Howard Beale, veterano
presentador de un informativo, es despedido cuando baja el nivel de audiencia
de su popular programa. Sin embargo, antes de abandonar la cadena, en una
reacción inesperada, y ante el asombro de todos, anuncia que antes de irse se
suicidará ante las cámaras, pegándose un tiro en directo.
Este hecho sin precedentes
provoca una gran expectación entre los televidentes y los propios compañeros de
Howard.
La historia de Howard Beale
es la excusa para presentarnos como se mueven los hilos en las cadenas de
televisión, a veces en busca de la máxima audiencia sin tener en cuenta lo que
nos enseñan.
Tiene algunos buenos
momentos como el discurso sobre la televisión, pero en otros pierde la fuerza
del ritmo; la presentación de los personajes y las sub-tramas acompañan bien a
la historia principal.
La información como negocio,
la lucha por las audiencias, el sensacionalismo, la búsqueda del morbo hasta
llegar a límites insospechados o el desprecio de cualquier normal moral
aparecen aquí, quizá más como llamada de atención, que como descripción
fidedigna de la realidad.
No en vano aún no hemos llegado a esos niveles de
abyección. Aunque la realidad supera a la
ficción…
La televisión a pesar de que
sea considerada como basura en ciertas ocasiones, es innegable que es un
elemento democrático, porque decidimos lo que queremos ver sin que nadie nos
obligue; o simplemente podemos elegir no verla.
El reparto, lleno de actores
y actrices de renombre (William Holden, Robert Duvall, Faye Dunaway…), marca
unos personajes coherentes, que enmarcan la diferencia de perspectivas frente a
la televisión y los diferentes grados de ética (o falta de ésta) profesional; aunque la balance se decante más bien a la inexistencia de ésta
Aunque claramente visionaria
y dura, la película arrastra un serio problema, que no es otro que la aburrida
pedantería filosófica que arrastran muchos de sus diálogos.
Así pues la
historia que acaece fuera del mundillo televisivo propiamente dicho, no aporta
casi nada, ralentizando el desarrollo de la trama.
Convertida en título de
referencia por su profético mensaje (no por ello original), "Network"
supone una lúcida denuncia de la codicia de quienes manejan el sistema, y su
necesidad de embaucar a la población, con el fin de que asuma creencias y
valores prediseñados, para mantenerse en la cumbre.
Como era de esperarse, la
película recibió un amplio número de repulsas de unas cuantas cadenas y
comunicadores de turno, lo que significa que dio en el blanco y que lastimó a
más de una conciencia.
Casi medio siglo después,
esta película conserva la vigencia de su alegato contra el poder, ahora más
perfeccionado y globalizado, gracias al auge de Internet, las redes sociales y
televisiones digitales.
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