Un hombre (Brad Pitt) nace
con ochenta años y va rejuveneciendo a medida que pasa el tiempo, es decir, en
lugar de cumplir años los descumple. Ésta es la historia de un hombre
extraordinario, de la gente que va conociendo, de sus amores, pero sobre todo
de su relación con Daisy
Basada en la novela corta
“Benjamin Button” (1921) del escritor Francis Scott Fitzgerald (1896-1940),
considerado uno de los más importantes novelistas estadounidenses del siglo
veinte. Es una película sobre la vida, pero, con una visión emotiva y positiva
sobre las vivencias que todos experimentamos a lo largo de ella. Nacer, morir,
enamorarse...
Estéticamente, tanto a nivel
visual como musical, es de impecable factura.
Tenemos como motor de la película, una historia de amor a través del tiempo contada con cierta originalidad; puesto que el protagonista, Benjamin Button, vive la vida de forma inversa a cualquier otro ser humano, esto es, una infancia en senectud y una vejez en juventud.
Tenemos como motor de la película, una historia de amor a través del tiempo contada con cierta originalidad; puesto que el protagonista, Benjamin Button, vive la vida de forma inversa a cualquier otro ser humano, esto es, una infancia en senectud y una vejez en juventud.
La película no justifica en
absoluto la extraordinaria existencia de Benjamin y sus características
especiales. No lo necesita.
Benjamin Button es un hombre que vive la vida en una perplejidad constante, a veces infantil, antes los descubrimientos que le depara la vida.
Durante todo el metraje contemplamos con interés como discurren las vidas de los enamorados en sentidos opuestos con curiosos contrastes, especialmente en la infancia, con un glorioso apogeo al llegar ambos a la madurez, que es cuando por fin la apariencia física del protagonista concuerda con su edad y con la de su pareja.
Los dos actores
protagonistas, Brad Pitt y Cate Blanchett aportan sus hermosos físicos y unas
actuaciones más que correctas, acompañados por un grupo de secundarios muy
acertados también, en sus papeles.
También cierto es que es una historia algo tramposa, donde una oportuna herencia resuelve de forma muy conveniente, muchos problemas cotidianos y materiales del protagonista, permitiendo a la trama centrarse en los detalles sentimentales y existenciales de su vida.
También cierto es que es una historia algo tramposa, donde una oportuna herencia resuelve de forma muy conveniente, muchos problemas cotidianos y materiales del protagonista, permitiendo a la trama centrarse en los detalles sentimentales y existenciales de su vida.
A pesar de todo, lo considero correcto aun a costa
de perder realismo, porque yo asimilo esta historia como un hermoso cuento sobre
el tiempo, la vida y el amor, y prefiero sacrificar el realismo en pos de las
gratas sensaciones y reflexiones que regala.
Brad Pitt, detrás de tanta
máscara y de la repercusión que posee su nombre, tiene una interpretación más
que digna.
Quizá no sea un papel tan llamativo como otros, pero salva con bastante solvencia su actuación en una película más de historia que de personaje.
Quizá no sea un papel tan llamativo como otros, pero salva con bastante solvencia su actuación en una película más de historia que de personaje.
Tenemos
a una excepcional Cate Blanchett como partenaire, actriz siempre solvente e
impactante, que parece sacada del Hollywood de mediados del siglo XX, ya que
con su porte, su saber estar y su presencia en pantalla, emula a la perfección
a las grandes estrellas de aquella época.
Como
punto negativo de la película, me parece que hay secuencias más conseguidas que
otras y algunas muy poco interesantes.
Además de su excesiva duración, la película puede dejar algo frío al espectador. Y si bien es verdad que se puede abrir un debate sobre varios temas como el tiempo y sus huellas, al final lo que flota en la cabeza es que Hollywood no sabe salir de la eterna historia de chico encuentra chica, etc, etc. Eso sí con una vuelta de tuerca pseudotemporal.
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