichosa que no soporta tener que cuidar de su hermano pequeño una noche que sus padres se van de casa.

Harta de los lloros del pequeño repite un inocente conjuro de cuento de hadas para que el rey de los goblins (peculiares seres que habitan las fantásticas historias de los libros que lee) se lo lleve a su castillo.

Por desgracia para ella, lo que parecía pertenecer al mundo de la fantasía, terminó perteneciendo al mundo real y dicho Rey (David Bowie) se lleva a su hermano.

La joven tendrá unas pocas horas para poder rescatarlo del castillo del rey, para ello tendrá que atravesar un peligroso laberinto. Durante el camino, conocerá a numerosas criaturas que la ayudarán o le impedirán continuar su viaje.

Destacaría el personaje de Jareth (David Bowie) como un malvado elegante, seductor y con un fondo no tan malo, además de la presencia de Jennifer Connelly en uno de sus primeros papeles. A pesar de su juventud ya demostraba tener un talento especial bordando su papel de joven fantasiosa e ingenua.

Jim Henson, conocido por ser el creador de los teleñecos, juntó a esta joven estrella emergente con una estrella del pop-rock, para contarnos una entrañable historia que usa el laberinto como un mcguffin para hablarnos de la amistad y la responsabilidad.

La protagonista no está adaptada al mundo real en que vive, y se refugia en las fantasías de los libros (como tantos de nosotros) ingresando así en mundos inverosímiles y fantásticos.

La pelicula pertenece a un género que murió según se alzó protagonista el hacer digital, ese que ahorró quebraderos de cabeza e ingenio y sumó la fría e inhumana mano del ordenador.

El cine de antes murió con el final de la década reina del Pop-Rock (esa de la que David Bowie era uno de sus mitos), cuando el ingenio y no el dinero valían para hacer una película maravillosa; cuando una película se hacía por arte y no por los beneficios.

A su favor, el decidirse por un estilo onírico en lo narrativo y estético. La animación es totalmente artesanal: maquillaje, marionetas, pero sobre todo mucha imaginación.

Siguiendo con la música, la elección de David Bowie es más que acertada. Además de darle publicidad a la película, su estilo extravagante, tanto en su música como en su persona, pegan bastante. Incluso disimula bastante bien sus carencias como actor.

No se olvidan estas mágicas aventuras. Esas aventuras que te enamoran siendo niño y que nunca te sueltan, que vivías pegado al televisor ensimismado y que ahora son pura nostalgia. En realidad este mundo ficticio no dista mucho del real en el que nos encontramos los adultos; un mundo en el que cuesta distinguir quién es el verdadero amigo y quién intenta engañarnos.

La moraleja es simple pero convincente, el valor de la amistad, un concepto universal que no conoce épocas ni países.



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El Club de los Cinco (1985): ¿Qué fue de nuestra alma adolescente?





Y que haya quien diga que la adolescencia es la peor etapa de la vida... ¡Inconcebible! Cuando acaba el instituto ya nada es igual, ni la amistad, ni las pasiones, ni el idealismo, ni las letras de las canciones...

Una grandísima sorpresa para mí fue descubrir esta película. Es tan curioso ver cuántas películas de adolescentes hay que salieron después de esta y ninguna ha logrado llegar a un realismo tan grande como lo ha logrado esta. 
Ya que cada personaje se hace identificable con alguien del mundo que nos rodea y quizá, hasta identificable con uno mismo.

No importa tu ropa, tu clase social, que música escuchas, que libros leíste. La mente del adolescente no tiene límites, por más que este se encuentre encerrado entre 4 paredes.

5 chicos son castigados un sábado en un instituto. Son totalmente diferentes entre sí: la chica mona, el deportista, el empollón, la rara y el típico chulo (marginado). 


Allí les aguarda el director del instituto. ¿La tarea? Escribir un ensayo de unas mil palabras en el que cada uno explique como se ve a sí mismo, cuales son sus expectativas para el futuro. 

Pronto descubriremos, que no será fácil escribir tan complicada tarea. A medida que el metraje de la película va avanzando, se nos retrata las vidas de cada uno de ellos, con sus alegrías y también con sus fracasos en el día a día.

La posibilidad de que se lleven bien en sus ocho horas de castigo parece prácticamente nula. Y sin embargo, después de mucho discutir, pelearse y hablar (de sexo, de sus propias vidas, de lo que les ha llevado hasta donde están), se encuentran mucho más unidos de lo que estarían a cualquiera de sus “amigos” convencionales. Pero sin embargo, el castigo se acaba, todos salen de la biblioteca… y nadie sabe qué ocurrirá el lunes.

En este film en particular, el director John Hughes va más allá, y plantea algo más interesante que de costumbre, como abordar temas tan universales como la aceptación en un determinado grupo social, la familia, el sexo, el fracaso académico y sobre todo la doble moral estadounidense.


Otro de los aciertos de la película es, sin duda, su reparto. Parece que cada actor ha nacido para interpretar su respectivo papel.

Puede caerse en la tentación de confundirla con la gran cantidad de mamarrachadas que se hicieron en su momento y que se hacen ahora en el ámbito de la comedia adolescente, pero no me parece justo. Por supuesto, no es Hamlet, ni es esperable que marque la vida de nadie, pero es una película mítica para mucha gente.

Además que el paso de los años no la ha envejecido, excepto el vestuario y la música de Wang Chung el resto es universal. Siempre habrá empollones, deportistas, marginados y bichos raros. 

Tal vez el filme parta del estereotipo y juegue con ello, pero su (loable) intención es demostrar que los estereotipos no son la realidad. El bedel no es ese tío imbécil que tú crees. El marginado tiene un lado sociable y el sociable tiene un lado oscuro.

Es una película hermosa, por optimista y vitalista. Una de las mejores comedias de adolescentes y con una canción, “Don´t you (forget about me)”, de Simple Minds, que se convirtió en uno de los temas más exitosos de la década de los ochenta y todo un himno generacional.

Sobre el guión se puede decir que está muy bien, pero cae un poco en posiciones muy radicales, muy estrictas o muy liberales sin términos medios. 


A mí me gustaría saber, por esa curiosidad que despiertan las buenas películas, cuantos de los jóvenes espectadores de esa época, hoy convertidos en padres cuarentones, se quejan habitualmente acerca de lo corrompida que se encuentra la juventud de ahora en contraposición a lo que ellos experimentaron como adolescentes.

Esto es porque pronto se olvidan los mensajes, porque pronto se olvida que los jóvenes actuales no son tan diferentes a los de otras generaciones, porque en realidad son los adultos los que han sufrido los cambios.





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