En
la Nueva Orleans
de 1937, una rica viuda, la señora Venable (Katharine Hepburn), ofrece al
doctor Cukrowicz los fondos para crear un hospital a condición de que ayude a curar a su sobrina
Catherine (Elizabeth Taylor) de un extraño mal psicológico que la aqueja y que
la hace balbucear incoherencias sobre la muerte del hijo de la sra. Venable,
Sebastián, ocurrida el verano anterior y de la cual Catherine fue testigo
Es
entonces cuando el Dr. Cukrowicz se propone descubrir la verdad de lo ocurrido
al comprobar lo que parece ser una oscura conspiración para callar a Catherine,
en la cual incluso están involucrados su madre (Mercedes McCambridge) y su
hermano (Gary Raymond).
Tanto
la película como la obra original, fueron demasiado modernas en atrevimiento
para la época y no estuvieron exentas de polémica a pesar de la rendición final
de crítica y público.
Locura, marginación, homosexualidad, inadaptabilidad, mezclas entre lo real y lo onírico..., son características recurrentes de la obra de Williams también aquí presentes y dosificadas en este caso, junto al amor idealizado y exacerbado de una madre a su hijo, para crear suspense.
Locura, marginación, homosexualidad, inadaptabilidad, mezclas entre lo real y lo onírico..., son características recurrentes de la obra de Williams también aquí presentes y dosificadas en este caso, junto al amor idealizado y exacerbado de una madre a su hijo, para crear suspense.
Prodigiosamente,
el personaje clave del film es ese hijo que nunca aparece físicamente, solo en
un flash-back final, pero que toda la película está construida en base a él
pues tanto la paranoica madre como la angustiada prima (Taylor) están
obsesionadas/enamoradas de él.
Las
actuaciones son un gran plato fuerte de la película: Katharine Hepburn encabeza
el reparto con su carisma y su buen hacer interpretativo al servicio de un
papel de inquietante y perturbadora matriarca de luto.
Liz
Taylor no se queda muy atrás como joven torturada e inoportuna; Montgomery
Clift está correcto en su rol de médico indagador de la verdad, aunque su
rostro está tan marcado por su vida real -todo lo contrario a estable- que
resulta a veces inquietante y perturbador cuando lo que debería de aparentar es
serenidad; el resto de intérpretes cumplen con sus pequeños roles de forma muy
aceptable.
Las
emociones narradas están tan al límite que llevarían a cualquier humano al
borde de la locura, y esto, de hecho, sucede con alguno de los personajes, a
través de los largos intercambios de diálogo entre los personajes.
Claro
que lo peor de esta historia si cabe, es el desenlace.
Ese suceso horrible que
todos intuimos a lo largo de la cinta resulta tan extraño, desconcertante, inverosímil,
que no hay cómo explicarlo.
Muy posiblemente, la censura de la época evitó que en
la historia se reflejasen de manera más explícita conceptos como la
homosexualidad y la pedofilia, lo que llevaron a optar por una solución, que en
vez de paliar el resultado, lo terminó llevando a algo más incomprensible, morboso e incluso diría que algo ridículo, que desentona totalmente con el resto del filme..
Entonces
la angustia y el misterio que se ha ido generando durante minutos y minutos de
película, estalla en la cara del espectador, dejándole un gesto de incredulidad.
Una
compleja, oscura e incómoda película, que hay que digerir con tranquilidad,
lastrada por un pésimo y equivocado final.
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