Un
fracasado aspirante a actor regresa a su ciudad natal, convertido en el gigoló
de una estrella en declive, que promete introducirlo en el mundo del cine. Pero
lo que realmente desea, es recuperar el amor de su antigua novia, la hija del
cacique local.
El
director Richard Brooks, quien cuatro años atrás había alcanzado un enorme
éxito con “Una gata sobre el tejado de zinc caliente”, decide adaptar una nueva
obra del celebrado dramaturgo Tennessee Williams, en la que deja al descubierto
a esa sociedad ampulosa, hipócrita y ambiciosa, capaz de sacudirse toda suerte
de escrúpulos para alcanzar el poder.
La
historia atrapa desde el principio, donde se nos presenta a un joven chico que
sueña con ser una estrella, y que desea dejar de lado esa vida mediocre y
pobre, que ha tenido en su pueblo.
Solo
sueña con tener dinero para poder estar con su novia; una chica que tiene un
padre soberbio que aspira a gobernar el estado, y que no acepta al novio.
Así
que este joven, se ayudará de una famosa actriz alcohólica y quedada en el
olvido, para poder conseguir el pasaporte a la fama, y a la vez, a la chica que
tanto quiere.
Un
elenco espectacular encabezado por Paul Newman y Geraldine Page, son los que
nos adentran en este pueblo, donde existe un pasado horrible en cada personaje,
y que influye en el presente de todos.
Paul
Newman aparece atractivo, fanfarrón y seductor, pero tras esa fachada, podemos
sentir lástima por él, un ser frustrado por no alcanzar sus metas en la vida.
Geraldine
Page no se queda atrás con su genial interpretación de una gran estrella de
cine, con rumbo hacia un próximo olvido, en dónde busca el amor fuera de las
pantallas o más que amor, el consuelo de un abrazo. Hay una gran dependencia
por parte de cada uno de los dos protagonistas, el uno hace uso del otro según
conveniencia.
Situaciones
llenas de mentiras y traiciones hacen que estos personajes se jueguen más que
su dignidad; y que tiemblen los pilares construidos a lo largo de su vida.
Es
cierto que Richard Brooks toca muchos temas de interés, pero lo hace sin
demasiada convicción y eso que algunos de ellos son bastante fuertes como el
consumo de drogas, la prostitución masculina y otras más.
Me
pregunto si la censura de la época en países como España (se estrenó en 1963) o
Portugal (en 1962) eludiría estas espinosas cuestiones o lo dejaría pasar tal
cual.
Sea
como fuere, lo peor es que el rumbo que toman los acontecimientos, a medida que
se desarrolla la historia, termina siendo algo tonto, al menos para éste que
escribe.
El
filme también nos muestra, cuán difícil es el aceptar el fracaso de no lograr
las metas, el ser discriminado por la condición social, y el ser víctima de los
encubrimientos y las influencias de los poderosos.
Estos
últimos, son quienes dominan con su dinero las voluntades de los demás, y
deciden los futuros de terceros en cuestión.
Todo
ello se da en el marco de una sociedad sureña donde importan las apariencias y
en donde se discrimina a todo aquel que no sintonice con la mentalidad
retrógrada del lugar.
Película
notable sin ser perfecta que aunque ha sido eclipsada por otras cintas de Paul
Newman, es recomendable para, conocer gracias al cine la figura de Tenesse
Williams; a pesar de que probablemente las adaptaciones de sus obras, estén más
edulcoradas de la cuenta, para contentar a la todopoderosa Hollywood.
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