Mark Renton, un joven
escocés, y sus amigos son adictos a la heroína, lo que significa que viven
fuera de la realidad, en un mundo aparte.
Dentro del grupo hay un psicópata
alcohólico y violento, un joven desesperado, un mujeriego con un conocimiento
enciclopédico sobre Sean Connery y un entusiasta de las caminatas y de Iggy
Pop.
Película británica, basada
en la novela de Irvine Welsh, que trata un tema sumamente triste, profundo y
humano con constantes dotes de humor; lo que supone la mezcla perfecta.
Estamos ante la visión
gamberra de la vida de 4 amigos drogadictos y delincuentes, de los suburbios
ingleses.
Trainspotting significa, en
inglés, ver pasar a los trenes, pero también es una denominación vulgar a una
forma de inyectarse heroína.
Pero Mark y compañía hacen mucho más que eso.
Sobreviven. Malviven. Viven, si a eso se le puede llamar vivir. Emocionan.
Repugnan.
La película es una crítica a
unas generaciones occidentales de final del siglo XX y comienzos del XXI, que
lo tienen todo en comparación con sus padres, pero no son ni la mitad de felices
que lo fueron ellos.
Como alternativa, se nos
ofrece la droga, pero no ella en si misma, si no toda la carencia de
responsabilidad social que la rodea.
Por ello la droga aquí es una metáfora,
como válvula de escape a la sociedad que se nos ha impuesto.
El personaje protagonista es
un joven que quiere desmarcase de ese camino que siguen todas las personas. Él
tiene claro que la sociedad se mueve por patrones, y salvando las diferencias
culturales, todo el mundo acaba haciendo lo mismo.
Y eso que hacen es vivir
(estudiar, tener pareja, comprarse una vivienda, comprar cosas para la casa,
casarse, tener hijos, tener perro, tener un seguro, tener un trabajo...). Esa
vida que todo el mundo tiene de un modo u otro él no la quiere; así que elige
no vivir y decantarse por la heroína.
No cabe duda de que
Trainspotting es una película sorprendente, para bien o para mal. Su principal
fuerza es que no deja indiferente a nadie gracias a un par de escenas, por lo grotescas que resultan o lo verdaderamente sobrecogedoras que son, que lo
convierten en un film llamativo.
Ayudado por un trabajo de caracterización
brillante, el actor escocés consigue dar vida a su personaje, y robársela cuando
es necesario.
El grupo de sus amigos está
compuesto por un Robert Carlyle brillante, que nos hace odiar con fuerza a su
personaje, un Jonny Lee Miller, sensacional con un personaje con un nivel de diálogos basados en la cultura pop.
Finalmente tenemos a un Ewen Bremner realmente metido
en su personaje y un Kevin McKidd que lidia bien con la transformación de su
personaje.
En segundo plano, destacar
el trabajo de Peter Mullan y de Kelly McDonald, así como el cameo de Irvine
Welsh (escritor de la novela que da origen a la película).
Es una gran película que
cuenta una historia sobre las diferentes realidades, la realidad del
protagonista enganchado al caballo no es la misma que la de la sociedad que le
rodea, lo que hace que te cuestiones, ¿cuál es la verdadera realidad?.
O mejor
dicho ¿cuál es la mejor realidad a la que atenerse?, aquella llena de preocupaciones
o aquella con una sola preocupación, la realidad es la que uno mismo se forja.
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