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Philadelphia (1993): El amor en tiempos de Sida



Película inspirada en la historia de Geoffrey Bowers, un abogado que en 1987 demandó a la firma Baker & McKenzie por despido injustificado en uno de los primeros casos de discriminación por la enfermedad del SIDA.

Andrew Beckett (Tom Hanks) es, además de un competente abogado, un homosexual seropositivo. Por ese motivo, se verá despedido de la importante firma de abogados homófobos y prejuiciosos en la que trabajaba. 


Con su enfermedad ya avanzada, luchará por sus derechos ayudado por el único abogado que aceptó su caso, curiosamente otro homófobo: Joe Miller (Denzel Washington).


La verdad es que la crítica no alabó mucho esta película en su momento, sus alabanzas iban hacia Tom Hanks y la banda sonora solamente (ambos recompensados con un oscar). 


Pero claro, fue una crítica hacia la sociedad de entonces y podrían haberse buscado problemas.

Las discriminaciones que sufren estos pacientes terminales y sus dificultades para llevar una vida normal quedan totalmente reflejadas. 


Cierto, la cinta pudo ser mucho mas dura, y cierto, no hacía falta que cayera tanto en el sentimentalismo, pero aquí hay una idea inteligente con su denuncia social.

También es cierto que la película cae en una plana intriga de leyes en su segunda parte. Pero hace dos décadas el problema del VIH y el "problema" de la homosexualidad eran dos tabús odiados, desconocidos y perseguidos; que en una analogía apresurada podríamos comparar a la caza de brujas del siglo XVII.

Tenemos que darnos cuenta, la falta de información que había en esa época, en la que tampoco se sabía muy bien cómo se contagiaba y, por tanto, el terror desmedido que provocaba el conocer a alguien con esta enfermedad.

En ese momento Tom Hanks evolucionó para pasar de ser un actor encasillado en la comedia ligera, donde había realizado buenas películas. 


Pero lo más importante es que se atrevió a realizar un papel de homosexual con el VIH a principios de los 90, cuando desgraciadamente esta sociedad no era tan liberal como ahora.

Denzel Washington, extraordinario actor con muy variados registros y posibilidades, desarrolla aquí con parsimonia y delectación un hombre diferente que ha de vérselas con lo peor y lo mejor de su personalidad: sus atávicos prejuicios y su voluntad de superarlos.

Como letrado negro, sólo al comprender que su situación de discriminación por el color de su piel es similar en cierto modo a la de Andy, podrá llevar a la empatía y a la cooperación con su cliente.


Sin embargo, la corrección política llevada al extremo y la estética hollywoodiense igualmente llevada al extremo, no hacen de esta película, en mi opinión, una obra maestra. La gran película cinematográfica sobre el tema del SIDA está por llegar, ésta, desde luego, no lo es.

De todos modos es innegable que es una película perfecta para conocer una época (homosexualidad y sida a principios de los años 90), y profundizar en lo más oscuro del ser humano. 

Película con la que se aprende y te anima a indagar sobre el tema, y demuestra lo ignorantes que somos y la capacidad destructiva que tiene el hombre.



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1 comentarios:

Francisco José Hurtado dijo...

Las panzadas a llorar que me he pegado con La Mamma Morta de la Callas...

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