Cuando
Ted Kramer (Hoffman), un ejecutivo de publicidad, es abandonado por su mujer
(Streep), tiene que hacerse cargo por primera vez de su hijo: deberá conquistar
el afecto del niño y hacer de padre y madre a la vez, sin descuidar su carrera
profesional.
Fue
la gran triunfadora de los Oscars de ese año y anticipó los
problemas/obstáculos del hombre y la mujer del mundo moderno, del matrimonio y
la convivencia, al fin y al cabo. Sin embargo, este drama doméstico, pienso que
ha ido perdiendo fuerza y capacidad de convicción visto hoy.
La
película se divide en dos partes muy diferenciadas entre si. La primera es la
huida de la esposa y el marido haciéndose cargo de su hijo y ganándose su
cariño, para mi la mejor y la segunda, más sangrante, el juicio por la custodia
del niño
Hay
muchas escenas, para pensar que te obligan a reflexionar, y a ver quizás una
segunda vez este film con otros ojos.
Por un lado un padre que tiene que
aprender a ser padre, desde cero, porque en el comienzo se nota que todo lo
hace la madre.
Por
el otro una mujer, hastiada, pero más que nada confundida, y con un problema
existencial no resuelto, que decide abandonarlos para encontrarse a si misma,
con todo los problemas que eso traerá después para el pequeño y para el padre.
De
los actores principales ya no digo nada, porque a estas alturas se sabe que
estamos frente a la actuación de dos grandes del cine con mayúsculas. Tenemos a
un Dustin Hoffman enorme y clamoroso en un inconmensurable papel, y Meryl
Streep natural, espléndida y emotiva, y finalmente la creíble actuación
infantil de Justin Henry.
La
película creo que está contada bajo una óptica muy masculina: Ella es la que se
va de casa y deja al marido con un hijo pequeño y él es quien tiene que ganarse
el cariño del niño, del que hasta ese momento no se ocupaba demasiado.
Y
aunque la película no se centre en ella, ni en su historia, ni en su inseguridad;
la escena que lo encierra todo es su testimonio, el de ella en el juzgado, esa
mujer que tuvo que sacrificar todo, hasta dejar atrás a su propio hijo por
llegar a ser eso, una persona por sí misma.
Aquella
búsqueda de si misma, aquella salida que parece tan egoísta, le da el mejor
regalo a los otros dos miembros de la familia, ser padre e hijo.
Lejos
de presentarse como una persona maligna o culpable por entero del fracaso
matrimonial, Joanna es un personaje con el que reconciliarse y al que escuchar.
El propio Ted, llega a aceptar su parcela de responsabilidad en la infelicidad
de su exmujer, tras un viaje emocional de año y medio y un enfrentamiento
judicial en el que nadie volverá a ser el mismo. Creo que es una postura de lo
más honesta.
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