Ambos harán un largo viaje a través de los Estados Unidos. Al principio, a Charlie, el extravagante comportamiento de su hermano lo irrita y lo desconcierta, pero, poco a poco
Las películas sobre
minusválidos, mentales o de otra clase, a menudo tienden a caer en un
melodramatismo empalagoso, Por suerte no es el caso de esta historia.
A pesar
de que la historia de “Rain Man” podría encajar perfectamente en cualquier
telefilme de sobremesa, el director Barry Levinson logra hacer de lo simple,
todo un ejercicio narrativo de estilo y de ritmo.
Resulta difícil encontrar
dos personas tan distintas en carácter e intereses que Charlie y Raymond (el
uno obsesionado con los negocios y el dinero y viviendo la vida por el lado
rápido, el otro autista, sencillo y con rutinas que no quiere ni puede
salvarse) y por eso la manera en que conectan, mediante un encadenado de
escenas memorables, resulta tan conmovedora.
Pero si por algo se recuerda
y recordará siempre Rain Man es por la sobrecogedora interpretación de Dustin
Hoffman, quien logra hacer adorable a Raymond Babbitt y grabarlo en la memoria
de los espectadores a base de miradas, cariño, carisma, sentido del humor y un
respeto absoluto por el autismo y todos los que lo sufren.
A su lado, Tom Cruise cumple
con su papel de forma correcta, aunque para mi gusto sin sobresalir demasiado.
Con este papel se transformó en un actor más experimentado y retrató con gran
pericia a un hombre superficial e impulsivo, que termina encontrado una pizca
de profundidad en su vida.
Rain Man es capaz de
abrirnos los ojos y hacernos ver las cosas de otra manera, desde un punto de
vista más humano. Nos hace pensar en los demás, para así poder actuar según
dictan sus sentimientos.
El tono familiar está bastante conseguido en esta película, que no es ni una obra maestra ni está sobrevalorada, pero que fue hecha con descarado para arrasar en los Oscars. En definitiva, un film emotivo y enternecedor que se deja ver con bastante agrado.
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