Excelente metáfora de la sociedad actual, con grandes dosis (o más bien un tributo) del 1984 de George Orwell.
Brazil es una película onírica de ciencia-ficción que debería ser de obligada visión, por su claro mensaje de libertad de pensamiento y por el derroche imaginativo que representa.Es una película generacional pero consigue sobrevivir gracias a las virtudes de Gilliam, que se alzan sobre sus defectos, que los tiene.
Brazil es una película onírica de ciencia-ficción que debería ser de obligada visión, por su claro mensaje de libertad de pensamiento y por el derroche imaginativo que representa.Es una película generacional pero consigue sobrevivir gracias a las virtudes de Gilliam, que se alzan sobre sus defectos, que los tiene.
Un chico de buena familia (Jonathan Pryce), que trabaja en el Ministerio de Información siendo esclavo de una vida cuadriculada, tiene sueños fantásticos en los que aparece una chica, que es su amor. Esa chica aparecerá en su vida real y querrá encontrarla y protegerla.
Estamos ante un mundo impersonal, dominado por una burocracia tenebrosa que se apoya en una dudosa amenaza terrorista para tener un poder casi omnipotente con el que someter a sus ciudadanos.
En este mundo o se está dentro del sistema o no se está, y el secuestro y la tortura por parte del Estado son comúnmente aceptados, lo mismo que la sucesión de diversos atentados terroristas que forman parte de la vida cotidiana.
La película es recargada en muchos sentidos (y como no podía ser de otra manera en el cine de Gilliam) especialmente en el aspecto visual, en la cual se sirve de los sueños del protagonista para dar rienda suelta a todos sus delirios.
Ahora bien todas estas ensoñaciones son fundamentales para el film, ya que el personaje protagonista utiliza todos esos sueños para huir de un mundo que le oprime y no le permite ser feliz, como una vía de escape.
Ahora bien todas estas ensoñaciones son fundamentales para el film, ya que el personaje protagonista utiliza todos esos sueños para huir de un mundo que le oprime y no le permite ser feliz, como una vía de escape.
Por otro lado las situaciones cómicas no son accesorias, sino que están ahí por ellas mismas.
Es un humor muy surrealista, de lo absurdo, de lo inesperado, que le da dinamismo al todo, movilidad.
Es un humor muy surrealista, de lo absurdo, de lo inesperado, que le da dinamismo al todo, movilidad.
Otro aspecto lo constituyen las críticas implicítas que Gilliam expresa en el film.
Por un lado se trata de una crítica a la sociedad en general: a la gran urbe, a las dichosas máquinas (parodiadas continuamente), y a los conceptos burgueses y burocráticos (donde se producen escenas kafkianas).
Es cierto que Terry Gilliam no consigue mantener el mismo ritmo e interés durante toda la película. La verdad sea dicha, llenar más de dos horas de momentos geniales no se podrá negar que es complicado. Brazil llega a convertirse en lo que critica, la burocracia hecha película.
Sin embargo, lo malo de la película es la historia que deciden contarnos, ya que si bien está inmersa en un mundo interesante, el argumento no termina de convencer y por momentos puede llegar a desconcertar.
¿Exageraciones? Pues si. ¿Que podrían haberse evitado ciertas escenas? Demasiado onirismo tal vez...
Pero reconozcamos que esto no es un film de cine negro, ni de aventuras, ni de ciencia ficción, ni Terminator. No es nada de eso, y a la vez es eso. Todo a la vez. Todo mezclado.
Entiendo perfectamente a la gente que odia las paranoias o los recursos visuales (incluyo también el vestuario) de Gilliam.
Es realmente una película en la que cuesta entrar, donde a veces prima más el “envoltorio”, que el contenido en sí.
Es realmente una película en la que cuesta entrar, donde a veces prima más el “envoltorio”, que el contenido en sí.
Ahora bien la película no es un simple entretenimiento, intenta decirnos algo, otra cosa es que lo consiga o no (que en mi opinión si), por lo que todo aquel que quiera ver cine de evasión que no se equivoque que esta no es su película.
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