William Harford (Tom Cruise) es un
respetable médico neoyorquino cuya vida parece ir muy bien: está casado con una
preciosa mujer, tiene una hija y hace un trabajo que le gusta. Pero, al día
siguiente de asistir a una fiesta, su esposa Alice (Nicole Kidman) le habla de unas fantasías
eróticas y de cómo estuvo a punto de dejarlo por un desconocido.
Abrumado por esta confesión,
acaba entrando en un local, donde un antiguo compañero le habla de una
congregación secreta dedicada al hedonismo y al placer sin límites. A partir de
entonces un mundo dominado por el sexo y el erotismo se abre ante él.
El genial Stanley Kubrick
dirigió su último film a los 70 años, aunque no lo vio estrenado al fallecer
antes. Es un drama psicológico que radiografía el matrimonio; analiza las
tentaciones sexuales a las que el ser humano está sujeto, de cómo las ansias
lujuriosas nos llegan a deshumanizar. Todo ello, a través de una atmósfera
enfermiza envolvente.
La historia adapta
libremente la novela corta de 1926 ‘Trasumnovelle’ (‘Relato Soñado’) del
austriaco Arthur Schnitzler.
El relato refleja diferentes miradas sobre el
sexo, a través de un matrimonio aparentemente feliz, donde tenemos la visión de
un tipo casado que se debate entre la fidelidad, y el adulterio revanchista.
En el viaje nocturno de
Bill, se topará con diferentes personas por las que será testigo de diferentes
modos de tentaciones sexuales: el sexo y las drogas con Ziegler de por medio en
una fiesta navideña, sexo con una prostituta, sexo con una menor, y por
supuesto la bacanal hedonista de orgías enmascaradas, símbolo del sexo más
despersonalizado y desprovisto de amor.
El director se siente a
gusto criticando a la alta sociedad y su mundo de snobs que aparenta una cosa y
por detrás son otra distinta.
Como en toda la obra de Kubrick, es un relato que nos hará
reflexionar, nos hace pensar en nuestras obsesiones, en nuestras paranoias, en
nuestros instintos básicos.
Nos plantea dilemas morales
sobre qué haríamos nosotros en el lugar de los protagonistas; asistimos a una turbia historia de celos,
curiosidad sexual e incitaciones, en que la imaginación tiene un gran peso.
Al final nos queda una
moraleja en la que se nos muestra políticamente correcto y por ello resulta
extraño, nos habla del peligro de las tentaciones, del riesgo de poner en juego
nuestra estabilidad, y al final se decante por el amor marital, previniéndonos
del sexo sin amor.
Tom Cruise, (en la que yo
diría que es su mejor actuación), nos muestra a un tipo seguro de sí mismo y
hasta cierto punto quizá arrogante, que tras la confesión de su mujer, se
vuelve tenso e inseguro, sufriendo una evolución que le va haciendo caer poco a
poco.
Con respecto a Nicole Kidman, se nos muestra correcta en su
interpretación, si bien su rol secundario, la hace pasar mucho más
desapercibida.
Aunque el planteamiento y la
ambientación de la historia sean destacables, eso no libra a la película de
resultar larga, lenta e incluso fría en exceso. Da la sensación de que la
premisa inicial no fuera suficiente para llenar toda la historia, por lo que
pienso que diversos episodios que ocurren a lo largo del metraje, podrían
obviarse perfectamente.
Comparándola con otras obras
míticas de su director, obviamente resulta pasable. No obstante para
espectadores de películas tranquilas y reflexivas, resulta una buena opción,
descubrir esta historia de sexo y culpa, que sirvió como punto y final a la
obra de este director.
0 comentarios:
Publicar un comentario